Lección: Mateo 18:15-20 Texto: Lucas 17:3
INTRODUCCION
Así como los conceptos de gracia, amor de Dios y otros en
estos tiempos se han distorsionado por los intereses de muerte, que tiene el
enemigo de nuestra alma, mostrados desde el principio cuando dijo a Eva, “con
que Dios ha dicho…” para engañar silenciosamente al hombre, hoy es lo
mismo, con la misma sutileza, enseña una gracia sin cruz, un amor que lo
perdona todo, pero que no transforma ni convierte a nadie, lejos de la sangre
de Cristo y de la verdad. En Su amor está la corrección y la disciplina (que no
es castigo) de Dios, contra el pecado, para que todos procedan al
arrepentimiento (cambio de mentalidad, corazón circuncidado realmente) y exista un convertimiento verdadero (a la imagen
de Jesús=carácter). Por lo tanto, no sólo está el cuidado del Buen pastor, sus
ángeles, si no , ahora de la iglesia, en ese amor, de las almas que llegan al
redil, para enseñar correctamente la verdad (sin mentiras) de lo que Dios requiere
ahora de nosotros, sus hijos. Veamos lo que nos dice el Maestro.
DESARROLLO
v.15-17) Mostrar un espíritu perdonador hacia
otros es la base que será concluida en la siguiente Escuela, pero por un motivo
de claridad, Jesús continúa su enseñanza con la disciplina en la congregación
indicando que recurso final se debe aplicar eclesiásticamente cuando (IMPORTANTE) “un hermano PECA contra ti “, no por cualquier
cosa, o por razones de vestimenta, inasistencia, motivos familiares,
externalidades u otra razón que cause perjuicio general a un grupo, ya que los
pecados individuales son los que van gangrenando el tejido espiritual de una
iglesia. Analicemos mejor esto.
Jesús ha
estado advirtiendo contra el mal de tentar a otros a pecar. En vez de ser la
causa de la ruina de alguien, todo seguidor del Señor debiera dedicarse a
hallar la oveja que se ha descarriado a fin de llevarla de regreso al redil.
Pero supongamos que el zapato está en el otro pie. Supongamos que yo mismo no
soy el pecador, el que hace que otro se vea envuelto en el pecado, sino más
bien aquel contra quien se ha pecado, ¿qué entonces? Al responder esta
pregunta, el Señor empieza diciendo: “Ahora, si un hermano peca contra ti …”
Como hemos profundizado en otros momentos, debemos enseñar hoy que hay textos
originales muy fidedignos que no tienen la frase “contra ti”, lo cual ha
traído discusión respecto del tema, pero frente a esto permítame decir lo
siguiente: la principal cuestión no es la retención u omisión de la frase. Aun
cuando las palabras como tales se dejen fuera del texto y éste simplemente diga
“Ahora, si un hermano peca, vé y muéstrale su falta mientras estás a solas
con él”, la amonestación a tener una entrevista privada con el hermano
extraviado, ¿no favorece algo la suposición de que el pecado aludido fue
también de carácter privado? Pasajes tales como 1°Cor. 5:1-5, Gál. 2:11-14, 1°Tim.5:20, muestran cómo se tratan los pecados
que no son de una naturaleza estrictamente privada. Además, ¿no favorece el
contexto la retención de la frase “contra ti”, sea en forma expresa o
implícita?, ya que en la siguiente clase , en el verso 21, Pedro hará una
pregunta de cuantas veces habrá que perdonar al hermano, diciendo, que ahora
sabía lo que tenía que hacer, pero después dice “cuantas veces”. Pero, aunque
aquí Jesús está hablando de ofensas privadas, el requisito subyacente de
mostrar amor y espíritu perdonador hacia todos hace razonable afirmar que
siempre que los intereses de la iglesia lo exijan o aun lo permitan, la regla
de este verso 15 debiera también aplicarse a los pecados públicos. Entonces
cuando un miembro de la comunidad cristiana obviamente yerra el blanco, de modo
que su conducta hacia ti no está en conformidad con la demanda de la santa ley
de Dios, en la forma expresada en Mateo 7:12, la segunda frase, es
“Vé y muéstrale su falta …” (Lev.19:17). Jesús quiere decir que el hermano ofendido, en el espíritu de amor
fraternal, debiera ir y mostrar su falta al ofensor, y esto no, muy
enfáticamente ni principalmente, para recibir satisfacción por una ofensa
personal, sino más bien por interés en el bien del ofensor, para que
pueda arrepentirse y buscar el perdón y encontrarlo. No se dice si el hermano
ofendido debe hacer solamente una visita personal o si debe ir más de una vez, eso
podría depender de las circunstancias. Para salvaguardar el honor del hermano
que ha pecado se añade que la entrevista con el ofensor debe llevarse a cabo
“mientras estás a solas con él”, literalmente, “entre tú y él solos”, privadamente.
Debe haber una confrontación fraternal “cara a cara”, tête à tête. Los
holandeses y alemanes usan frecuentemente una expresión que traducida
literalmente es (un encuentro) “entre cuatro ojos”. Si te escucha, has ganado a
tu hermano, es decir, habrás sido un instrumento en las manos de Dios para
salvar a tu hermano para al reino (ESO ES LO IMPORTANTE). Pr. 11:30; 1° Cor.9:19-22; Gál.6:1.
La autodisciplina, que cuando se aplica en forma correcta
siempre conduce a la humillación, debe preceder y acompañar a la disciplina
mutua. La disciplina eclesiástica, considerada negativamente, es una cuestión
de recurso final. V.16) “Si el pecador se niega a reconocer su culpa y a
arrepentirse, no te des por vencido inmediatamente”. Por amor a él sigue tu
trabajo con él. El corazón de Aquel que dijo las palabras de Mateo 23:37 y la
parábola de la higuera estéril (Luc. 13:8) está abiertamente expuesto aquí con
todo su amor y paciencia. Se exhorta al hermano ofendido a volver a visitar al
ofensor. Con mucho cuidado debe elegir y llevar consigo a uno o dos más;
el número exacto lo elige él. La principal razón para llevar consigo a uno o
dos se declara con las palabras citadas de Deu.19:15: para que en boca de dos o tres
testigos pueda ser establecido todo asunto. ¡Cuán sabia es esta amonestación!
El Señor Jesucristo, previendo el curso futuro de la iglesia, está estipulando
un método de procedimiento disciplinario que merece ser admirado de todo
corazón y ser obedecido del mismo modo. Todo aquel que en años posteriores lea
en forma completa estas reglas debe quedar sorprendido por su sabiduría y por
su carácter práctico. El objetivo de ir con los otros hermanos es el mismo de
ir solo primero, para ser más firme pero con fraternal persuasión poder convencer
al pecador de su error y conducirlo al arrepentimiento y confesión. Podría ser
más fácil que dos o tres personas tengan éxito en esta tarea que una sola. Está
implícito, naturalmente, que si el esfuerzo de los visitantes es coronado con
el éxito, el pecador habrá sido ganado.
v.17) Sino se tiene éxito, lamentablemente el siguiente paso es este : Si
no quiere escucharlos a ellos, dilo a la iglesia. La “iglesia” aquí debe
tomarse como “la comunidad de creyentes localmente organizada”. Sobre la base
de los principios que Jesús mismo estableció, el Nuevo Testamento evita
cuidadosamente dos extremos en que algunos han caído en años posteriores. Por
una parte, el extremo de minimizar el oficio y la autoridad de los apóstoles y
ancianos se salvaguarda. (Mat.10:1, 40; Hch.15:6; 20:28a; 1° Tes.5:12-13; 1°Tim.
5:17; Heb.13:17). Por otra parte, se salvaguarda el disminuir la elevada
posición que toda la congregación tiene delante de los ojos de Dios, como si
careciera de madurez, como si todo el cuerpo de creyentes, sea concebido
localmente, denominacional o universalmente, no tuviese “voz” en asuntos de
disciplina o cosas similares, y como si fuera privilegio de las autoridades
eclesiásticas gobernar arrogantemente, como tantos “diosecitos de latón” (1° Ped.5:3; 3°Jn.9). Esto mismo aplica a las misiones, denominaciones, donde
hay más de una iglesia organizada, donde cada uno de sus miembros pueden
exponer su problema de pecado, si afecta a la congregación frente a sus
autoridades (puestas por Dios), que analizarán el caso del pastor, los diáconos
u oficiales, que pudieran estar incurriendo en pecados que dañan a la grey. En
este último siglo hemos visto cómo esto se ha ido a los extremos y en vez de disciplinar
se cubre y no se enfrenta, lo cual ha sido un cáncer terminal de las
congregaciones en los últimos años. Dios nos ayude y seamos hijos de Dios fieles
a las palabras de Jesús, guiados por esta enseñanza que Su Espíritu nos da hoy.
Aunque parezca duro, hay que hacerlo (Incluso se ha llegado a la justicia
terrenal por la gravedad de los pecados confirmados y se ha hecho público),
porque eso sana a la iglesia y la prepara para estar sin mancha ni arruga, esperando
al Esposo. Amén.
REFLEXION PRACTICA : . Por ejemplo, un miembro de la
iglesia que opina que tiene una causa de queja contra su hermano, al leer estas
reglas y al notar que si falla en su intento privado tiene que pedir a otras
dos personas que lo acompañen, probablemente se pregunte: “¿Es mi caso tan
grave que debo pedir a dos personas de sano juicio que vayan conmigo? ¿Quizás
esté haciendo una montaña de un grano de arena?”.
v.18-20) La solemnidad de lo que enseñó en lo
versos precedentes es sellada con esto. El Señor consideraba la disciplina, como
un asunto muy importante. Su descuido significa la destrucción final de la
iglesia como medio poderoso para difundir la luz del evangelio entre sus
miembros y entre los inconversos Apo. 2:5. No
debe haber dudas acerca del hecho de que, como en Jn. 20:23 estas palabras fueron dirigidas a los
discípulos o apóstoles.
v.19) También os digo, si dos de vosotros estáis de acuerdo acerca de
cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los
cielos. Nótese en el v. 18 y nuevamente en el v. 19 la combinación “tierra …
cielos”. En ambos casos hay perfecta armonía entre lo que hace una iglesia
concienzuda en la tierra y lo que ocurre en los cielos, en que la primera
acción precede a la segunda. Según el v. 18, la disciplina ejercida en la
tierra es confirmada en los cielos; según el v. 19 la oración ofrecida en la
tierra es contestada por el “Padre que está en los cielos”, el Padre de Cristo.
En línea con el contexto la frase “cualquier cosa que pidieren”, está
relacionado especialmente con la oración que pide sabiduría para actuar en
asuntos de disciplina. Se da la seguridad de que aun cuando en cierto lugar la
comunión de creyentes esté formada por sólo dos personas, aun estos dos, cuando
están de acuerdo entre sí, pueden definitivamente contar con la dirección que
acaban de pedir. Casi no es necesario agregar que tal oración debe estar en
armonía con las características de la verdadera oración que Jesús revela en
otros lugares. Debe ser la expresión de una fe humilde, como la de un niño,
como vimos. Debe estar marcada por la sinceridad, por la ausencia de motivos
ulteriores (Mat.6:5), por la perseverancia (Mat.7:7), y por el amor por todos
los implicados (Mat.5:44). Debe ser en sujeción a la voluntad soberana de Dios
(Mat.6:10b), “no como nosotros queramos, sino como tú” (Mat.26:39). Debe ser en
el nombre de Cristo (Jn. 15:16).
Jesús continúa en el verso 20 dando la razón “Porque donde hay dos o
tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. La expresión
“dos o tres” es una ampliación de “dos” en el versículo precedente. El Señor
nuevamente asegura a los discípulos que la reunión de creyentes para la oración
y el culto no necesita ser una multitud de feligreses. Aun dos o tres recibirán
una bendición en tanto estén reunidos en su nombre, en íntima comunión con él,
y por lo tanto, con la obra expiatoria de Cristo como la base de su
acercamiento a Dios, bajo su dirección, y en armonía con lo que él ha revelado
de sí mismo. La promesa es “Allí estoy yo en medio de ellos”. En las Escrituras
generalmente se asocia la expresión “Jehová (“Dios” o “Yo”) en medio de ti
(“ella”, “nosotros”)” con el impartimiento de fortaleza, dirección, protección
y consuelo: “para ayudar, para consolar, para bendecir” (Sal. 46:5; Isa.12:6; Jer.14:9; Ose.11:9; Sof.3:5, 15, 17;
Zac.2:10). Similar es
“Yo estoy (“voy”, “estaré”) contigo” (Gén.28:15; Deu.31:6; Jos.1:5;Jue.6:16,etc.).
Podemos concluir, sin temor de equivocarnos, que en este pasaje el significado
es el mismo. Es en ese sentido favorable que Jesús está espiritualmente en
medio de su pueblo reunido para orar y adorar. Amén y Amén. Esto no es por
números ni multitudes. Gracias Señor Jesús.
CONCLUSION
La falta de disciplina es una maldición a
cualquier iglesia. Debe haber reglas concerniente a fe y conducta. Por cierto,
la iglesia no tiene derecho alguno de reglamentar la vida de sus miembros de
modo que la libertad sea arrojada por la ventana, revivido el farisaísmo y
repetida la herejía colosense (Col. 2:20-21). Pero como sabemos la Biblia es la
norma, la regla, el canon de los principios de vida nuestros donde está toda la
voluntad de Dios para la vida del hombre. Es privilegio y deber de la iglesia
exponer estos principios y demandar de sus miembros que se esfuercen, con la
ayuda del Espíritu de Dios, para aplicarlos a su vida y pensamiento cotidianos.
No se pueden tolerar las indiscutibles y continuas violaciones sin el
arrepentimiento subsecuente. Es deber de la iglesia como un todo y representada
por quienes el Señor ha señalado para gobernarla, atar, esto es, prohibir la
violación de estos principios, y desatar, esto es, permitir todo lo que esté en
armonía con ellos. El derecho de exclusión o excomunión de la iglesia, y, sobre
la base del arrepentimiento, de readmisión en la iglesia está implícito, en
base al perdón y la misericordia que Dios tiene con cada uno de los suyos. La
disciplina de Dios se muestra por la Palabra, solo frente al pecado, no avergüenza y produce restauración
en el hermano(a) Heb.12:6, contraria
a la disciplina del mundo o del enemigo que destruye.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI