Lección: Mateo 18:21-35 Texto: Deuteronomio 15:2
INTRODUCCION
Aunque son varios versículos, no se asuste, nos abocaremos
a lo importante y céntrico del total de ellos, para lograr terminar este hermoso
capítulo (que es un todo), donde Jesús comenzó respondiendo esa pregunta
humana, toma a un niño, les enseña y luego muestra que las ovejas son cuidadas
por Él junto a sus ángeles, por lo que si alguien les hace daño (incitándolos a
pecar y/o desviar del camino) , tendrá su recompensa justa. Termina agregando
lo necesario para la disciplina restauradora dentro de la congregación y ahora
nos hablará para lo cuál Él mismo ha venido, para perdonar y tener misericordia,
no lo contrario, todas las veces que sea necesario. Nosotros somos un vivo
ejemplo de todo este capítulo. Gracias Señor Jesús, por enseñarnos hoy, como actuar.
Amén.
DESARROLLO
v.21-22) Estos dos versos conectan perfecto
con la lección anterior y la base es el verso 15 (“si tu hermano pecare contra
ti…”), ya que Pedro, despierto a su humanidad y tratando de ajustar su hombre
espiritual, nuevamente hace una pregunta de cuantificación calculando las veces
que él debía perdonar a este hermano que peque contra él. Seguro pensando en la
perfección de Dios, su creación, su propósito y su Espíritu, el indica y
pregunta “¿hasta siete?”. Su mente
trabajo en saber ¿cuántas veces debe revelar esta actitud de misericordiosa,
esta disposición de dulce racionalidad?. REFLEXION PRACTICA : Cómo
muchas veces también nos pasa a nosotros, cuando nos ofenden varias veces,
decimos “otra vez este hermano(a) me hace lo mismo o sigue pecando contra mi´”,
ya es demasiado.
Pedro podría
haber sido de la opinión de que Jesús lo tenía que alabar por la grandeza de su
corazón. Si era así, no se cumplieron sus expectativas. Había algo incorrecto
en ese planteamiento, tenía sabor a rabinismo, religiosidad con límite. Sonaba
como si el espíritu perdonador fuera una mercancía que se podía pesar, medir y
contar; como si se pudiera expender poco a poco hasta un tope bien definido,
cuando había que detener la distribución. Su respuesta es la correcta y lo que
tenemos que aprender hoy o repasar esta materia, para no ser como el hombre que
aparecerá en los siguientes versos.
Jesús, aunque en la forma de expresión sigue la línea de
la pregunta de Pedro hecho en forma cuantitativa (cálculo humano), destruye
completamente la suposición que había tras las palabras del apóstol. Toma dos
números perfectos (diez y siete), los multiplica entre sí y luego multiplica el
resultado por siete (10 x 7 = 70 x 7 = 490). Hace esto para
mostrar que el espíritu de perdón genuino no reconoce límites
algunos. Es un estado del corazón, no una cuestión de cálculo.
Uno podría preguntar: “¿Hasta cuánto debo amar a mi esposa, mi marido, mis
hijos?” así como preguntar: “¿Hasta cuánto perdonaré?” Inmediatamente todos
entienden que cuando Jesús dijo: “Setenta veces siete”, no quiso decir “exactamente
cuatrocientos noventa veces, pero no cuatrocientas noventa y uno”. Lo que quiso
decir fue claramente: “Perdona sin cesar jamás. Muestra misericordia a su
hermano … siempre”. Esto hace un verdadero hijo de Dios. Él lo demostró con
su vida.
v.23-27) Ahora nos lleva al objetivo final que tiene en su mente y corazón
divinamente: el reino de los cielos. Dándonos ésta parábola de un siervo
sin misericordia, ilustrando los versos anteriores y concluyendo el capítulo.
Los “siervos” con quienes el rey va a ajustar
cuentas deben haber sido altos funcionarios, probablemente sátrapas o
gobernadores provinciales, cuyo deber era recibir los tributos reales en los
diversos dominios reales y entregar estas elevadas sumas de dinero al rey a su
debido tiempo. No podrían haber sido “esclavos” aunque la palabra usada en el
original frecuentemente tiene ese significado. Los siervos eran citados uno por
uno a comparecer delante del rey.
Cuando comenzó a ajustar (cuentas), le fue traído uno de
ellos, que le debía diez mil talentos. Un talento ático, el tipo de
talento al que probablemente se hace referencia aquí, equivalía a no menos de seis
mil denarios.¡Para ganarlo! Naturalmente necesitaría mucho tiempo para
ahorrarlo y pagar una deuda. Pero aun cuando un trabajador pudiera ahorrar todo
lo que ganara, no podría esperar acumular ni siquiera diez talentos en toda su
vida. Si un sátrapa ganaba cien veces lo que ganaba un obrero común, sus
ingresos totales, no sus ahorros, durante toda su vida difícilmente llegarían a
esos montos. Pero este hombre ya debe al rey ¡diez mil talentos! ¿Cómo
llegó a deber una suma tan grande? ¿Había estado vaciando las arcas reales, es
decir, el dinero del tributo recolectado en esa provincia y que debía tenerse
en lugar seguro hasta que el rey lo pidiera? ¿Había estado usando para sus
propios propósitos y derrochando grandes cantidades de dinero reunido a través
de varios años? La parábola no contesta esta pregunta. No tiene importancia. Lo
principal es: cuando se presentó ante el rey no tenía dinero; en
realidad, estaba cargado con una deuda de no menos de diez mil talentos=seis
mil denarios o seis mil días de pago de trabajo, lo cual en dinero, con el
sueldo mínimo en Chile ($529.000 hoy), nos daría una deuda de $108.000.000
aproximadamente, que con ese sueldo, se necesitarían 17 años para ahorrarlo (sin
ocupar ningún peso en nada, lo cual es imposible). La deuda era imposible de
pagar.
Los
deudores, en aquel tiempo podían ser vendidos como esclavos, por eso el rey dictamina
su venta junto a su esposa e hijos (Exo.22:3;
Isa.50.1; Amós 2:6).En
Éxodo 22:3 , habla de un hombre que se había hecho deudor por robo, en Isaías
50:1 indica que Dios no vendió a Israel, sino que por medio de su iniquidad
Israel se vendió a sí mismo. Fuera del país de los israelitas era común la
práctica de vender a los que no podían pagar sus deudas, y es a esto a lo que
se refiere la parábola. Entonces se ordena por decreto real que este
funcionario, su familia y todas sus posesiones sean vendidos. Aún así eso no
alcanzaría para pagar esa deuda. El rey había pronunciado la sentencia, pero
aún no se había ejecutado. Es ahí cuando el hombre cae abrumado por lo que se
le venía, frente a la realidad de su bancarrota y evidencia de los hechos, que
cae a los pies del rey, y “Habiéndose postrado” rogaba: Ten paciencia conmigo,
y todo te lo pagaré. Tiene que haber sabido que esta promesa no podía cumplirse
jamás. ¡Cuántas cosas está dispuesto a hacer un hombre para escapar de una
situación horrible!. Aquí viene lo grande : (v.27) El corazón del señor
de ese siervo se llenó de compasión, lo
dejó ir libre y le perdonó la deuda. “se llenó de compasión”, eso fue
por pura misericordia que el señor concedió a su siervo mucho más de lo que le
había pedido, perdonando completamente su gran deuda y dejándolo libre del
castigo. Gracia en base a lo que Él (El rey solamente) es y podía hacer como
obra real (La Cruz), jamás en lo que el deudor puede ni podría haber logrado.
v.28-35) Al salir de la presencia del rey el hombre perdonado, se encuentra con
un consiervo que le debe cien denarios. En comparación con la gran deuda
mencionada anteriormente, esta era una pura bagatela. Los cien denarios
equivalían a 100/6000 parte de lo perdonado, y en nuestro cálculo en dinero
chileno, sería $1.800.000. Lo cual no se compara con los 108 millones
remitidos a cero. La actitud del recién
perdonado con este consiervo es que lo agarró con crueldad (por el cuello) y
comenzó a estrangularlo, diciendo … ¡Págame lo que me debes!, aún antes que el
consiervo pudiera hablar. Este consiervo
cayó, por esa acción temeraria, al suelo y pidió con más sabiduría que él en el
verso 26, que tuviera paciencia, que de a poco le pagaría esa pequeña deuda (Que
diferencias importantes), siendo atacado, fue más realista y sincero
con su acreedor. Otra gran diferencia y lo peor de todo viene ahora, donde el
acreedor que era deudor recientemente, en vez de poder aprovechar la feliz
oportunidad de tratar a otros como a él mismo lo habían tratado, este reacciona
como lo relata el v. 30. “Pero no quiso y persistió en su negativa, y en cambio
lo hizo encerrar en la cárcel hasta que pagase lo que debía.” Debido a la
pequeñez de la deuda no se le permitía legalmente vender como esclavo a su
consiervo, pero sí se le permitía legalmente sentenciarlo a prisión y trabajos
forzados, a trabajar para pagar su deuda. Cuando sus consiervos vieron lo que
había ocurrido, se entristecieron mucho. En este caso, ¿por quién estaban
tristes los consiervos? Naturalmente por el rey, cuya espléndida magnanimidad
había sido insultada en forma tan ruda y cuyo ejemplo había sido tratado con
desprecio. Sin duda, también sintieron tristeza por el consiervo cuyo ruego, petición
justificable, por lo menos comprensible, había sido tan lacónica y
despiadadamente rechazado. Por esta razón fueron y contaron en detalle a su
señor todo lo sucedido. Están convencidos que deben decir al rey toda la
historia. ¿No estaba en juego su honra? Además, ¿no debía ser castigada
debidamente la ingratitud y la insensibilidad del primer siervo?. Por esto, el
rey lo vuelve a llamar y le dice “Siervo malvado”, o como se diría hoy
en día: “bribón”, o “sinvergüenza”. El original es muy enfático. Pone las
palabras “toda esa deuda” al principio mismo de lo que sigue después de “Siervo
malvado”. Aún ese orden no altera el énfasis en la gran deuda que el rey le había
perdonado. Por eso continúa diciendo Jesús en la parábola del reino: “¿No era
esta tu obligación permanente?” Era deber del perdonado, no solamente estar
lleno de incesante gratitud, sino también dejar que la misericordia de su
señor, de la que él había sido receptor, fuera y siguiera siendo un patrón de
vida o ejemplo de su propio sentimiento y conducta hacia sus semejantes. Lleno de justa indignación, el rey revoca su
clemencia anterior. Ahora se ejecuta el castigo ordenado en el v. 25. Además,
el siervo sin misericordia es entregado a los verdugos, palabra que aparece
solamente aquí en el Nuevo Testamento. Estos eran funcionarios señalados por
los tribunales para torturar a quienes habían cometido crímenes atroces (Apo. 9:5; 18:7). Las palabras “hasta que pague toda la deuda” implican
definidamente, “lo cual jamás podrá lograr”, ya que sin su familia y él encerrado,
no podría jamás generar los recursos necesarios
para poder ni siquiera abonar a su deuda. (No hablaremos de la realidad que hoy
existe en los centros de reclusión y hechos que quizás podrían ocurrir con
aquellos que están condenados a cadena perpetua, ese es otro tema.)
En el último
verso se revela el objetivo de la parábola y la enseñanza de todo el capítulo.
La lección nos está enseñando la verdad divina, “los que se niegan a
mostrar misericordia recibirán el castigo eterno”. Vuelve Jesús a develar lo que
está en el corazón del hombre que ha sido perdonado, y que con esta Justicia de
Dios (Evangelio=Rom.1.17) revelada es por la cuál Él ya nos tiene evaluados, sin
que nadie le cuente nada, como en este caso, porque Él sabe todos nuestros
pensamientos, dichos, actos y hábitos de
cada uno de sus siervos, que han sido perdonados de sus pecados. Por eso
decimos que le salió cara la pregunta inicial de Pedro en esta lección. Expresada
en forma positiva, lo principal y de esta parábola es que los que lo fuimos perdonados
: “Motivados por la gratitud, debemos siempre tener el anhelo de perdonar a
quienquiera que haya pecado contra nosotros, y hacer todo lo que esté a nuestro
alcance a fin de producir una reconciliación completa.” Además podemos
agregar lo siguiente :
a.
Estamos todos endeudados con Dios (v.23; Rom.3:23).
b.
Ninguno de nosotros puede pagar ni la deuda propia ni la deuda de su hermano
(v.25; Sal. 49:7; Rom.3:20).
c.
Sin embargo, esta deuda debe ser pagada (v.23,24; Gén.2:17; Rom.3:19;5:18).
d.
Por medio del sacrificio expiatorio de Cristo la deuda ha sido cancelada en
favor de todo aquel que cree en él (v.27; Rom.3:24; 2°
Cor.5:21).
e.
Los hombres pueden estar seguros que sus deudas han sido canceladas solamente
cuando ellos mismos perdonan las deudas de quienes les deben a ellos; sólo así
pueden experimentar la seguridad del perdón al mostrarse deseosos de perdonar
los pecados que han sido cometidos en contra de ellos (v. 35; Mat.6:12, 14, 15;
Efe. 4:32).
f.
Por parte de quienes han sido perdonados, no debiera ser demasiado difícil
perdonar puesto que lo que ellos deben a Dios es infinitamente más que lo que
los hombres les deben a ellos (v.32, 33; 2° Cor.9:15).
g. La
persona que no perdona está destinada al castigo eterno (v.34, 35; Rom.1:31, “implacables, sin misericordia”).
h. Cuando se
pregunta: “¿Quién debe dar el primer paso hacia la reconciliación, el que causó
la ofensa, o el que sufrió la ofensa?”, la respuesta es: “Ambos” (v.35; Mat.
5:23-24; Col.3:12-14).
CONCLUSION
Aquí nos llama la atención la compasión del rey o del señor que perdona
a su siervo con tan grande deuda impagable. Pero esto hermoso sufre un cambio
brusco, cuando este siervo no quiso perdonar la pequeña deuda de su consiervo,
ahora nos llama la atención, la crueldad del siervo perdonado, no haciendo lo
mismo, que era lo que correspondía, él fue implacable y sin misericordia.
Sepamos bien que Jesús siendo el Rey de Reyes y Señor de señores, ya pagó nuestra
deuda y ahora nosotros no podemos actuar con los demás consiervos o hermanos desconociendo
esta gran bondad que nos exime de la condenación eterna. En estos tiempos donde
usted lee “ojo por ojo, diente por diente”, eso quedó abolido por Cristo Jesús
para los suyos (Iglesia), porque Él cumplió la Ley completa (Rom.10:4) y es en sí mismo la Ley. Si lo amamos a Él debemos amar a nuestro
prójimo como a nosotros mismos. A esto vino Jesús. Amén.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI