MAS NIÑOS A LA BENDICION

MAS NIÑOS A LA BENDICION

Lección: Mateo 19:13-15 Texto: Hebreos 7:25

INTRODUCCION

Ya en el capítulo anterior aparece un niño como uno que es parte del reino de los cielos, ahora son muchos más, aunque los discípulos erróneamente los reprenden para que no vengan a Jesús, en estos pocos versos de la lección veremos lo que hay en una mayor profundidad. Preparemos nuestra mente y corazón. Estas palabras son importantes que se encuentran en Mar.10:13-16 y Luc.18:15-17.

DESARROLLO

v.13-15) Aunque el adverbio “entonces” no significa necesariamente “inmediatamente después”, la conexión entre a. el matrimonio, idealmente descrito por Jesús en el párrafo inmediatamente precedente, y b. los niños, es tan estrecha que nos gusta pensar que este párrafo presenta un hecho que ocurrió inmediatamente después de la discusión acerca del estado casado, mientras Jesús estaba aún en “la casa”.

¡Niños! ¡Cuánto los amaba Jesús! Vea Mat.18:2-4. No es de ningún modo sorprendente, por lo tanto, que algunos seguidores de Jesús le trajeran sus pequeños para que él les impusiera las manos, bendiciéndolos y orando por ellos. ¿De qué edad eran estos pequeños? Hay quienes, basando su teoría en el hecho de que la palabra usada en el original y que se traduce “niños” en el Nuevo Testamento de ningún modo está confinada a los que son de corta edad (para probarlo, vea Jn.21:5; 1°Jn.2:18;3:7), creen que los que fueron traídos a Jesús eran niños de edad escolar o aun mayores. Sin embargo, Luc.18:15 nos informa que estos “niñitos” eran verdaderamente “infantes”. Lea Luc.1:44 (un bebé aún no nacido, es incluido aquí). 1° Ped.2:2. Ellos, o por lo menos muchos de ellos, deben de haber sido “llevados” a Jesús en brazos por sus padres. En la parte final del primer verso (13) los discípulos los reprendieron (a quienes los trajeron). Ellos reprendieron no a los niños, naturalmente, sino a los padres, o más generalmente a todos los que los llevaban, probablemente madres y padres en su mayoría; en unos pocos casos quizás hermanas o niñeras. ¿Estaban los discípulos parados en la puerta y con gestos airados ahuyentaban a todos los que se acercaban a la casa con niños en brazos? ¿Pensaban ellos: “Jesús no debe ser molestado; él tiene que hacer cosas más importantes que bendecir bebés”? Nuevamente una forma humana e incorrecta que tratar a los que se acercaban a Jesús, y lo peor de todo con una actitud pecaminosa. Por eso el verso 14 es lo que importa aquí : Jesús no se indigna con los padres o quienes llevaban a los niños de diferentes edades, sino con discípulos, por lo que podemos comprender que no los llevaban por algo mágico o supersticioso, creyendo que al toque con el Maestro algo sucedería, ya que si hubiese sido así, Jesús los hubiera reprendido a ellos. Su motivación era correcta, había sido aprobada por el Mesías. Es a sus discípulos que dice : “Dejad a los niñitos”. El sentido del verbo es “Dejadlos en paz, no les molestéis”. La razón que da Jesús para ordenar a sus discípulos que dejen de impedir a los pequeños que acudan a él es: “porque a los tales, es decir, a ellos y todos los que son como ellos en humilde confianza (Mat.18:2-4) pertenece el reino de los cielos”. En cuanto a “reino de los cielos”, lea Mat.4:23; 13:43. En este caso, el versículo quiere decir que en principio todas las bendiciones de la salvación pertenecen aun ahora a estos pequeños, hecho que se iba a lograr progresivamente aquí en la tierra y en forma perfecta en la vida venidera. v.15) Y él puso las manos sobre ellos y se fue de allí. La imposición de las manos era el acto simbólico que indicaba y acompañaba la bendición real que se otorgaba entonces y allí a estos pequeños. Mr. 10:16 nos informa que en forma amorosa el Maestro los había tomado en sus brazos. No leemos que Jesús haya orado por ellos, aunque esto también había estado incluido en el deseo de los padres al traer a sus pequeños a Jesús (v.13). Debido a esta omisión algunos han sacado la conclusión que el Señor, consciente de su igualdad con el Padre (Jn.10:30), sentía que no era necesario pedir al Padre que otorgara una bendición a estos pequeños. El mismo podía bendecirlos. Pero, ¿no era la oración, incluida ciertamente la intercesión, una característica del Salvador en su estado de humillación? (Mat.11:25-26; 14:19; 15:36; Luc.6:12; Jn.11:41, 42 y cap. 17. Y aun en su estado de exaltación, ¿no vive siempre para interceder por los suyos (Heb.7:25)? Ciertamente no es necesario que el evangelista lo exprese todo en forma detallada. Los padres habían llevado sus pequeños a Jesús para que él les impusiera las manos y orara por ellos para bendecirlos. Creemos que Jesús satisfizo plenamente el deseo de ellos.

No debe escapar de nuestra atención el hecho de que el Señor considerara a estos pequeños como que estaban ya “en” el reino, que ya ahora eran miembros de su iglesia. Definitivamente no los consideró como “pequeños paganos”, que vivían fuera de la esfera de la salvación hasta que por un acto propio se “unieran a la iglesia”. Los consideraba como “simiente santa” (1° Cor.7:14). Hay que recordar que los que llevaban a sus niños a Jesús deben haber tenido fe en él. Esta fe podría no haber estado muy adelantada todavía, pero había progresado lo suficiente como para que estas personas creyesen que el Maestro era mucho más que un médico para los que estaban físicamente enfermos. REFLEXION PRACTICA : ¿lo está la nuestra fe hoy, así ?, donde estamos llevando a nuestros bebés, hijos, adolescentes y jóvenes cuando se enferman, los llevamos primero a Jesús, pedimos que oren por ellos? Que le bendigas?, analicemos.

No nos da la impresión que estos niños estuviesen enfermos o moribundos. Sin embargo, fueron llevados a Jesús para que los bendijese. El hizo esto en conformidad con todas las promesas del favor divino para los creyentes y su simiente (Gn.17:7, 12; 21:4; 1°Sam.1:22; 2:18; Sal. 103:17; 105:6-10; Isa. 59:21; Hch.2:38-39), para mencionar sólo unos pocos).

En la obra de salvación es siempre Dios quien está primero, nunca el hombre (Jn.3:3, 5; 6:37; 1° Jn.4:19). . ¡Qué maravilloso que en años posteriores los padres pudieran decir a su niño, al llegar a la edad del discernimiento: “Piensa en ello, cuando tú, hijo mío, eras un bebé de pecho, Jesús te tomó en sus brazos y te bendijo. Entonces ya eras el objeto del tierno amor de Dios. Y desde entonces él siempre ha estado contigo. Entonces, ¿cuál es tu respuesta?” Basados en pasajes en este pasaje (y otros paralelos) se debe considerar bien fundada la doctrina que, puesto que los hijos de los creyentes pertenecen a la iglesia de Dios y a su pacto, un signo de fe al bautizarlos, también puede considerarse como un signo y sello de tal hecho, pero como dijimos, en la fe de los padres. En los años posteriores, a través de la instrucción de los padres, la bendición divina recibida anteriormente se convierte en un poderoso incentivo para la sincera entrega de todo corazón a Cristo en forma personal. Por supuesto, esta entrega personal es necesaria (Jos.24:15;Mat.10:32; 11:28-30). La invitación ardiente y digna de atención que Dios hace: “Dame tu corazón” (Pro.23:26), debe ser así como lo dice el Himno “Que mi vida entera esté, consagrada a ti, Señor…todo tuyo quiero ser”. La sola prohibición “no impidáis a los niños que vengan a mí” implica: “dejad que vengan a mí”, puede significar “A medida que los niños crecen, que “los padres hagan todo lo que está en su poder para conducirlos al punto de recibir voluntariamente a su gran Redentor, Jesucristo, para que sea su Salvador y Señor”.

Alguno podría presentar la objeción: “¿Cómo pudo ser que Jesús dijera aun ahora que estos pequeños ya eran ciudadanos del reino, herederos de la salvación? ¿No sabía que por lo menos algunos de ellos podrían volverle la espalda en los años venideros? ¿Por qué este enfoque distintivamente positivo?” La respuesta es que, como lo señalan claramente las diversas referencias dadas en páginas anteriores, el Señor por regla general reúne su iglesia del círculo de los padres creyentes y sus hijos. Así como Jesús dijo muchas cosas maravillosas acerca de los Doce (Mat.10:29, 30, 40 etc.) sin agregar inmediatamente: “Excluyo a Judas”, así también se debe entender aquí, que los niños que en los años venideros rechazan al Señor y persisten en su incredulidad no son salvos. Habiendo bendecido a los niños, Jesús salió de la casa, quizás también del lugar (aldea o ciudad) donde estaba.

CONCLUSION

Qué grande son siempre las respuestas del Señor Jesucristo. Frente a las torpezas de los discípulos, que en vez de apoyar a los padres que traían a sus niños (incluso bebés) a Jesús (Hoy a la Iglesia), los reprendían. Pero como el Mesías venía a lo suyo, les corrigió para que entendieran que no hay impedimento alguno, que el reino de Dios es de ellos si siguen estando siempre con su Salvador y un día en plena certidumbre de fe ser sellados como sus hijos. No cometamos hoy el mismo error de los discípulos y veamos con que amor los tratamos, para que no se revelen contra Dios por culpa de la religiosidad de los sistemas o desamor humano. Gracias Señor Jesús, por el evangelio que se observa claramente en esta lección. Amén.

(Nota : La imagen que se muestra en la Web, con esta lección, es solo una expresión de arte de un pintor asociada a estos versos.)

APOYO ESTUDIO: IB MITEI

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