Lección: Mateo 20:1-16 Texto: 1°Pedro 1:13
INTRODUCCION
Analizando profundamente el evangelio de Mateo, lo único
que hemos estudiado en todo el libro, es respecto de la vida eterna en la presencia
de Dios, y como Jesús enseña el medio, forma y manera por la cual se llegará
allá. No sólo en los sermones, parábolas, si no también en cada situación,
pregunta o circunstancia que el Mesías vive naturalmente junto a sus discípulos
y las demás personas que le siguen. La trazabilidad del mensaje es una sola: la
redención del hombre, no importante su condición o estado inicial al llegar a
Jesús. En esta clase no hay una desconexión al tema, sino que se prepara para
la explicación del último verso anterior,
con una parábola que tiene un peso espiritual trascendente en todo
tiempo.
DESARROLLO
v.1-8) Comenzando con “porque” nos da la razón
de la intención de aclarar lo que se acaba de decir (“Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.” Mat.19:30)
, sigue “El
reino de los cielos es como el dueño de una viña …” quiere decir algo más o
menos como esto: “Lo que sucede cuando el reino de Dios se manifiesta en su
fase final, en el día del juicio, puede compararse con lo que ocurrió, en la
siguiente ilustración, entre el propietario de una viña y sus obreros,
cuando éstos recibieron su paga o sueldo al final del día por el trabajo
realizado”. El “propietario” es literalmente “un señor de la
casa”. Aquí se le presenta como un hombre rico, uno que tiene una propiedad que
consiste de una residencia más una gran viña. Esta viña es el objeto de su
especial cuidado. Requiere la labor de muchas manos. El solo hecho de que
Jesús aquí vincula el concepto “reino de los cielos” con “señor de la casa” o
“propietario de una viña” muestra que él llama inmediatamente la atención al
hecho de que Dios es el “propietario” de todo, y por lo tanto también el
soberano ordenador de los destinos de los hombres. Por supuesto, aun las mismas
expresiones “reino de los cielos” o “de Dios” enfatizan el mismo pensamiento:
el derecho de reinar es suyo, no nuestro. La salvación en todas sus fases es un
don gratuito de su parte, no el producto del esfuerzo humano. Ahora bien,
aunque este dueño tiene un “mayordomo” o “capataz” (v. 8), a quien ha asignado
el cuidado de la viña y la supervisión sobre los que trabajan en ella, sale él
mismo al amanecer para contratar obreros. V.2) Habiendo llegado a un acuerdo
con los obreros por un denario al día, los envió a su viña. El punto que hay
que notar en esta conexión es que evidentemente hay una conversación entre el
dueño y los posibles obreros. La parábola no dice si hubo o no regateo, es posible
que cuando el dueño propuso un denario por el día, los hombres inmediatamente
consintieran, comprendiendo que este era el salario normal diario tanto para
soldados como para obreros. Por supuesto, puede haber habido alguna
conversación respecto de las condiciones. Sin embargo, un punto es claro: estos
hombres consintieron en ir a la viña y hacer el trabajo que se les pida a
cambio de un salario solamente, no pensando en el gozo de trabajar en tan buen
lugar para tan noble señor y con tal propósito que es de valor. Se “llegó a un
acuerdo”, “se hizo un contrato de trabajo, con ellos”. Así se van para trabajar
en la viña. (Para ese tiempo y edad un denario por día se consideraba una
remuneración justa para un día de trabajo). La viña era grande, con necesidad
de atención constante, se necesitan urgentemente muchas manos, por lo que no
nos sorprende que el dueño quisiera más trabajadores: V.3) Y salió como a la
hora tercera (9 de la mañana) y vio a otros parados en la plaza del mercado sin
nada que hacer, generalmente se reunían los desempleados en la plaza del
mercado, y vio a otros parados “sin trabajo”, literalmente. V.4) El les dijo:
Id también vosotros a mi viña y lo que sea justo os daré. Hay que notar que
estos hombres no entran en acuerdo de salario con el dueño. Ellos confían en
él, plenamente convencidos que cuando les dice que les dará lo que es justo
hará exactamente eso. V.5) Y ellos fueron. Volvió a salir aproximadamente a las
horas sexta y novena, e hizo lo mismo. A las doce (mediodía) y a las
tres de la tarde el dueño vuelve al mercado y contrata más obreros. Estaban
contentos de ser contratados y de poder trabajar aunque fuera sólo una parte
del día. Con respecto a ellos el propietario “hizo lo mismo”. ¿Significa esto
simplemente que los contrató o que a ellos también les dijo: “Lo que sea justo
os daré”? De todos modos ellos no ofrecen objeciones. No hacen preguntas pero
con gozo se van al trabajo. Luego en el verso 6 y 7, incluso a las cinco de
la tarde (undécima hora=17:00 hrs.) contrata a otros que estuvieron todo el
día parados y los manda a la viña. ¡Qué extraño es contratar hombres a las
cinco de la tarde para una hora de trabajo! No hay regateo. Gustosos los
hombres aceptan la invitación de entrar en la viña. ¿No han dejado en claro al
dueño que la única razón para estar en el mercado sin hacer nada es que nadie
los había contratado?. Luego aparece la primera sorpresa al final del v. 8. Cuando
al atardecer, el dueño de la viña le dijo al capataz: Llama a los obreros y
págales el jornal, comenzando con los (que vinieron) últimos y terminando con
los primeros. “Al atardecer” : Aquí comienza a aparecer el verdadero
sentido, la lección principal; porque este atardecer
indiscutiblemente señala hacia el ocaso de la historia del mundo y de la
iglesia, el gran día del juicio final y de la manifestación del reino de Dios
en toda su gloria. (En Mat. 19:28 Jesús ya indicó lo que ocurrirá cuando llegue
aquel día.)
v.9-16) Los salarios
generalmente se pagaban cuando se había completado la jornada de trabajo (Lev.19:13; Deu.24:15). Sin embargo, lo
que es extraño es que se dice al capataz que cuando llame a los obreros para
pagarles, primero debe pagar a los que empezaron a trabajar en último término,
a las cinco de la tarde; luego a los de las tres y así hasta pagar finalmente a
los que habían llegado primero. Es claro que este orden sorprendente está en
armonía con la regla establecida en el v.16 (o también Mat.19:30): los
últimos serán primeros, y los primeros últimos. Además, los que habían
venido primero debían tener la oportunidad de ver lo ocurrido al final del día
con los que habían llegado más tarde. Si se hubiera aplicado la regla más común
“los primeros en llegar se atienden primero”, los primeros en llegar habrían
tomado su dinero y se habrían ido sin ver lo que había ocurrido a los demás. Es
indudable que los hombres que comenzaron temprano, se desilusionaron y alegaron
la supuesta injusticia, que además de pagarles al último a los primeros, era
que el monto era el mismo para todos. Los que habían trabajado solamente una
hora reciben la grata sorpresa de un denario por solamente una hora de trabajo,
los cuales seguro estaban calladitos. Luego en el verso 11 y 12, los que
comenzaron primero, lo tomaron y comenzaron a murmurar contra el dueño de la
viña, diciendo: Estos que vinieron último han trabajado (solamente) una hora,
sin embargo los has puesto a la par con nosotros que hemos soportado el arduo
trabajo y el calor agobiador del día. Durante la distribución de los jornales
el dueño mismo está también presente. Los empleados prontamente comprenden que
es a él, más que el capataz, a quien deben presentar sus quejas si es que
tienen alguna. Y, por cierto, los primeros llegados tienen quejas. Se nos dice
que ellos “comenzaron a murmurar” o “estaban murmurando”. El tiempo mismo del
verbo (imperfecto) muestra que el énfasis está o en el principio de su acto o
en su persistencia. La palabra usada en el original es una onomatopeya,
es decir, la imitación de un sonido, como equivalente a : gruñir, rumorear,
murmurar. Ellos no solo estaban descontentos con lo que recibieron, sino
envidiosos de lo que los otros recibieron, dejando así notar la clase de personas
que eran. Para ellos el dueño de la viña, los había tratado a los otros con
demasiada generosidad y peor aún que tuvieron que esperar hasta el final para
recibir su paga pactada.
Pero por este descontento ellos mismos iban a ser
reprendidos, habiendo cometido un triple pecado:
a. el espíritu mercantil (materialista) que los había marcado desde el
principio;
b. el no reconocer los derechos del dueño; y
c. una envidia excesiva.
En este orden se denuncia esta triple raíz de la infelicidad de ellos
des de el verso 13 al 15. “Pero él respondió a uno de ellos: Amigo, yo no te
estoy haciendo injusticia; ¿no acordaste conmigo por un denario? Toma lo que es
tuyo y vete. Yo quiero darle a este último tanto como te doy a ti. ¿No tengo
derecho a hacer lo que me plazca con lo que es mío? ¿O estás envidioso porque
yo soy generoso?” Esta triple delación aquí se presenta como una conversación
de corazón a corazón, en una conversación clara del dueño con uno de los que se
quejó, probablemente uno que representaba a los demás. La refutación de la
queja fue completa y aplastante. Todo lo que se dejó al murmurador fue tomar el
denario e irse a casa.
En armonía con la explicación dada, ahora podemos decir que la intención
verdadera de la parábola se implica claramente en el v. 16. Así, los últimos
serán primeros, y los primeros últimos.
Así que el “punto” o la lección principal es éste: No vaya a estar entre
los primeros que serán últimos. Esto se podría subdividir como sigue:
1. Evitar el ser presa de un espíritu de trabajar por el jornal en
relación con las cosas espirituales (además de 20:2,13 también el contexto en Mat. 19:16, 22, y lo
que se dijo en relación con 19:27).
2. No dejar de reconocer la soberanía de Dios, su derecho de
distribuir su favor como a él le parece bien (además de 20:14b, 15a, nuevamente
el contexto, 20:23).
3. Permanecer lejos
de la envidia (verso 15b, sen el contexto general, 18:1; 20:20-28). El
anhelo de cada discípulo de ser el mayor de todos, ¿no estaba demasiado cerca
de la envidia repulsiva y destructora del alma?
REFERENCIAS : Isa.5:1-2; Jer.25:4; Luc.12:42; 1°Ped.4:10; Mat.21:31; Col.4:1; 1°Tim.5:18.
CONCLUSION
Jesús no está condenando a sus oyentes, sino ampliando la
respuesta a la pregunta de Pedro en Mateo 18:1. Magistralmente nos enseña hoy
que la relación entre las cosas espirituales como medida de Dios en nuestro
favor no tiene cuantificación humana o terrenal, pese que la clase pasada también,
otra vez Pedro, preguntó que ganarían por dejarlo todo por Él. El dueño de la viña
envió a su capataz (Jesús nuestro Mesías) y al final, todos los contratados
para trabajar para Él recibirán la misma paga. REFLEXION PRACTICA : Hoy cuando
los hombres miden los éxitos de las iglesias, de los pastores, de los
ministerios incluso de la congregación, solo en el aspecto material, visible, de
lo que tienen y reciben aquí, no están acorde a lo enseñado por Jesús en esta
parábola. Estemos contentos con lo que Él nos añade porque nuestra recompensa (sueldo
o paga) será la misma en la eternidad, hayamos llegado antes que otros o no, si
somos fieles y acudimos al llamado de ser trabajadores para Su Gloria. Amén. 2°Tes.2:13-14.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI