Lección: Mateo 6:5-8 Texto: Mateo 23:14
INTRODUCCION
Para poder usar la única arma de ataque que tiene
el cristiano, la Palabra de Dios, según nos enseña el apóstol Pablo en
Efesios 6:17b, que es la espada del Espíritu, por donde éste llega, se canaliza
o penetra, Jesús lo dijo en Juan 6:63b indicando que “sus palabras son espíritu
y son vida”, el hombre de Dios debe estar en comunión, en una íntima relación con
Él, para poder aplicar esta palabra a su vida y luego poder transmitirla. La
oración debe ser una necesidad diaria para un cristiano verdadero. Jesús corregirá
nuevamente a los escribas y fariseos en cómo se debe realizar la oración que
llega al Padre y que lo mantiene unido a Él.
DESARROLLO
Hay dos palabras que debemos definir antes : 1) Ora (orar;oración)
= del griego proseújomai de “pros”; preposición de
dirección; hacia, i.e. hacia (con el genitivo el lado de, i.e.
pertinente a; con el dativo por el lado de, i.e. cerca a; por lo general
con el acusativo, el lugar, tiempo, ocasión, o respecto, que es el destino
de la relación, i.e. a lo que o por lo que se enuncia en el predicado):- acercar,
las cosas (necesarias). En composición denota esencialmente las mismas
aplicaciones, es decir, movimiento hacia, acceso a, o cercanía a. y “dianoígo”
: abrir completamente, literalmente (como primogénito) o
figurativamente (exponer):- abrir, declarar.; a Dios, suplicar,
adorar, pedir. (Dic.Strong Español)
2)
Hipócrita = del griego jupokrités, de jupokrínomai voz media de bajo,
sujeto y pensar, acordar; decidir (hablar o actuar) bajo una parte
falsa, i.e. (figurativamente) simular (fingir):- simular.; actor
bajo un carácter asumido (actor en escenario), i.e. (figurativamente) simulador.
(Dic.Strong Español)
V.5 > En aquel tiempo en el templo se
ofrecían sacrificios, incluidas oraciones, “dos veces al día, en la mañana
temprano y a la hora novena” (3:00 pm). También había un servicio a la puesta
del sol. Naturalmente, si uno vivía en Jerusalén o estaba cerca de la ciudad y
podía llegar a tiempo al templo, ese sería para el israelita devoto el
mejor lugar para orar (Luc. 18:9, 10; Hch. 3:1).
De otro modo, bien servía la sinagoga, o aun la misma calle. La
Escritura en ningún lugar condena la oración pública (2° Cr. 6:14–42; Neh. 9;
Hch. 4:24–31), ni la oración individual ofrecida en un lugar público. Todo esto
se podía, ya que “acercarse a Dios para
declarar nuestra acción de gracias, alabanza, adoración, confesar nuestros pecados,
peticiones personal, intercesión por las necesidades de los demás, etc, es necesario
y define el destino de mi relación con Él”. La oración es una necesidad
para cada uno de los hijos de Dios de su pueblo, iglesia y remanente fiel. Lo
que sucedía era que ellos lo hacían con una motivación y propósito para “ser
vistos por la gente” y ser admirados por ellos, esto es lo que Jesús condena. Y
al igual que en las otras enseñanzas anteriores nos indica que ellos ya tienen
su recompensa, que es la misma, sólo que algunos los vean y quizás los aprueben,
pero en la profundidad de su corazón lo hacían para ellos, para su ego, para el
hombre y no para Dios. Es el corazón verdadera y humildemente dedicado a
Dios el que recibe la aprobación divina (Juan 4:24). Ahora enseñará como debemos hacerlo, para que
Él reciba nuestra declaración sin ninguna simulación.
V.6 > a) “Entra en tu aposento”
: La idea no es que debe haber un cuarto
aparte para la oración. Como señaláramos antes, las casas de muchos de los que
estaban oyendo tenían solamente un cuarto. El sentido de éste: si hay un cuarto
privado úsalo para tus oraciones privadas; si no, busca un lugar donde no te
vean. No trates de hacerte notar. Sin embargo, el énfasis principal ni siquiera
está en el lugar de la oración sino en la actitud de la mente y el corazón. El
pensamiento subyacente real no es lo secreto, sino la sinceridad. La razón de mencionar
el lugar secreto es que el adorador sincero y sencillo, el que no está
interesado en exhibirse públicamente con el fin de enaltecer su prestigio,
encontrará el rincón oculto como lo más apropiado para sus devocionales.
“cierra la puerta” : (Lea 2° Rey. 4:33; Isa. 26:20) hace que el lugar
secreto sea más secreto. En cuanto al objeto de la oración, el Padre, no
solamente ve en secreto (v. 4), sino también está en secreto: él llena todo
lugar secreto con su presencia (al igual que los lugares públicos), sin embargo
trasciende toda limitación espacial (1° Rey.
8:27; Sal. 139:7–10; Isa. 66:1; Jer. 23:23, 24; Hch. 7:48, 49; 17:27, 28).
El que ora con
la disposición correcta del corazón y de la mente, es bendecido como en el v.
4: y “tu Padre que ve en secreto te recompensará”. El hombre que así ora
tendrá paz de mente y corazón. Sabrá que en su amor infinito, dará al que
suplica lo que sea mejor para él y para todos los interesados. También sabrá
que este mismo Padre “es capaz de hacer infinitamente más que todo lo que
pedimos o imaginamos”. (Efe.3:21-21)
V.7 > “vanas repeticiones” : Esta
era una práctica pagana y que algunos usaban, Jesús lo indica en Mar.12:40 y Luc.20:47, como largas palabrerías, la
verborrea u oraciones escritas que hacían, pensando que así era mejor. Los
paganos repiten y repiten sus oraciones porque piensan que mientras más larga y
ruidosamente oran, mayor será la posibilidad de éxito en la recepción de lo que
desean. La oración de los sacerdotes de Baal ofrece un ejemplo notable: “Invocaron
el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía”. Podemos ver también ejemplos
de hoy como los budistas tibetanos, un cilindro que gira sobre un eje con
oraciones escritas en él. También quienes con un rosario en la mano llevan la
cuenta de diez decenas de Ave Marías, cada uno precedido de un Padrenuestro y
seguido de un Gloria. ¡Como si la aceptabilidad de nuestras oraciones
dependiera, al menos en parte, del número de palabras que usamos o del número
de oraciones que disparamos!. A esto está apuntando el Señor Jesucristo. Por el
contrario, las oraciones más notables y fervientes de las Escrituras son breves
y concisas como las de:
Moisés (Exo. 32:31, 32), Salomón (por un corazón
entendido, 1° Rey. 3:6–9), Elías (1 R. 18:36, 37), Ezequías (2° Rey. 19:14–19),
Jabes (1° Cró. 4:10), Agur (Pro. 30:7–9), el publicano (Luc. 18:13), el ladrón moribundo (Luc. 23:42), Esteban (Hch.
7:60), y Pablo (Efe. 3:14–19).
A esta clase pertenecen también las muchas oraciones de una sola frase o las
exclamaciones de Nehemías (Neh. 4:4, 5; 5:19; 6:9; 13:14, 29, 31). También, la
oración sacerdotal o intercesora de Cristo difícilmente puede llamarse extensa
(Juan 17), y la oración del Señor,
que él enseñó a sus discípulos, ciertamente se caracteriza por su brevedad, esta
será estudiada en profundidad en la siguiente Escuela.
V.8 > Este verso cubre el error de las formas (indicadas en los 3 versos previos) en que se quería posicionar el orador como alguien especial que largamente recitaba palabra, para que lo vean y así ser oído no solo por Dios, sino también por sus hermanos, indicando Jesús con autoridad que “antes que vosotros le pidáis”, este maravilloso Padre, “sabe de que cosas tenemos necesidades”, gloria a Dios por la omnisciencia de Dios, que es un atributo absoluto de Él. Amén. Esto implica que Dios no está falto de información, ignorante de nuestras necesidades, tampoco que exija una explicación detallada de la situación para que entienda, ya que antes que oremos con corazón sincero, Él ya los sabe. Quizás alguno puede pensar ¿entonces para que orar?, sin embargo, el que pone tal objeción no comprende el verdadero sentido. Jesús no estaba condenando el derramamiento del corazón (acuérdese de la primera bienaventuranza), ni siquiera cuando tal derramamiento contiene una breve declaración de ciertos hechos ya sabidos por Dios. Esto está enfocado a que así como un padre o una madre terrenal entienden completamente a su hijo y conocen su necesidad mejor que cualquier extraño, es por eso, que el hijo acude a él o a ella (o a ambos) con sus peticiones, esto es lo que padres amantes quieren que haga un hijo. Cuánto más Dios, tanto en las necesidades espirituales como en las terrenales (Isa.57:15, Sal. 81:10; Juan 15:7; Heb. 4:14–16; Stg. 4:2) lo que condena Cristo condena es el espíritu de temor y desconfianza de sus hijos, la forma soberbia del corazón para tener una relación con el dador de la vida.
CONCLUSION
La
efectiva Palabra de Dios en nuestras vidas, hace que tengamos una comunión con
Él, esta sólo se consolidará con una vida de oración, constante (no religiosa),
sincera (no hipócrita), en quebranto si es necesario, segura en convicción,
firme y dependiendo de cómo esta sea, será la respuesta positiva o negativa de
Dios, quien conoce todas las cosas. Sin oración no hay respuesta. El
evangelio no es para pedir a Dios que quite todo lo malo que a mí no me
gusta y agregarme lo que si, sino para pedir a Dios que quite todo lo malo que
a Él no le gusta y así añadirá lo necesario. Amén.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI