JUZGAR A LOS DEMAS

JUZGAR A LOS DEMAS

Lección: Mateo 7:1-6 Texto: Romanos 2.1

INTRODUCCION

Los Diez Mandamientos fueron escritos en dos tablas. Jesús resumió esta ley en las conocidas palabras de Mat. 22:37–39 “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón … y amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estudiamos que el Padrenuestro contiene dos grupos de peticiones, donde el primer grupo apunta hacia Dios y el segundo hacia el hombre. También en el Sermón del Monte considerado como un todo, hemos advirtiendo que siempre la base es mejorar el entendimiento y la práctica de la ley de Dios. Recuerde incluso lo que dijo Jesús hace dos versos atrás (Mat.6:33), que quien buscaba el reino de Dios y Su justicia sería sustentado. Habiendo resumido el deber del hombre hacia Dios (Cap. 6), ahora declarará sus obligaciones hacia el prójimo (7:1–12). Los dos deberes están relacionados, porque el hombre es imagen de Dios. Hemos llegado a la parte del Sermón que tiene que ver con la esencia de esta justicia con respecto a la relación del hombre con el hombre.

DESARROLLO

V.1-2 > ¿Qué quiso decir exactamente el Señor cuando dijo: “No juzguéis”? ¿Quiso decir que toda forma de juzgar y sin ninguna calificación queda prohibida, de tal modo que no se nos permite formar opinión ni expresarla con respecto al prójimo, por lo menos que con respecto a él jamás debemos expresar en voz alta una opinión adversa o desfavorable? A la luz de lo que Jesús mismo dice en el verso final de la lección (v. 6), donde indica que debemos considerar a ciertos individuos como perros y puercos, y a la luz de la Escritura en versos como (Jn. 7:24; 1°Cor. 5:12; 6:1–5; Fil. 3:2; Tito 3:2, 10; 1° Jn. 4:1; 2° Jn. 10; 3° Jn. 9), y de muchos otros pasajes que se podrían agregar, es claro que no se trata de una condenación tan completa contra la formación de una opinión acerca de una persona y de expresarla.

Jesús mismo había llegado a ciertas conclusiones acerca de los escribas y fariseos, y no vaciló en expresarlas (Mat. 5:20; 6:2, 5, 16). Aunque es cierto que nosotros no podemos leer lo que está en el corazón de nuestro prójimo, en la forma que Jesús podía hacerlo (Jn. 2:24, 25), de modo que nuestro juicio debe ser más reservado y nunca ser final, nada hay en la enseñanza sea de Cristo mismo o de los apóstoles después de él que nos exima de la obligación de formarnos opiniones acerca de las personas y actuar sobre esa base, lo cual también implica que a veces será nuestro deber expresar nuestros juicios. Este v.1) ha sido usado a veces para excusar el descuido en el ejercicio de la disciplina eclesiástica, pero a la luz de su contexto, y también de 18:15–18 y Jn. 20:23, tal uso de este pasaje no tiene justificación alguna.

V.3-5 >  La palabra usada aquí es kárfos de κάρφω kárfo  (marchitar, secarse); rama o paja seca:- paja ; que es lo que se estaría mirando en el ojo del hermano, en vez de observar la dokós de percibir (mediante la idea de sostener); viga de madera:- viga que pudieramos tener nosotros. Aquí Jesús esta comparando una mota en el ojo (que no tiene peso, pequeño trocito de viruta o aserrín) con una árbol procesado (de mucho peso, pesado madero usado en construcción como soporte horizontal del enmaderado de la techumbre), los cuales no tienen comparación y una diferencia abismante. El Señor nos comienza a dar la clase magistral de cómo debemos vernos primero, nosotros a nosotros mismos, antes de tratar a otra persona y definirla integralmente. Aquí el Maestro está condenando el espíritu de censura, el juicio áspero, el justificarse a sí mismo juzgando a los demás, el juicio sin misericordia, sin amor, como también lo enseña claramente el pasaje paralelo (Luc. 6:36-37). Ya que siempre para Dios está primero la misericordia, el perdón y al final de todo será el juicio. Él es amor y al final será juego consumidor (aún no lo es para nosotros ni para esta humanidad Perdida, ya que aún los espera para salvarlos).  Esto implica que no es malo ser analítico, crítico o discriminar entre los actos de una persona u otra frente a la Palabra, si no lo malo es ser hiper-crítico hasta el punto de llegar a enviarlo al infierno y no darle esperanza alguna, solo Satanás y sus ángeles caídos no la tienen. Uno debiera evitar el decir lo que es falso (Exo. 23:1), innecesario (Pro. 11:13), y cruel (Pro. 18:18).  Ejemplo bíblico del A.T de esto es David cuando condenó a muerte al rico que, según se le había hecho creer a David, había robado y muerto la corderita del pobre, no comprendiendo que al condenarlo de ese modo David se estaba condenando a sí mismo (2° Sam.12:1-7). Esta inclinación a descubrir y condenar severamente las faltas reales o imaginarias de los demás, mientras se pasan por alto con ligereza las propias que con frecuencia son más graves violaciones de la ley de Dios, era común entre los judíos, especialmente entre los fariseos (Luc. 18:9; Jn. 7:49), y es común en todo lugar. La persona justa ante sus propios ojos, que tiene por costumbre andar encontrando faltas en los demás, debe recordar que él mismo puede esperar ser condenado, y esto no solamente por los hombres sino también especialmente por Dios, como aprendimos en Mat.6:15. El mismo juicio se empleará para esa persona, la misma vara lo medirá, esta huincha de medir es perfecta y tiene diez unidades de medida (Los 10 mandamientos), aplicables a la humanidad, a Israel y a la Iglesia de este siglo. Todos estamos bajo la misma plomada de albañil (Amós 7:7). ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con suficiente claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano. Los oftalmólogos (oculistas) de ese tiempo a que se refiere Jesús eran los escribas y fariseos, que pese a profesar la fe y obediencia correcta a la ley, solo “confiaban en sí mismos como justos y despreciaban a los demás” (Luc.18:9). La verdad que con esa actitud era ciegos queriendo operar los ojos de los demás. Por lo tanto, se refiere a toda persona que tenga inclinaciones farisaicas. Puesto que en los corazones de todos, incluidos aun los seguidores de Cristo hasta al punto que no han sido transformados por la gracia, se aloja un fariseo, la conclusión a que se llega es que este pasaje se aplica a todos, en el sentido que todos necesitamos examinarnos a nosotros mismos (1° Cor. 11:28a), para no andar hallando faltas en los demás y procurando corregirlos sin un autoexamen y la aplicación de autodisciplina.  Una persona puede ser muy buena en sus propios ojos, pero, si no es humilde, entonces, como Dios lo ve, aquel tiene una viga en su ojo, la viga de la justicia propia. Como ya indicamos no está Jesús diciendo que no exista la disciplina mutua (por eso dice que se puede uno quitar la viga primero, para después poder quitar la mota del hermano), si no está condenando el absolutismo condenatorio, que a la verdad sólo le compete a Él, como el gran y perfecto Juez.

V.6 > Hemos separado este verso, por la profundidad de la conclusión que otorga a los anteriores. “Hermanos”, los “perros” o “cerdos” no deben ser tratados en igual forma. Los creyentes deben discriminar cuidadosamente. Entre los judíos los perros de la calle eran tenidos en poca estima. Aquí la referencia no es a los pequeños perros mascotas sino a los perros vagabundos, grandes, salvajes y feos. Uno podía verlos en todas partes, vagando por la basura y los desperdicios arrojados a la calle, como hoy en día. Eran considerados sucios e inmundos (Pro. 26:11; 2° Ped. 2:22; Apo. 22:15). Amenazan (Sal. 22:16-20), aullan y gruñen (Sal.59:6), son codiciosos y desvergonzados (Isa. 56:11). En resumen, son despreciables (2° Sam. 9:8; 16:9; 2° Rey. 8:13). Ser comido por perros era señal de que sobre una persona estaba una especial maldición de Dios (1° Rey. 14:11; 16:4; 21:24; 1° Rey. 21:19; 22:38).

En cuanto a los cerdos o puercos ,se les considera despreciables e inmundos también (Lev. 11:7; Deu. 14:8). En Isa. 65:4; 66:3, 17 se llama abominación al acto de comer carne de cerdo. Para el hijo pródigo el ser enviado a los campos a dar de comer a los puercos debe haber aumentado su miseria (Luc. 15:15-16).

Es claro que Jesús usa en forma sinónima las expresiones “lo santo” esto es, apartado de lo común, que está en estrecha relación con Dios y consagrado a él y “perlas”. La palabra griega que se traduce perlas es margaritas, de donde vienen los nombres Margarita y Rita. Las perlas, obtenidas del golfo Pérsico o del océano Indico, tenían precios fabulosos, muy por encima del poder comprador de la persona promedio. A fin de obtener una perla de gran precio un comerciante podía verse en la obligación de vender todas sus posesiones (Mat. 13:46; 1° Tim. 2:9; Apo. 17:4; 18:12, 16; 21:21).

Combinando todos estos elementos Jesús está diciendo que cualquiera cosa que esté en una relación especial con Dios y, en consecuencia, es muy preciosa, debiera ser tratada con reverencia y no ser confiada a quienes, debido a su naturaleza malvada, viciosa y vil, pueden ser comparados con los perros y los puercos. Los discípulos de Cristo no debieran seguir llevando indefinidamente el mensaje de Cristo a quienes hacen escarnio de él. Por supuesto, hay que tener paciencia, pero hay un límite, hasta Dios lo tiene y lo tendrá. Llega un momento en que la resistencia constante a la invitación del evangelio de la gracia debe ser castigada con la retirada de los mensajeros de estas buenas nuevas. Los dichos y actos de Jesús siempre fueron consecuentes y esto que Él enseña es lo que hace pacientemente con Tomás (Jn. 20:24-29) y con Pedro (Jn. 21:15-19), pero para Herodes Antipas, que con frecuencia había recibido advertencias (Mar. 6:20) pero había descartados todas estas amonestaciones, Jesús no tuvo ni una sola palabra (Luc. 23:9). Pronunció una maldición sobre Capernaum, porque no había recibido de corazón sus mensajes ni había aplicado a su propia situación la lección enseñada por sus poderosas obras (Mat. 11:23). Instruyó a sus discípulos que no permanecieran demasiado tiempo en aquellos lugares que rechazaban sus predicación (Mat. 10:14, 15, 23). En la parábola de la higuera estéril (Luc. 13:6–9) mostró que la paciencia de Dios, aunque es prolongada, no es algo que no tiene término. Pr. 29:1.

Los apóstoles tomaron esta lección con todo el corazón, como vemos, por ejemplo, en el caso de Pablo (Hch. 13:45, 46; Rom. 16:17, 18; Tito 3:10). Seguir indefinidamente en la compañía de los que ridiculizan la religión cristiana no es justo para los demás campos que están esperando nuestro servicio, especialmente en vista del hecho de que la mies es mucha pero los obreros pocos. Además, la capacidad de los discípulos para soportar la persecución de modo que serán suficientemente vigorosos para continuar la obra en otro lugar, tiene sus límites; nótense las palabras del Señor (No arrojéis vuestras perlas delante de los cerdos) no sea que las pisoteen, se vuelvan y os hagan pedazos. En la ilustración, Jesús pinta los cerdos en el acto de pisar las perlas con los pies, tratándolas con completo desprecio. Podría ser una sugerencia correcta que, dado que las perlas parecen arvejas o bellotas, estos cerdos, habiendo gustado glotonamente unas pocas, y habiendo descubierto que nada pueden hacer con ellas, en ira las pisotean y, volviéndose, atacan y destrozan a quienes arrojaron esas cosas no comestibles delante de ellos. Es como si Jesús dijera: “No permitáis que esto ocurra a la perla de la proclamación del evangelio ni a vosotros mismos”.

CONCLUSION

Claro que podemos pesar las cosas que los hombres hacen, conforme la palabra de Dios en base a los diez mandamientos en todas sus formas. Emitir un juicio y determinar, sin condenar a nadie para que nosotros tampoco lo seamos en el día del juicio. Podemos disciplinarnos como hermanos en Cristo por la Palabra, mostrando a través de ella el error, orando por el hermano y esperar que comprenda, para llegar a ser restaurado. La disciplina es sobre el pecado, e implica corrección y restauración. Ahora, si la persona rechaza (“lo santo”) y toma esa preciosa enseñanza (“perlas”), en el oficio del ministerio se podría dejar de atenderlo. Siempre con la base enseñada de vernos a nosotros mismos primero y nos a los demás. Amén!

 APOYO ESTUDIO: IB MITEI

Articulos Relacionados

Últimos Articulos