MUCHA COSECHA Y POCOS OBREROS

MUCHA COSECHA Y POCOS OBREROS

Lección: Mateo 9:35-38 Texto: Filipenses 2:21

INTRODUCCION

Manteniendo el contexto del ministerio de Jesús, partiendo desde Mateo 4:23 hasta ahora, el escritor pareciera hacer un paréntesis después de tanta enseñanza maravillosa, milagros y demostración de la persona de quién estaba frente a ellos. Ya hemos visto que el verdadero ayuno es el evangelio y que mientras Él está presente los discípulos están siendo preparados para la herencia de esta tarea divina, frente a un llamado verdadero. Ya algunos han expresado querer seguirle (Mat.8:13-22), quizás sin pesar el costo que esto implica. Ahora veremos que Jesús mismo observando los resultados de su obra, expresa algo que siempre ha sucedido a través de los tiempos. La cosecha es mucha, pero faltan los “obreros” para recogerla.

DESARROLLO

V.35-36) La realidad de la necesidad y la eficiencia del ministerio del Mesías, al recorrer diariamente las ciudades y aldeas de la región, nos darán una clara razón para jamás dudar que Jesús aparece en medio de la historia de la humanidad y de Israel en el momento preciso (Dios nunca llega tarde), como hemos estudiado desde Génesis 3:15 donde es anunciado el proto-evangelio, luego confirmado en los Pactos de Dios con Israel, que se proyectan desde Abraham a todas las naciones de la tierra en una confirmación en secuencia hasta llegar al Pacto de gracia o Nuevo Pacto en Jeremías 31:31-34, que nos incluye a nosotros, los que no teníamos nada con Dios (Efe.2:12). Nosotros hoy somos los beneficiarios del Evangelio del reino eterno, que por medio de la fe hemos depositado nuestra confianza en esta obra del gran pastor y podemos entrar a esta gracia por misericordia; nunca nos olvidemos de esto, ni cambiemos nuestros pensamientos. Lo anterior ya que se cumple Isaías 61:1 en Cristo Jesús y hemos escuchado las mismas palabras que Él les decía a todos los que se le acercaban : ten ánimo (espiritual y humano), tus pecados te son perdonados, tu fe te ha salvado !, no es una predicación este estudio, pero nos lleva a preguntarle a usted hoy : ¿ Cuántos de nosotros decimos amén ?, ¿Cuántos de nosotros hemos sido sanados también de nuestras enfermedades y nuestras dolencias ?, Gloria a Jesús por esto. El verso 35 se ha cumplido también en nuestros tiempos y seguirá hasta que Él venga. Bendito es Su Nombre, Su poder y Su amor, que sólo comprenderán y tendrán personalmente los que creen (Hch.2:22, 10:38). Ya que pese a toda la compasión y amor mostrado por Jesús siempre tuvo oposición, de su misma familia, de sus seguidores y de su pueblo. (Algo que no se entiende y que jamás algunos comprenderemos; esto hoy también existe. Veamos Mar.6:6).

En verso 36 lo expresa, que cuando vio las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y desamparadas como ovejas sin pastor. Podemos imaginar a Jesús como que está parado en un lugar elevado con una mirada panorámica viendo todo, a mucha gente que viene hacia él. ¿Buscan algunos sanidad física para sí mismos, mientras que otros llevan sus enfermos a Jesús? Una cosa es clara: pocos, si es que hay alguno, han hallado la paz que sobrepasa todo entendimiento. ¿Cómo pueden encontrarla cuando sus líderes están siempre cargándolos con sutilezas legalistas acerca de reposos, ayunos, filacterias y borlas? Esta pobre gente está oprimida por las cargas que los fariseos ponen sobre ellos (Mat. 11:28; 15:14; 23:4). Cuando la comprensión del evangelio y la redención que nos muestra la Biblia como el gran Pacto teológico de Dios con la humanidad, desde Génesis a Apocalipsis, no es llevado a cabo como corresponde y se pierde el norte eterno, las ovejas se quedan sin pastor (Num.27:17; Isa.56:11; Jer.50:6; Zac.10:2, 11:16, 13:7-8).

V.37-38) Siempre aparece la voz del que ama nuestra alma y en este caso, con una afirmación que Él ya conoce. Se dirige a sus discípulos primero y les dice que la cosecha es mucha (“Mies” del Griego Dserismós de dserízo de dséros de un primario θέρω  dséro  (calentar); propiamente calor, verano:- verano. (en el sentido de la cosecha); cosechar:- segar.; segar, i.e. la siega:- siega, mies. [Dicc.Strong Español]) , pero los trabajadores para esta labor, son pocos. (Vea Luc.10:2; Mar.6:34; Juan 4:35-36).   Los discípulos que como un grupo de doce fueron escogidos por Jesús más o menos en el tiempo que predicó el Sermón del Monte, ahora han estado con él por un tiempo y han recibido una preparación inicial para el apostolado. En cierto modo limitado, deben compartir con su maestro la carga de la responsabilidad por la salvación de los hombres para la gloria de Dios.  Jesús sugiere la necesidad imperativa de algo similar al arduo trabajo requerido cuando se necesita cosechar el grano maduro sin más demora (“Hoy hay que definirse claro” como en los tiempos de Josué, Jos. 24:15). Las inmensas multitudes, por lo tanto, en forma muy adecuada son llamadas “la mies”, el extenso campo que necesita atención inmediata. Por una extensión legítima de la figura uno puede decir que esta mies, en la forma aquí considerada, consiste de la suma total de “las ovejas perdidas de la casa de Israel” (10:6). La aplicación a las condiciones actuales (siglo XXI), sin hacer violencia a la idea básica, extendería el alcance de la interpretación, de modo que la referencia sería a todos los que pueden ser alcanzados por el evangelio (Mat. 28:16-20; Mar. 16:15, 16; Juan 3:14-17).

Jesús fija la atención de los discípulos en el agudo contraste entre el gran número de personas que constituyen la mies y la escasez de los obreros que deben tratar de recogerlas. Es por esta razón que exhorta a los discípulos a que oren a Dios, que es el “Señor”, esto es, el Propietario y Supremo Gobernador de la mies, que envíe obreros a su mies. Además, al alentarlos a orar de este modo, ¿no está también enfatizando el hecho de que algo más que el simple número de los obreros está en juego, si no también su calidad?. Deben ser enviados por Dios. No deben nombrarse a sí mismos. Deben ser hombres que aman a Dios y que aman las almas. (Sal.68:11, 18; Jer.3:15; Miq.5:7; Juan 20:21)

CONCLUSION

Terminado este capítulo, es claro que el intenso deseo de Cristo de tener obreros y más obreros para enviar a la mies de almas surge de esta compasión profunda e infinita. Los versos 37, 38 no deben separarse del anterior “Tuvo compasión de ellas”. Esto muestra ciertamente que “cuantos son llamados por el evangelio son llamados sin fingimiento. Porque Dios ha declarado más sincera y verdaderamente en su Palabra lo que le es aceptable, que los llamados acudan a él”. También promete seriamente el descanso del alma y vida eterna a todos los que acudan a él y crean. Podemos ir concluyendo que se cumple Juan 1:11 “Vino a lo que era suyo [proveer la salvación a su pueblo y los hombres], y los suyos [ Su propio pueblo ni la humanidad ] no le recibieron”. Es lo que Dios siempre ha requerido desde al A.T. y hoy en el Nuevo Pacto, ya que si leemos la Biblia, sólo 40 son los escritores usados por Él para escribir la verdad de su plan y en toda la Escritura atendemos al reducido número de obreros dispuestos a hacer el trabajo de su viña en esta tierra. Él envíe más obreros que jefes a su viña en estos tiempos, no actuando como lo dice el texto central de esta lección “Porque todos buscan lo suyo propio (riquezas, posesiones, poder, fama, legados, éxito humano, reconocimientos) , no lo que es de Cristo Jesús.”, como ya en esa época lo hacían. Él lo haga para su gloria. Amén!

APOYO ESTUDIO: IB MITEI

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