Lección: Mateo 7:13-14 Texto: Juan 10:9; 14:6
INTRODUCCION
Jesús ha descrito a los ciudadanos del
reino en las bienaventuranzas y su relación con el mundo (5:1-16), también la
justicia que el rey les concede y exige de ellos (5:17-7:12). Por eso es
natural que ahora en esta división final del sermón haga una exhortación a
cuantos han sido alcanzados por su mensaje, sea en el tiempo que fue
pronunciado o más tarde, a entrar en el reino (7:13-27). Si ya lo han hecho,
entonces que entren en forma más plena que antes, o simplemente para asegurarse
que siguen firmes en el camino al que los condujo la puerta que los admitió, la
cual es él mismo.
DESARROLLO
La entrada al reino de Dios es una realidad. Es el gran proyecto de Él
para todos los hombres, poder recuperar su estado de inocencia original perdido
en Edén. El tiempo es corto para hacerlo, porque la vida es corta, el problema
es el mismo de siempre, el pecado y la solución una sola, Jesucristo. Todo lo
que vivimos es una paradoja, incluyendo lo que Dios quiere hacer, salvarlos a
todos, pero no todos serán salvos; es fascinante pensar poder llegar a
presencia de Dios en su reino eterno, pero no será fácil mientras estemos aquí
en la tierra. Todos los privilegios también exigen responsabilidades, estando
firmes, la Escritura nos dice que tengamos cuidado de caer, etc. Lo vil del
mundo escogió Dios para avergonzar a los sabios, la perla de gran precio esta
escondida para poder hallarla. Caminar con Dios nos entregará circunstancias
favorables y desfavorables, por una parte seremos bendecidos y tendremos su
favor para salir de nuestra condición espiritual (de pecado) frente a Él, siendo
perdonados, pero a la vez nos dice que seremos perseguidos, calumniados, y
llevaremos cargas pesadas por nuestras obligaciones (que sólo Él también nos
ayudará a llevar). Debemos practicar una justicia que supera a la de los religiosos,
como Jesús se los dijo a los escribas y fariseos; debemos amar aun a nuestros
enemigos y orar por sus perseguidores; no debemos ser hipercríticos sino más
bien usar un buen criterio para juzgar y distinguir, etc. Tales cosas son
“desfavorables” en el sentido que chocan con las tendencias naturales del
hombre. Por eso, aquí Jesús nos dice lo siguiente :
V.13-14 > La puerta de entrada es estrecha.
Debe ser “hallada”. Y el camino con que está relacionada es “angosto”.
No como hoy escuchamos mensajes sólo de éxitos, sermones emocionales,
optimistas y motivacionales, donde se enseña y exhorta a entrar al reino de los
cielos fácilmente, sin complicaciones, incluso con un aporte de “x” cantidad de
dinero, sembrando para el reino, cuando la verdad es que el Reino de Dios no
necesita nada de eso. Jesús ya lo ha venido enseñando en su magistral y perfecto
Sermón del Monte. Por esa razón aquí comienza con la entrada, donde obviamente
debe haber primero una puerta. La Biblia nos muestra esto ya desde Josué (Jos.24:14-16
y 19), cuando esté les muestra las dos opciones, las dos puertas de entrada y
por ende los dos caminos. (Lea Hch.14:22).
Quizás usted se recuerda que hace
muchos años existía un cuadro en las casas de los antiguos hermanos que
mostraba los dos caminos…uno llegaba al cielo con Dios y otro al infierno
con el diablo. Es lo que Jesús está definiendo y pintando en estos versos. Analizaremos
lo siguiente : A) Dos puertas y dos caminos; B) Dos clases de viajeros y C) Dos
clases de destinos.
A) Dos puertas y dos caminos
: 1) puerta estrecha y camino
angosto, 2) puerta ancha y camino espacioso. ¿Qué es primero? ¿La puerta o el
camino? ¿Pasa una persona la puerta para ser admitido en el camino, o sigue el
camino para llegar a pasar la puerta? Si Jesús estaba pensando en lo que ocurre
cuando una persona muere o en la segunda venida de Cristo,
entonces obviamente el camino estar antes que la puerta. Aquí la entrada por la
“puerta” estrecha conduce al “reino de Dios” en su fase final o escatológica (Luc.13:23-30). Sin embargo, en los dos versos dice puerta “y” camino (en
ambos), también podemos considerar combinar los dos, ya que si el camino cruza
la puerta y viendo que la entrada a la nueva Jerusalén es por las puertas (Apo.21:21, 22:14). No debemos dejar pasar que Jesús dijo primero “puerta”
y luego “camino”, por lo tanto también tiene profundidad en la salvación, ya que
siendo Él la puerta como lo dijo en Juan
10:7 y 9, aquí podría
estar pensando en la elección que hay que hacer ahora mismo (Al escuchar el evangelio),
y nos exhorta a elegir, puesto que sólo haciendo una elección consciente puede
uno llegar al camino correcto. Ahora, sin querer confundir, pero poniendo el
foco en lo que venía enseñando podemos considerar también que la puerta
y camino significan sustancialmente la misma cosa, esto es, la
obediencia demandada por Cristo. Considerada como una unidad, esta obediencia
puede ser llamada puerta; considerada en su multiplicidad, como camino.
Finalmente y atendiendo al orden en
que está escrito, el orden “puerta” seguido por “camino” es por lo tanto muy
natural y tiene buen sentido, especialmente si se tiene en cuenta lo que es el
significado que se le quiso dar: una elección inicial correcta (conversión)
seguida por la santificación; o, una elección inicial incorrecta seguida por un
endurecimiento gradual.
Puerta ESTRECHA : Se podría comparar con esas puertas
que están en los metros, con un torniquete que deja pasar una persona a la vez,
después de pasar la tarjeta correctamente e individualizada. Con el fin de
entrar por la puerta estrecha uno debe deshacerse de muchas cosas, tales como
el deseo consumidor de bienes terrenales, el espíritu implacable que no
perdona, el egoísmo y, especialmente, la justicia propia. La puerta estrecha
es, por lo tanto, la puerta de la negación de sí mismo y la obediencia a la ley
de Cristo.
Puerta ANCHA : Cualquiera pasa por ahí, o todos,
sin complicaciones, sin pago ni identificación, permite pasar con la bolsa y
todo el equipaje. La vieja naturaleza pecaminosa, todo lo que contiene y todos
sus accesorios, pueden pasar fácilmente a través de ella. Es la puerta de la
autoindulgencia. Tan amplia es la puerta que una multitud enorme y clamorosa
puede entrar de una vez, y todavía queda más espacio para otros.
Entonces la “puerta” indica la
elección que una persona hace en esta vida, sea buena o mala.
El “CAMINO” al que se llega a
través de la puerta estrecha es “angosto”, o, como lo diríamos hoy en
día, “es muy limitado”. El sendero por el cual está viajando el creyente es
como un paso entre dos riscos. Está cercado por los dos lados. Así también aun
en el caso de la persona que ya ha entrado espiritualmente por la puerta
estrecha, lo que todavía queda de la vieja naturaleza se rebela contra la idea
de dejar de lado las malas inclinaciones y los hábitos de antes. Esta vieja
naturaleza no es del todo derrotada hasta el momento de la muerte. Así que se
desarrolla una lucha amarga. Pero la victoria total está asegurada, porque ha
sido encontrada la puerta estrecha, y el camino de los pecadores ha sido
cambiado por el camino de los justos. En otras palabras, se ha hecho una
elección a consciencia, una buena decisión. La conversión básica ha dado paso a
la conversión cotidiana, a la santificación. Por otra parte, el “camino” al que
da acceso la puerta ancha es espacioso y ancho. Uno podría llamarlo Broadway
(famosa calle de vida nocturna en Nueva York cuyo significado es Camino
ancho). Los letreros a lo largo de esta ancha avenida dicen: “Bienvenido
cada uno de vosotros y todos vuestros amigos, mientras más, más alegres. Viajad
como queráis y tan rápido como quieran. No hay restricciones”. Sin embargo, “la
senda de los malos perecerá”. Rom.7:14-25;
Salmos 1.
El contraste
está claramente trazado entre “el camino de vida” y el “camino de
muerte”. El primer camino fue construido según las especificaciones del
Supremo Arquitecto (Heb. 11:10). Las
órdenes en cuanto a su construcción se encuentran en su ley. El otro “camino”
fue edificado por el diablo. Sus seguidores viajan sobre él.
B) Dos clases de viajeros : Quienes han elegido la puerta ancha y el camino espacioso son “muchos”;
los que han entrado por la puerta estrecha y van por el camino angosto son “pocos”.
Esto corresponde con Mt. 22:14: “Muchos son llamados, pocos escogidos”, y con
pasajes que hablan del “remanente” como Rom.
9:27; 11:5; etc. Sin
embargo, se habla de toda la compañía de los escogidos como una multitud que no
se puede contar (Apo. 7:9).
De lo que se ha dicho en las páginas
precedentes no se puede sacar la conclusión errónea de que las tremendas
multitudes que cruzan la puerta ancha y caminan por el camino ancho son libres
y felices, mientras, por otra parte, los que han encontrado la puerta estrecha
y ahora andan por el camino angosto son dignos de conmiseración. Realmente esta
“libertad” y “felicidad” de la mayoría son de una naturaleza muy superficial.
“Todo aquel que vive en pecado es esclavo del pecado” (Jn. 8:34) y no de Cristo. Está verdaderamente encadenado, como el
prisionero que tiene una banda de acero en su tobillo, hoy electrónica con GPS,
banda que lo conecta con su delito y condena. Todo pecado que comete pone más
tensa la cadena, hasta que esta lo destroza completamente. Puesto que los
impíos no pueden tener paz interior (Isa. 48:22). Por otra parte, “Gran paz
tienen los que guardan tu ley” (Sal. 119:165; Isa. 26:3; 43:2). Aunque, como
se ha señalado, el entrar por la puerta estrecha y andar por el camino angosto
implica negación de sí mismo, dificultad y lucha, dolores y penalidades, esto
es especialmente verdadero porque la naturaleza pecaminosa no ha sido
completamente vencida. Para “el hombre nuevo” (la naturaleza regenerada) hay
gozo inefable y glorioso (1° Ped.1:8; Ro. 7:22;
Fil. 2:17; 3:1; 4:4). Los “pocos” que han pasado por la puerta
estrecha están afligidos, “pero no angustiados; en apuros mas no desesperados”
(2° Cor.4:8), “entristecidos, mas
siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo
nada, mas poseyéndolo todo” (2° Cor. 6:10).
Y además de los tesoros que poseen ya ahora, saben que les aguardan riquezas
mayores, porque “esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada
vez más excelente y eterno peso de gloria” (2°
Cor.4:17; Rom. 8:18).
C) Dos clases de destinos : Los que han entrado por la puerta ancha y ahora van por el camino
espacioso están caminando rumbo a su destrucción, no a la aniquilación, sino a
la perdición eterna (Dn. 12:2; Mat.
3:12; 18:8; 25:41, 46; Mr. 9:43; Luc. 3:17; 2° Tes. 1:9; Jud. 6, 7; Apo. 14:9-11;
19:3; 20:10). Por el
contrario, “el camino de la cruz conduce al hogar”. Es el camino de la negación
de sí mismo el que conduce “a la vida” en su sentido pleno y seguro,
llegando a la perfecta comunión con Dios en Cristo, primero en el cielo al
encontrarnos con Él en su venida, posteriormente en el cielo nuevo y la tierra
nueva, incluyendo todas las bendiciones resultantes de tal comunión. (Sal. 16:11; 17:15;
23:6; 73:23-26; Jn. 14:2, 3; 17:3, 24; 2° Cor.3:17, 18; 4:6; Fil. 4:7, 9; 1°
Ped.1:4, 8, 9; Apo.7:15-17; 15:2-4; 20:4, 6; 21:1-7.)
Se da una razón doble para la
exhortación “Entrad por la puerta estrecha”. Una razón “doble” más bien
que dos razones separadas, porque este pensamiento unificador es básico para
todo el argumento de la lección de estos versos. Los hombres debieran elegir la
puerta y el camino que conduce a la vida, esto es, la puerta estrecha y el
camino angosto, no la puerta ancha y el camino espacioso que conduce a la
destrucción final y la inexistencia.
CONCLUSION
Le verdad concluyente es que esta
amorosa invitación de Jesús, es la misma que Dios viene haciendo a los hombres
desde el principio, a esos pocos (Isa. 1:18; 55:1; Eze.33:11; Ose.11:8; Apo.22:17b).
Hoy es nuevamente para nosotros, en este siglo que nos ha tocado vivir. Es
natural preferir lo que es ancho y espacioso, de fácil acceso, a lo que es estrecho
y angosto; es natural seguir a la muchedumbre en vez de seguir a los pocos. Escuchemos
estas palabras como un ¡Cuidado amado hermano!, ya lo dijo antes “Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado”. El corazón amoroso de Jesús, del
cual procede esta enseñanza, lo llevó a la cruz y a toda su peregrinación
terrenal, eso fue estrecho y angosto, para que ahora nosotros tuviéramos amplia
entrada por Él a su gloria. Y algo más: ese corazón sigue latiendo por ti y por
mí. Iglesia, mantengámonos en la puerta estrecha y el camino angosto. Gracias
Señor Jesús!
APOYO ESTUDIO: IB MITEI