Lección: Mateo 8:1-4 Texto: Mateo 11:5
INTRODUCCION
Ya se ha tratado la forma en que Mateo ordena su material, de modo que
una muestra de la predicación de Jesús (cap. 5 al 7) va seguida de un grupo de
milagros. Así que el ordenamiento de Mateo es temático más bien que
cronológico. Hay que dar cabida a la posibilidad de que, aunque 8:2-4; 8:14-17
y 9:2-13 se refieran a hechos anteriores al Sermón del Monte, 8:5-13; 8:18-19:1
y 9:14 relatan lo que ocurrió después.
En el Sermón del Monte se ha mostrado que lo estudiado en Mateo 4:16 es
ciertamente verdadero, de modo que quienes estaban en tinieblas vieron una gran
luz; y afirmando lo que dice Mateo 4:23b-25 esta luz resplandecía también en
obras, y ahora se lo probará con mayores detalles, al comenzar a realizar
milagros que hacen consecuentes sus palabras. No sólo autor de la fe , si no el
perfeccionador de ella, al demostrar que es Dios en medio de nosotros. Amén.
DESARROLLO
V.1-2 > El estado de asombro anotado en los versículos
inmediatamente precedentes (7:28, 29) explica el hecho de que la gente no
abandonara a Jesús inmediatamente al terminar el sermón. Cuando descendió del
monte, siguieron tras él y lo rodeaban, y bien podrían habérsele unido otros
que no lo habían oído hablar; nótese el plural: “grandes multitudes”.
Ahora se dirigía a Capernaum (5:1; Luc. 7:1). Sin embargo, no se dice en
los Evangelios exactamente cuándo y dónde ocurrió el milagro que vamos a
estudiar; ni Marcos 1:40 ni Lucas 5:12 ayudan en este sentido. Para nosotros
basta saber que este hecho de compasión y poder “no fue hecho en un rincón” (Jn.
11:47; Hch. 4:16; 26:26). Había muchísimos testigos oculares. Se le acerca un hombre enfermo de lepra.
La enfermedad que en la actualidad llamamos lepra generalmente empieza
con dolor en ciertas zonas del cuerpo. Luego sigue el entumecimiento de
miembros. Pronto la piel pierde su color original en aquellos puntos. Comienza
a engrosarse, a ponerse brillante y escamosa. En realidad, la enfermedad se
llama lepra debido a que la piel se pone escamosa, de la palabra griega lepos
o lepis que significa escama. A medida que progresa la
enfermedad, los lugares donde la piel se ha engrosado llega a tener llagas
sucias y úlceras provocadas por un pobre riego sanguíneo. La piel,
especialmente alrededor de los ojos y las orejas, comienza a formar
protuberancias con profundos surcos entre las hinchazones, de tal modo que el
rostro de la persona afectado comienza a parecerse a la cara de un león. Los
dedos se caen o son absorbidos; los dedos de los pies se ven afectados de la
misma manera. Se caen las cejas y las pestañas. Ya ahora se puede ver que la
persona en esta lamentable condición es leprosa. Al tocar con el dedo también
se puede palpar. Aun se puede oler, porque el leproso emite un olor muy
desagradable. Además, en vista del hecho de que el agente productor de la
enfermedad frecuentemente también ataca la laringe, la voz del leproso adquiere
aspereza. “Su garganta adquiere ronquera, y ahora no solamente puédese palpar,
ver y oler al leproso, sino también se puede oír su desagradable voz. Y si
usted permanece con él durante algún tiempo, puede imaginar un sabor peculiar
en la boca, probablemente provocado por el olor. Todos los sentidos de una
persona sana captan la presencia de la lepra”.
Hay referencias
a esta enfermedad tanto en el A.T. como en el N.T. Resumiremos algunas citas.
A.T ) Exo. 4:6,7: La
mano de Moisés, introducida en su seno, adquiere la lepra, como es evidente al
sacarla. Al repetir la acción, la lepra ha desaparecido. Esta es una señal para
los egipcios.
Lev.
13: Descripción del método por el cual el sacerdote puede descubrir la lepra.
Ordenanza de la aislación del leproso (Lev. 13:46; Núm. 5:1-4; 2° Rey.15:5 y 2°Cró.26:21).
Lev. 14: Ofrendas
prescritas en conexión con la purificación del leproso.
Núm.
12:10: Rebelión de Miriam castigada con lepra. (Núm.12:13–15.)
Due.24:8,
9: Reafirmación de los mandamientos previos respecto de la lepra, con un
recordatorio del castigo de Miriam.
2°Sam.
3:29: Maldición de David sobra la casa de Joab, que incluye la estipulación
“que nunca falte quien sea leproso”.
2°
Rey. 5 (versos 14 y 27): Naamán curado de su lepra; Giezi es castigado con
ella.
2°
Rey. 7: Los cuatro leprosos de Samaria: su peculiar situación, valerosa
resolución, sorprendente descubrimiento y ejemplar respuesta al deber.
2
Cró.26:19-23 (2° Rey. 15:5): Uzías sigue el ejemplo de Miriam y es castigado en
forma similar.
Como
algunos la ven, la “lepra” mencionada en el Antiguo Testamento no es
equivalente a lo que en el día de hoy se llama lepra, pero otros estudiosos
dicen que si , aunque los síntomas pudieran haber sido diferentes.
N.T ) Aquí en Mat. 8:1-4 (Mar. 1:40-45; Luc. 5:12-16).
Mat.
10:8: “Limpiad leprosos”.
Mat.
11:5 (Luc. 7:22):
“los leprosos son limpiados”.
Luc.
4:27: “Y muchos leprosos había en Israel … ninguno de ellos fue limpiado, sino
Naamán el sirio”.
Luc. 17:11-19: De los diez
leprosos que fueron limpiados, solamente uno, un samaritano, volvió a dar
gracias.
Mat.
26:6-13 (Mar. 14:3-9): Jesús es ungido en el hogar de Simón el (ex) leproso.
¿Será
contagiosa? Las autoridades consultadas reconocen que la lepra no es muy
contagiosa. Muchos misioneros han trabajado entre leprosos durante años y nunca
se han visto infectados con esta terrible enfermedad. Sin embargo, hay
excepciones.
¿Es
curable la lepra? Aunque en la actualidad los especialistas reconocen que
hay casos esporádicos de personas afectadas con la terrible enfermedad que se
han curado sin tratamiento, y aunque en tiempos modernos las sulfonas y drogas
aún más nuevas han producido resultados favorables, queda como un hecho de que
hasta hace muy poco la lepra era considerada generalmente como una afección
incurable. Los rabinos consideraban la curación de la lepra tan difícil como la
resurrección de un muerto. Sin embargo, Dios es poderoso para curar la lepra,
como lo comprueban claramente los pasajes indicados. Pero en el momento en que
Jesús fue confrontado con el leproso mencionado aquí, no habían ocurrido aún
las curaciones mencionadas en el Nuevo Testamento, y las curaciones del Antiguo
Testamento habían sido ciertamente pocas. Así que, de todos modos, desde un
punto de vista puramente humano, las perspectivas no parecían en modo alguno
favorables. No solamente esto, sino que un leproso podría bien estremecerse
ante la sola sugerencia de siquiera acercarse a alguien pidiendo ayuda, porque
la lepra era considerada por la mayoría de la gente con horror supersticioso,
como ocurre también en la actualidad. Era un estigma social, una desgracia, una
enfermedad infame, una maldición del Todopoderoso para los Judíos, que llevando
a estos enfermos a escondidos lugares de aislamiento hasta su desenlace mortal.
Esto es así en todo el mundo y hasta hoy. Sin embargo Jesús destruyó tal
superstición por parte de los Judíos, ya que si hubiera sido así este hombre no
se hubiera acercado al Señor, en medio de esta gran multitud. Aquí ya vamos
notando algo especial y diferente. Consecuentemente, la mayoría de los leprosos
desecharían la posibilidad de una curación. Aun los pocos que se atreverían a
abrigar esperanzas tenían que “pararse lejos” (Luc. 17:12) mientras gritaban
pidiendo ayuda.
Pero,
“fíjense bien”, este leproso camina derechamente a Jesús, y se
arrodilla delante de él con toda humildad, su rostro en tierra (Luc. 5:12), poniendo toda su
alma en este acto de reverencia y adoración. Mientras lo hace, dice: “Señor,
si quieres, puedes limpiarme”. Está seguro del poder de Cristo para sanar,
de sanar aún a un leproso extremo y muy avanzado. En cuanto a que el Maestro
quiera efectuar la curación, el leproso se somete completamente a su voluntad.
Después de todo, Jesús sabe qué es lo mejor. Naturalmente, espera
fervientemente que Aquel ante quien se halla postrado lo librará verdaderamente
de esta terrible enfermedad. Su declaración, en la forma de una confesión de
fe, incluye una petición urgente (Recuerde las primeras 4 bienaventuranzas y
sus principios).
V.3-4 > El verso tres y la reacción de Jesús es lo más importante aquí,
para dar testimonio de las palabras expresadas por sus labios, siendo un Dios lleno
de misericordia con el oprimido, y confirmar que tiene todo poder para sanar sólo
con un toque. Evidentemente
en conexión con el contacto físico el poder sanador salía del Salvador y era
transmitido a la persona que lo necesitaba. (Mar. 5:30; Luc. 8:46). El poder sanador no se originaba en sus dedos ni en su
ropa. Venía directamente del Jesús divino que se había revestido de humanidad,
de su voluntad todopoderosa y de su corazón infinitamente compasivo. Había
poder sanador en ese toque, porque él era y es “compasivo hacia nuestras
debilidades” (Heb. 4:15). Jesús “tuvo misericordia”
cuando extendió la mano y tocó al leproso. La necesidad y la fe del
leproso encontraron una respuesta inmediata en la pronta disposición del
Señor para ayudar. Y su prontitud era tal que su poder y su amor se
entrelazaban. La respuesta a la petición del leproso, es “Quiero”; lo cual
implica también un inmediato “Si, puedo”, “Se limpio”, uniéndose aquí el poder
absoluto del Creador, sorprendiendo al creyente afligido.
Cristo transforma la condición de esta
repugnante enfermedad en una de salud firme. Inmediatamente su
lepra fue limpiada. La restauración fue inmediata y completa. La frente,
los ojos con sus cejas y pestañas, la piel, la membrana mucosa de la nariz y la
garganta, los dedos de las manos y de los pies, cualquiera que fuera la parte
del cuerpo infectada por el bacilo de la lepra (mycobacterium leprae),
fueron completamente e instantáneamente restaurados, Gloria a Dios!. Mejor aún,
para este hombre se abrió completamente la puerta de la restauración social, cultural
y religiosa, como lo demuestra lo que sigue en el v. 4. Jesús le
dijo: Asegúrate de no decírselo a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote, y,
como testimonio ante ellos, presenta la ofrenda que Moisés prescribió.
Analicemos las posibles razones indicadas por el Maestro, aquí el Doctor de
doctores.
A) Al hombre se le manda que se dé prisa y se dirija al
templo en Jerusalén para ser examinado inmediatamente por el sacerdote en
conformidad con las leyes de Moisés (Lev. 14, como se señaló más arriba), ser
declarado limpio de la lepra y apto para presentar las ofrendas requeridas.
Cuando los sacerdotes descubren posteriormente que Jesús fue quien lo sanó, la
declaración de su purificación que ya se le habrá dado serviría como testimonio
acerca del respeto de Jesús por la ley mosaica (Mat. 5:17) y de su amor y poder
empleados para beneficio de los necesitados. Por medio de este testimonio, los
sacerdotes que todavía lo rechazan se estarán condenando a sí mismos, porque
tal rechazo estaría en conflicto con la evidencia basada en sus propias
observaciones. Por supuesto, esto presupone que tan pronto como el leproso fue
sanado por Jesús él debe ir inmediatamente a Jerusalén. No debe tardar, porque
en tal caso la noticia de que Jesús le había restaurado la salud pudiera llegar
a los sacerdotes antes que el leproso mismo, con el resultado que la jerarquía
sacerdotal de Jerusalén, por su odio a Jesús, podría negarse a declarar limpio
al ex leproso. En consecuencia, el leproso no debía demorar contando a los
vecinos y otros acerca del milagro.
B) Jesús no debe ser conocido mayormente como obrador de
milagros, “un simple mago”, sino más bien como el Salvador del pecado.
C) Demasiada publicidad con referencia a los poderes
milagrosos de Cristo hubiera avivado tanto las llamas del entusiasmo en cuanto
a él como posible Libertador del yugo romano, que la oposición y la envidia
suscitadas por tanta atención habrían producido un fin prematuro a su
ministerio.
Veremos más adelante las diferencias
entre este y otros milagros donde Jesús ordenó lo contrario. De momento, aquí comenzamos
con un tremendo milagro, con un Jesús que toca al enfermo y que lo envía a ser
revisado por las autoridades religiosas con un objetivo de testimonio real.
CONCLUSION
No sólo Jesús vino a cumplir la Ley sino a demostrar su justicia, misericordia
y fe, que era lo que los escribas y fariseos habían abandonado. En ellos no
había ni una muestra de amor al prójimo, menos de poder y mucho menos de fe
para esto. Ahora comenzamos a ver lo que Isaías profetizó en su capítulo 61
verso 1 en acción, se pasó de las palabras a la obras que nadie más podía
realizar. Esto será confrontado con los falsos milagros más adelante. Él es el
Dios Todopoderoso que puede hacer nueva todas las cosas. Amén! En otro estudio
más adelante analizaremos lo que esto significa espiritualmente (la lepra),
pero siguiendo la secuencia de Mateo, hoy nos toca creer en esta muestra de su amor
y poder, diciendo : Jesús puede sanar toda enfermedad conforme a su voluntad,
como aquel día , Él puede decir “quiero” y “puedo” hoy mismo.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI