Lección: Mateo 8:5-13 Texto: Salmos 107:20
INTRODUCCION
Los milagros que comienza a describir el evangelio de Mateo, nos enseñan
que un Dios que actúa, puede usar medios para ello, pasar sobre ellos o ir en contra
de lo establecido como leyes naturales. En la sanidad anterior, es el leproso
que se acerca a Jesús, luego el Señor lo tocó y al instante fue sanado. Ahora
estamos frente a un centurión romano, que tiene a su criado (siervo joven) con
una atrofia muscular paralizado en su hogar (lejos). No debemos confundir este
milagro que se describe aquí y en Lucas 7:1-10, con el que narrado en Juan
4:46-54, que es el hijo de un funcionario del rey y donde Jesús estaba en Caná,
no entrando a Capernaum.
DESARROLLO
En el milagro anterior, el leproso pudo ir a Jesús, ahora el enfermo no
puede por estar paralítico, por eso su amo intercede por él. En ambos casos el interés
principal se centra en Jesús, en lo que él dice y hace. En cuanto al foco
de interés, en la historia anterior el segundo lugar lo ocupa el enfermo mismo;
en este el amo del enfermo, un centurión, era de la raza gentil, oficial
del ejército romano de ocupación, al servicio de Hedores Antipas.
V.5-6) Este oficial se
enteró de lo que Jesús había hecho por otros (Luc. 7:3).
Así que ahora ruega que se le muestre la misma misericordia a su siervo (Luc. 7:2), llamándolo afectuosamente “mi muchacho”. La condición de éste
era por cierto deplorable. Estando postrado con parálisis, estaba “sufriendo
terriblemente”, “gravemente atormentado”. ¿Era éste un caso de
parálisis progresiva con espasmos musculares que afectaban peligrosamente su
sistema respiratorio, y lo ponían a las puertas mismas de la muerte, como
sugiere Lucas? Las palabras del centurión en estos versos, más que una petición
son una declaración al decir que el “muchacho era muy querido para él”, esto
por ser muy servicial. Dejando en las manos de Jesús el alma y estado del
enfermo ausente. Lucas dice que el oficial envió algunos ancianos de los judíos
con esta petición. Esto no se contradice con la descripción de Mateo, según el
relato de Lucas 7:4-5, esos ancianos no eran meros
transmisores de un mensaje, ya que así como a través del centurión se estaba
intercediendo por el “muchacho”, así los ancianos, por su parte, estaban
intercediendo por el centurión. Dijeron: “Es digno de recibir este favor;
porque ama a nuestra nación, y nos edificó la sinagoga”.
V.7) La respuesta del Señor fue todo lo
que uno pudiera haber deseado y mucho más de lo que el centurión se había
atrevido a esperar. No fue, “¿por qué esperaste tanto para venir?”, ni, “puesto
que representes al opresor, nada puedo hacer por ti”. Ni siquiera, “veré qué
puedo hacer”. Fue afirmación emocionante, sin ambigüedad, concisa y positiva
que se halla en el versículo siguiente: 7. Y él le dijo: yo iré y le
sanaré. Según el original ese pronombre “yo” es muy enfático, como si
dijera “Yo mismo”, “Yo sin duda alguna”.
V.8-9) El centurión, al oír la
respuesta de Cristo, se siente abrumado por el sentido de indignidad. Después
de todo, ¿quién es él en comparación con el Excelso, esta encarnación personal
de la majestuosa autoridad, del Todopoderoso, y de amor condescendiente, un
amor que cubre todo abismo y salta todo obstáculo de raza, nacionalidad, clase
y cultura? ¿Quién es él para hacer que este misericordioso Maestro realice un
acto que lo pondría en conflicto con la venerable costumbre de su pueblo, según
la cual un judío no entra en casa de un gentil para no ser contaminado (Jn. 18:28;
Hch. 10:28; 11:2, 3)? Así que, Jesús no debe
entrar en la casa, ni siquiera aproximarse demasiado; que “solamente diga la
palabra” de curación. Eso es todo lo que se necesita para producir una
completa sanidad, ya que esa es una ventaja positiva del atributo absoluto de
Dios, quien es Espíritu, y cómo su Palabra dice “las palabras que yo
os he hablado son espíritu y son vida” Juan 6:63b, claro que solo eso se necesitaba,
la distancia no es impedimento, Él es el Creador de todo, y podía decirlo (Salmos 33:9). Tremenda fe que tenía ese hombre gentil !!, fe que había llegado al
oír lo que Jesús decía y hacía en medio de todos los oyentes de ese tiempo. Por esto, ya podemos ir aprendiendo
que la fe viene por el oír (Rom.10:17, Efe.1:13). Su razonamiento fue este : Si
yo, aunque soy sólo un oficial con una autoridad y poder muy limitados, un
oficial que debe obedecer a sus superiores, doy órdenes y mis órdenes son
obedecidas inmediatamente, tanto por soldados como por esclavos, entonces por
cierto él, este gran Señor, ejerciendo una autoridad independiente y teniendo
el universo en su mano todopoderosa, puede mandar y cualquiera que sea su deseo
será hecho. Cuando dice “Vete”, la enfermedad se irá, y cuando dice “Ven”, la
salud llegará.
V.10-13) Jesús estaba maravillado, y
por una razón contraria a la mencionada en Mar. 6:6. Las palabras “os
declaro solemnemente” (Recordemos Mat.5:18) son una adecuada introducción a
la expresión de este asombro. Reveló a las grandes multitudes que lo
acompañaban (v. 1), incluyendo indudablemente los amigos del centurión que
recién habían llegado (Luc. 7:6), que la fe de este hombre de origen gentil
sobrepasaba en excelencia a todo lo que había encontrado aun entre los judíos,
a pesar de los privilegios especiales de éstos. Es cierto que Jesús también
había hallado fe en Israel (Mat. 4:18-22; 5:1-16; 7:24,25), pero no en una
sola persona una combinación de un amor tan afectuoso, una consideración
tan solícita, una visión tan penetrante, una humildad tan sobresaliente y una
confianza tan ilimitada. En muchos casos, lo que había hallado Jesús, ¿no
era “poca fe” (6:30)?. A un funcionario de la corte le había llevado un buen
rato (Lea la historia relatada en Jn. 4:46-54) para comprender el hecho
de que Jesús podía sanar aun desde larga distancia. ¡El centurión lo
comprendió inmediatamente!. Esta fe del centurión da un vistazo anticipado de
los hechos que habrán de ocurrir en el mundo de los gentiles en contraste con
Israel. Por eso en los versos 11 y 12, dice que “muchos, os digo, vendrán
del este y del oeste y se reclinarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el
reino de los cielos, pero los hijos del reino serán echados fuera a las
tinieblas más distantes”.
Como hemos estudiado anteriormente, el Evangelio de Mateo tiene un
amplio propósito misionero. La evangelización de todas las naciones es uno de
sus objetivos sobresalientes. El pasaje que ahora estamos considerando cabe
perfectamente en este esquema. El hecho de que muchos vendrán del este y del
oeste, esto es, de todas partes, para participar en las bendiciones de la
salvación con los patriarcas, en otras palabras, que la iglesia se extenderá
entre los gentiles, fue predicho por los profetas. Repetidas veces tratan este
tema (Isa. 2:2, 3; 11:10; 45:6; 49:6, 12; 54:1-3; 59:19; Jer.3:18; 31:34; Ose.
1:9, 10; 2:23; Amós 9:11; Miqueas 4:1, 2; y Mal.1:11).
En las Escrituras, se mencionan juntos Abraham, Isaac y Jacob, porque a
ellos habían sido hechas las promesas, pero aquí vemos la amplitud y extensión
de Pacto Abrahámico que incluía también a gentiles, ratificado y enseñado a Israel
en el Pacto de gracia que hay para ellos. (Ese puede ser tema de estudio en
otro momento: “Los pactos de Dios con Israel”). Ahora usted y yo tenemos la
misma posibilidad como lo enseña Pablo en Gálatas 3:9, 29 y en toda la epístola de Efesios que revela a la iglesia de Cristo. Amén
Señor Jesús, ya que muchos de nosotros hemos sido partícipes de sus milagros,
cuando usted ha dicho la palabra! Y lo más grande de esta salvación de gracia
por medio de la fe.
La salvación es para todos los que reciben al Señor Jesucristo por medio
de una fe personal y viva.. Abraham es el padre de “todos los creyentes”. El
origen nacional no hace diferencia alguna (Rom. 4:11-12).
En el verso 12, vemos el castigo de los altamente privilegiados
negadores del Rey que tenía un derecho especial sobre ellos, recibe un mayor
énfasis con las palabras: “Allí será el llanto y el crujir de dientes”.
En cuanto a este llanto: no se trata aquí de un derramamiento de lágrimas
debido a un verdadero pesar por los pecados que uno ha cometido (Mt. 26:75; Mr.
14:72; Lc. 7:38), o por transgresiones por medio de las cuales otros han
deshonrado a Dios (Sal. 119:136; 2° Cor.2:4; Fil. 3:18). Tampoco se debe a la
inminente separación de seres queridos (Hch.20:37, 38), no por haber sido
objeto de un tratamiento injusto por otras personas (1° Sam. 1:7, 8). No es el
resultado del orgullo herido por no haber logrado algún capricho (1° Rey. 21:5-7).
Este llanto no es producido por una calamidad temporal (Gén.27:38; Lam. 1:16), por
duelo (o por un anhelo profundo o compasión. En lo que respecta al pueblo de
Dios, vendrá el día cuando toda lágrima se habrá enjugado (Isa. 65:19; Ap.
7:17; 18:15, 19). Las lágrimas de las que Jesús habla aquí son de
infelicidad inconsolable e interminable y de una desesperanza completa y eterna.
El crujir de dientes que lo muy similar a Luc.13:28, (que ocurre en un contexto
diferente) denota un dolor agudísimo y una ira frenética. Este crujir de
dientes, además, jamás tendrá fin ni cesará (Dan. 12:2; Mat. 3:12; 18:8; 25:46; Mar. 9:43, 48; Luc. 3:17; Judas 6, 7; y Apo.14:9-11).
Los versos 10 al 12 eran para todos, el centurión, sus amigos, toda la
multitud que los acompañaba, para que todos pudieran fijar la atención en un
asunto mucho más importante que la sanidad física : el ser salvos y vivir
vidas para la gloria de Dios. En último verso es para el centurión: El
oficial había dicho que no sería necesario que Jesús entrase a su casa. Como él
creyó, así fue hecho, esto es, Jesús no entró en su casa. Se le dice que vuelva
a la casa, y los amigos también deben regresar. Y su criado fue sanado en ese
mismo momento. Literalmente, “desde aquella hora”, pero, como es
claramente evidente en Luc. 7:6 y 10, los amigos no necesitaban una hora para llegar al hogar que estaba
cercano, y a su llegada, ¡encontraron al amado muchacho ya completamente
recuperado! Ese contexto justifica la traducción “en ese mismo momento”.
CONCLUSION
Estos versos estudiados son una predicción acerca de la salvación de
muchos gentiles en contraste con el rechazo de una multitud de judíos, y con la
mención de la palabra y el acto de curación de Cristo demostrando quien estaba
frente a ellos, su Mesías, quien sanaría sus enfermedades y perdonaría sus
pecados.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI