Lección: Mateo 8:14-17 Texto: Isaías 53:4-5
INTRODUCCION
Cuando Dios comienza una obra, Él la termina. No pasaron muchos días del
milagro del centurión, estando en el día de reposo y después de salir de la
sinagoga (Mar.1:21, 29-30), Jesús va a la casa de Pedro y su suegra estaba
enferma. La fama de su amor y poder divino convoca a las multitudes con
diferentes aflicciones, no sólo enfermedades físicas, si no también emocionales
y espirituales, encadenados por el diablo. Ahora Jesús demostrará que es Dios
mismo haciendo misericordia de la humanidad.
DESARROLLO
V.14-15) No sólo el centurión, sino
también Pedro vivía en Capernaum (Mat.4:18-20). Pedro era casado. En un período
más tarde su esposa lo acompañó en sus viajes de evangelización (1° Cor. 9:5).
Durante el ministerio terrenal de Cristo, la suegra de Pedro vivía con su hija
y yerno. También vivía en la misma casa Andrés, el hermano de Pedro, como nos
informa Marcos, quien también nos dice que Santiago y Juan estaban con Jesús
cuando ahora entró en la casa. ¿Habían sido invitados los tres a cenar? Esto es
posible, aunque no se lo dice en el texto. Además, ¿no es posible también que
los tres hubieran venido a visitar a una enferma (Luc. 4:38) o a hacer una visita
social a amigos con los cuales estaban estrechamente asociados, o ambas cosas?
Sea como fuere, Jesús vio a la suegra de Pedro postrada en cama con fiebre.
Aunque Pedro era un discípulo, y bien podemos suponer que todos los demás que
estaban en este hogar eran también amigos del Señor (Andrés también era uno de
los Doce), se había dejado entrar la aflicción. Sí, en la providencia de Dios,
los creyentes también se enferman (Eliseo, 2° Rey. 13:14; Ezequías,
2° Rey. 20:1; Dorcas, Hch. 9:36, 37; Pablo, Gál. 4:13; Epafrodito,
Fil. 2:25-27; Timoteo, 1° Tim. 5:23; Trófimo, 2° Tim. 4:20).
¡Hasta mueren! El pasaje “por su llaga fuimos nosotros curados” no significa
que los creyentes están exentos de las enfermedades de la carne. Frecuentemente
le agrada a Dios darles la salud, bendición que muchas veces viene como
respuesta a la oración (Stg. 5:14, 15). Pero aun si la voluntad de Dios fuera
otra, siempre tienen el consuelo en Dios. Algunos pasajes como Salmos 23; 27;
42; Rom. 8:35-39; Fil. 4:4-7; 2° Tim. 4:6-8;
Heb.4:16; 12:6, nos muestran la seguridad frente a las aflicciones. Ya que Pedro
estaba en el ministerio del Señor y seguro hacía, al igual que muchos de
nosotros, un gran sacrificio por ello, dejando a los suyos por el llamado, la
esposa de él al estar con su madre era una gran compañía. Lucas nos indica que
la mujer estaba muy enferma sufriendo un grave ataque de fiebre. Jesús la vio
así incapacitada, porque se le había pedido su ayuda (Mar. 1:30).
v.15. Entonces él le tocó la mano y la fiebre la
dejó, y ella se levantó y comenzó a servirle. Todo lo que se necesitaba fue
un toque de su mano, pero ¡qué poder y qué compasión hubo en aquel toque! Tan
inmediata y completa fue su recuperación que no sólo se levantó sino que “comenzó
a servir” al Sanador. Qué bendición y qué gozo, no solamente para ella, sino
también para todos!, eso, más la hospitalidad practicada en la región hicieron la
atención tan cordial por gratitud, siendo invitados a cenar.
V.16-17) Conocidas
las noticias de la curación ocurrida en la sinagoga y en la casa de Pedro, la
gente vino de todas partes a ver a Jesús y llegada la tarde, le trajeron muchos endemoniados, él con
una palabra expulsó a los espíritus y sanó a todos los que estaban enfermos (Mat.
4:23-24). Los endemoniados fueron limpiados, los espíritus malos que los
controlaban siendo expulsados por la palabra de poder de Cristo. ¿No era esta
una señal de que el reino de Dios estaba haciendo sentir sus pretensiones en
una forma muy especial, que el poder de Satanás estaba siendo restringido como
nunca antes, esto es, que el “hombre fuerte” estaba siendo atado? Mat. 12:29; Luc. 10:18; Apo. 20:2-3. Nótese también: todos los enfermos.
No importaba qué enfermedad ni cuán grave o, humanamente hablando, “incurable”
o “mortal”, todos fueron sanados.
v.17. En esta obra de echar fuera a los
demonios y sanar a los enfermos, por inspiración divina, Mateo ve un
cumplimiento de Isa. 53:4, al cual cita, no según la Septuaginta (“El lleva
nuestros pecados”, etc.) sino más fielmente según el sentido del original
hebreo: “El ha tomado nuestras
debilidades sobre sí, y ha llevado nuestras enfermedades.”
Isaías había sido elevado hasta las cumbres mismas de la montaña de la
visión profética, y dijo cosas que trascendieron su propio entendimiento. Es
como si hubiera estado en el Calvario y describió el sufrimiento vicario de
Cristo como algo que ya había ocurrido. Era un sufrimiento voluntario. Sin este
carácter voluntario no hubiera tenido un valor expiatorio. Así, Isaías dijo:
“Ciertamente, nuestras enfermedades él ha llevado, y nuestros dolores (o:
pesares) él ha cargado”. Superficialmente parecería como si Isaías y Mateo
estuvieran hablando de dos asuntos distintos, porque el evangelista del N.T.
acababa de hablar acerca de Cristo como Aquel que libró a la gente de sus
enfermedades y pesares; mientras, por otra parte, el profeta real del A.T.
describe al siervo sufriente como Aquel que lleva sobre sí estas cargas. Sin
embargo, en la realidad no hay diferencia, porque es exactamente por medio del
segundo que se cumple lo primero, amén, gloria a Jesucristo nuestro sustituto
que todo lo hizo por nosotros. Seguro en nuestra vida cristiana hemos visto y
recibido milagros de sanidad, también algún caso de liberación, tan común en todo
tiempo. Por esto podemos decir que Jesús es Dios y sigue obrando misericordia
con los parientes de quienes le sirven.
Cuando Jesús sanaba o liberaba no lo hacía quedándose con la enfermedad
o el espíritu inmundo como alguien podría interpretar o pensar. Para esto hay
que considerar dos puntos :
1)
Lo
hace por medio de su profunda compasión, entrando así plena y
personalmente en las dolencias de quienes vino a rescatar. Este hecho se
menciona repetidas veces. Pasajes de ejemplos : Mat. 9:36; 14:14; 20:34; Mar.
1:41; 5:19; 6:34; Luc. 7:13. Igual la compasión se ve aun en sus parábolas (Mat.
18:27; Luc. 10:33; 15:20-24, 31, 32).
2)
Lo
hizo por medio de los sufrimientos vicarios por el pecado, lo que sintió
también muy profundamente, ya que esto es la raíz de todo mal y deshonraba a su
Padre (1°Ped.2:24). Así que, cada vez que veía
enfermedad o angustia experimentaba el Calvario, su propio Calvario, su propio
y amargo sufrimiento vicario a través de toda su vida en la tierra, pero
especialmente en la cruz. Por eso incluía esto en sus preguntas, leamos Mar. 2:9; Mat. 9:5. Eso también explica el hecho de que
ante la tumba de Lázaro se conmoviera y se agitara profundamente en el
espíritu.
Por esta razón el
profeta continúa con “Herido fue por nuestras transgresiones; molido por
nuestras iniquidades”.
CONCLUSION
La curación de la suegra de
Pedro, destruye la afirmación que tiene la iglesia católica apostólica romana,
que dice que Pedro fue su primer papa, ya que por ende no tenía celibato y su esposa
lo acompañó en alguna o varias de sus misiones, como vimos en el desarrollo.
Por otra parte la sanidad de muchos otros confirma las profecías del A.T.
respecto del evangelio liberador en todas las áreas del ser humano, ya sea
espirituales, emocionales y enfermedades terminales. Podemos concluir que Jesús
sigue perdonando los pecados de quienes se acercan a Él y sigue sanando las
enfermedades de este tiempo, cáncer, sida, infartos, etc., las depresiones,
angustias y estados emocionales destructivos, también a quienes en forma
extraordinaria por alguna razón el enemigo ha tomado control por algún espíritu
inmundo dentro de ellos. El Todopoderoso dice la Palabra y deben retirarse, ya
que es la orden del Creador, a su toque por fe, son sanados. La Gloria sea
siempre para nuestro Shaddai omnipotente. Amén!
APOYO ESTUDIO: IB MITEI