Lección: Mateo 9:1-8 Texto: Miqueas 7:18
INTRODUCCION
La
historia de la limpieza del leproso (Mat. 8:1-4) en el Evangelio de Marcos, y
también en el de Lucas, es seguida inmediatamente por el relato de la curación
del paralítico transportado por cuatro amigos que lo entraron por el techo de
la casa donde Jesús estaba enseñando. Mateo muestra que le gusta la variedad y
un arreglo del tipo que conduce a un clímax. Por el toque de la mano Jesús sana
al leproso. Sin siquiera tocar, sana al siervo del centurión. Quita una fiebre,
pero, como si tales milagros de curación no fueran suficientes para mostrar su
poder y gloria, acalla los vientos y aquieta las olas. Además, no sólo gobierna
sobre el universo físico; también sobre los demonios. Ellos también deben
obedecer su voluntad. Sin embargo, todos estos beneficios otorgados a los hijos
de los hombres son principalmente físicos en su naturaleza, donde no debemos olvidar
que el evangelio trata el tema del pecado como base de estas consecuencias,
como el mayor de todos los males. Ahora veremos lo que nos muestra este milagro
y lo que Jesús dice , y hace al respecto (del o con el pecado).
DESARROLLO
V.1-8) Debemos armonizar este
relato de Mat. 9:2-8; con
Mar. 2:1-12 y Luc. 5:17-26. Jesús ha entrado en una casa particular en
Capernaum. Las noticias se esparcen rápidamente, de modo que el lugar donde
está se llena de gente. Entre la multitud se encuentran fariseos y escribas
(doctores de la ley) de todas las aldeas de Galilea y Judea. Hay quienes han
venido aun desde Jerusalén. El Maestro comienza a dar el mensaje. Cuatro
personas (¿parientes, amigos?) están cargando un hombre paralítico. El
deseo de ellos es llevarlo a Jesús para que él lo sane, pero sus esfuerzos por
entrar de una manera normal son inútiles. Así que, en una “camilla” o cama
portátil llevan al hombre hasta el techo, sacan algunas tejas, lo bajan y lo
depositan ante Jesús. Este, viendo la fe de ellos, le dice al paralítico: v.2) “Ten ánimo,
hijo; tus pecados te son perdonados”.
En sus corazones los escribas ahora están diciendo: “¡Esta es una
blasfemia! ¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar pecados?” Cuando Jesús
percibe en su espíritu lo que está sucediendo, les dice a sus opositores: “¿Por
qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir “Tus
pecados te son perdonados”, o decir, “Levántate y anda”? Pero, para
que sepáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar
pecados”, (entonces dice al paralítico) “Levántate, toma tu lecho y vete a
casa”. El hombre se pone en pie, toma aquello en que había estado postrado, y
se va a su casa. Todos quedan profundamente maravillados. Todos, incluso el
hombre que ha sido sanado, glorifican a Dios. En todas partes se oyen
exclamaciones tales como: “Hemos visto cosas extrañas hoy”. “Nunca hemos visto
algo semejante”.
Mateo, que es el más corto de los
tres, notamos en primer lugar que él solamente menciona que traían un
paralítico a Jesús. Aquí no se indica la forma precisa en que llegó ante Jesús.
En ninguno de los tres relatos se especifica el grado de gravedad de la
enfermedad; contrástese Mat. 8:6; Luc. 7:2. Sin embargo, se ve que el caso era
más bien grave por la circunstancia de que el afectado no se podía mover y
tenía que ser transportado. Se le presenta postrado en un lecho o camilla.
Jesús, debido a lo que podía observar con sus ojos, esto es, que este hombre
era traído a él, y también debido a su poder de leer los secretos de los
corazones de los hombres (Juan 2:25), “vio” la fe de todo este pequeño
grupo, esto es, del paralítico mismo y de los que lo traían. Los amigos o
parientes lo habían llevado a Jesús. [ REFLEXION
PARA ESTE TIEMPO : Ya no se traen a los amigos enfermos
a la casa del Señor como antes, ¿Ha perdido Dios su poder?, de ninguna manera, somos
los creyentes, que ya ni siquiera quieren oír a Jesús tantas horas, mucho menos
tenemos la fe para hacer lo que hicieron estos cinco varones (El enfermo y los 4). Por eso dice Lucas 18:8 nos dirá cuando venga el Señor lo siguiente : “Os
digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará
fe en la tierra?”. ]
SIGAMOS
: El enfermo mismo había consentido (¿quizás aun lo hubiera sugerido?) en ser
así llevado. Había habido un consentimiento mutuo, y esto se había realizado.
¿Consistió la fe de estos hombres solamente en su creencia en que Jesús quería
y podía otorgar la salud física? ¿O incluía también la confianza que el Maestro
también podría aliviar al paralítico del peso de su culpa? Aunque esto
no puede probarse en forma definitiva, ¿no parece probable, dado el hecho de
que Jesús le da el perdón antes que hacer cualquier otra cosa? V.9:2
> En forma peculiar, sin que alguien le diga algo antes a Jesús, dejan en
silencio al paralítico y el Maestro entiende plenamente. Es él quien ama y
cuida y ahora se dirige al afligido. Lo primero que Jesús le dice es “Ten
ánimo, hijo”. En cuanto al “hijo” o “muchacho” (algo más
literal), en cualquier forma es una expresión de cariño. Combinado con “ten
ánimo” o es lo mismo que decir “ten confianza”; tenemos
aquí un testimonio de la compasión y la ternura del Buen Pastor. Disipa el
desconcierto,la tristeza del enfermo y lo abraza con los brazos de su amor y
cuidado protector. ¿ No lo ha hecho así contigo ? Amén.
Leamos Juan 16:33 y Hch. 23:11. ¿Y la razón para tener buen ánimo? Es esta: “Tus
pecados te son perdonados”, son
borrados, completamente y para siempre. Acerca de esta verdad consoladora veamos
Sal. 103:12; Isa.1:18;
55:6-7 ; Jer. 31:34; Miq. 7:19; y 1° Juan 1:9.
Con las palabras de Jesús, lo que sabemos es que el
afligido era un paralítico profundamente preocupado por su pecado. No se dice,
y es probable que ni esté implícito, que su enfermedad haya resultado de este,
pero era lo que tenía en su mente mientras estaba frente a la Justicia de Dios
presente.
V.3-6) Nadie más tiene el derecho ni el
poder de otorgar la absolución. Por eso los escribas tenían razón al considerar
la remisión de pecados como una prerrogativa divina y por eso expresan que el individuo blasfema o está blasfemando [En Griego es blasfeméo de blásfemos de un derivado de
blápto verbo primario, propiamente estorbar, i.e. (por
implicación) herir:- hacer daño y de féme ; un dicho, rumor
(«fama»):- fama.; difamatorio, calumnioso (contra el hombre), o
(específicamente) impío (contra Dios):- maldición, blasfemo. vilipendiar;
específicamente hablar impíamente, hablar mal, injuriar, blasfemador,
blasfemar, calumnia, calumniar, decir mal, difamar. Dic.Strong]. Este perdón no era el que nosotros damos a otros cuando
nos han ofendido, no, era el de quitar la culpa y declarar que ha sido
realmente quitada, la cual sólo Dios puede hacer. Ellos estaban en una
bifurcación de pensamientos, y caen en este trágico error pensando más o menos
así: “Es una cosa fácil que él diga: “Tus pecados te son perdonados”,
porque nadie puede contradecirlo, puesto que nadie puede mirar al corazón de su
prójimo o entrar en la corte del Todopoderoso y descubrir sus decisiones
judiciales en cuanto a quien es perdonado y quien no lo es”. Así que, para
ellos Jesús es blasfemo y petulante además.
El los descubre (Juan 2:25; 21:17) y
les responde lo que había en el interior de su corazón y los lleva la prerrogativa
que Él solo tiene, sin dejar de expresarles que también podía sanarlo. ¿ Qué
era más fácil para Jesús ? La verdad era que para Dios no hay nada imposible, Él
es Dios Todopoderoso. Y les dice : Pues para que sepáis que el Hijo del
hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados (entonces dijo al
paralítico): Levántate, toma tu lecho y vete a casa. Gloria a Dios ! Las
primeras dos acciones indicadas en el mandamiento son realizadas en un instante
en conformidad con la naturaleza del caso, y la tercera (ir a casa) se presenta
como algo que necesita más tiempo, procediendo paso a paso.
V.7-8) Y
él se levantó y se fue a casa. Por medio del poder y el amor de Jesús, se
produjo una curación completa e inmediata, porque, debido a la operación de
estos atributos, el hombre creyó que podía hacer lo que le dijo que hiciera.
Así que actuó sobre la base de esta fe, fue sanado y comenzó a caminar,
llegando finalmente a su casa. ¿Reconocieron los escribas su derrota? En esto
tanto Mateo como los otros evangelios sinópticos guardan silencio. La
continuación de la historia parece indicar que ellos nada reconocieron y se
hicieron cada vez más hostiles (Mat. 9:11,34; 12:2,14,24; Mar. 2:16,24; 3:2, 5,
22; Luc. 5:30; 6:2,7,11). En cuanto a la gente en general, la reacción se
describe en el verso 8. Cuando las multitudes vieron esto, se llenaron
de temor reverente, y glorificaron a Dios por haber dado tal poder a los
hombres. Según Mateo la gente estaba “llena de temor”, o “pasmada”; Marcos
dice: “atónitos” o “asombrados”; Lucas, “sobrecogidos de asombro … y llenos te
temor”. Los tres informan que la gente glorificaba a Dios. Mateo añade: “por
haber dado tal poder a los hombres”. No podemos interpretar esto para
significar que la gente en general ahora comprendía que Jesús era divino en un
sentido único, y que ellos, llenos con el sentido de su propia pecaminosidad e
indignidad en su presencia, ahora hicieron lo que en una ocasión Pedro hizo (Luc.
5:8). La verdadera interpretación es probablemente que ellos atribuían gloria y
honor a Dios porque, según lo veían, él había impartido tal poder a un miembro
de la raza humana, la raza misma a la que ellos también pertenecían. Es muy
posible que aquí tengamos un eco de las palabras que acababan de ser
pronunciadas por Cristo mismo, “pero, para que podáis saber que el Hijo del
hombre tiene poder, etc.” Nótese la palabra “poder” (o “autoridad”) en
ambos casos; también compárese “Hijo del hombre” con “hombres”. Si esto es
correcto, ellos estaban equivaliendo “Hijo del hombre” con “hombre” (como en
Ezequiel), y al hacerlo no captaban el sentido más profundo de la expresión.
Ciertamente, la gloria de Cristo resplandeció por un momento en sus
consciencias, pero ellos captaron apenas un vistazo de esta. No lograron verlo
como “el resplandor de la gloria de Dios, y la imagen misma de su sustancia”
(Heb. 1:3).
CONCLUSION
En esta clase, vimos que en el reino
de lo perceptible Jesús realizó un milagro que simultáneamente demostró que
también en el universo de lo invisible había ejercido su poder y amor divinos.
Había dado a este hombre un cuerpo sano, pero también, y en primer lugar, un
alma sana (“Tus pecados te son perdonados”). Había refutado completamente las
acusaciones de sus enemigos. Además, en cuanto a la acusación que le era fácil
pronunciar una absolución, bueno, él podía ciertamente hacerlo y lo hizo, como
aquí lo demostró; pero en cuanto a que era fácil, ¿no fue exactamente esta
concesión del perdón que exigió todos los sufrimientos que soportó durante su
peregrinación terrenal, alcanzando su clímax en los sudores sangrientos en
Getsemaní, los flagelos en Gabata, y la cruz en el Gólgota? Por esta razón
vino, y eso no fue tan fácil para él en su condición humana, pero si lo era en la persona divina que era y es. Gracias Señor Jesús por perdonar nuestros pecados y
además muchas veces sanarnos de nuestras enfermedades.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI