LLAMADO DE MATEO Y LA MISERICORDIA

LLAMADO DE MATEO Y LA MISERICORDIA

Lección: Mateo 9:9-13 Texto: 1°Timoteo 1:15

Lección : Mateo 9:9-13                                                                                                                               Texto : 1°Tim.1:15

INTRODUCCION

Este llamado se encuentra también en Mar. 2:13-17 y Luc. 5:27-32. Además, en una forma más bien general se establece una conexión de tiempo y lugar entre la curación del paralítico y este llamamiento de Mateo. Obviamente, ambos ocurren en Capernaum y, como el escritor lo describe, los dos acontecimientos se siguieron estrechamente en el tiempo. Ahora veremos que debe Dios mismo ser el que llame al hombre a seguirle. Que importante es este punto en el siglo que vivimos,  sobre todo, porque se han levantado muchos diciendo que el Señor Jesucristo los llamó a tal o cual ministerio y la verdad es que, como veremos en la historia de cada discípulo, el llamado debe ser confirmado en el tiempo, hasta el final de su carrera, y además no por los éxitos, legados o logros en esta tierra, si no por lo que Jesús mismo dijo en el Sermón del monto al terminar las bienaventuranzas, Mateo 5:10-12. Cuando el llamado es de Dios tendrá oposición por la verdad que se debe proclamar.  

DESARROLLO

V.9-10) Marcos en 2:13, dice que el llamado fue cerca de la costa, donde Mateo estaba sentado en el puesto del cobrador de impuesto o la aduana, el lugar donde se recolectaba el impuesto sobre el tráfico de mercaderías que pasaban por el camino internacional entre Siria y Egipto. Como sabemos era judío que trabajaba en esa tarea bastante incómoda, ya que el beneficio era para Roma. Seguro es que como Mateo vivía y trabajaba en esa ciudad (centro de operaciones de Jesús) había visto y escuchado al Señor varias veces, y en su corazón ya había recibido algo, porque cuando Jesús lo ve, le dice : SIGUEME !, la reacción del recaudador de impuestos fue inmediata. [ Reflexión : No es el tiempo en que uno haya visto, oído la palabra de Jesús y recibo información de Él, el que nos hace aptos para ser llamados, si no la forma en oír, la recepción de sus palabras y lo que ellas provocan en nuestro espíritu. (Claro que eso puede ser en un tiempo breve, como otro más largo, incluso algunos nunca llegarán a oír el llamado, aunque tengan la información de Jesús) ]

Mateo se levantó y lo siguió. Así, en forma sobria y sin atribuirse crédito alguno para sí mismo, relata esta inolvidable experiencia el hombre al que más profundamente concernía. El Evangelio de Lucas nos informa que al levantarse para seguir a Jesús, el publicano “dejó todo”. Cuando vino el llamamiento él ya le había rendido a la causa que él representaba, deja completamente su ocupación y se une a Aquel que lo llamó, declarando a todo el mundo que se ha consagrado sin reservas a Jesús, el hace un acto de devoción que no podemos dejar pasar, ni minimizar, no como los otros dos discípulos que nos narraba la escuela anterior de Mateo 8:18-22.

Marcos y Lucas lo llaman Leví (Mar.2:14; Luc.5:17, que viene Gén.29:34), y como no era imposible que los Judíos puedan ser llamados con dos nombres, como Tomás era llamado Dídimo (Jn. 11:16); Bartolomé (Mat. 10:3; Mra. 3:18; Luc. 6:14; y Hch. 1:13) es Natanael (Jn. 1:45-49; 21:2), no es cuestionable que Mateo “el publicano” reemplaza al nombre de Leví (Mat.10:3), pero es el mismo. Era experto en escribir y en llevar registros, necesariamente versado en más de un idioma, así sus servicios iban a ser muy valiosos para Jesús y para la causa del evangelio. Sin embargo, era de pocas palabras, ya que en los evangelios no lo escuchamos intervenir; por lo que tenemos la impresión que era modesto y humilde, por la misma brevedad con que relata su llamamiento, omitiendo toda mención del costo para sí mismo, resumiendo, era de bajo perfil, pero de convicciones claras.

Muchos “publicanos y pecadores” (así literalmente) asistieron y estaban reclinados a la mesa con Jesús y los discípulos que por este tiempo ya eran seguidores permanentes. Ya habíamos estudiado en Mat.5:46 que los publicanos eran tenidos en baja estima, por considerarse deshonestos, codiciosos y antipatriotas. Además, tenían no una mejor compañía, si no a pecadores, que tampoco se ajustaban a las Leyes de Dios impartidas, aplicadas y proclamadas por los rabinos, escribas y fariseos. El punto principal era éste, que Jesús había venido a librarlos de sus pecados y miserias = “evangelio”. Mateo entendió esto, los fariseos no. Eran demasiado orgullosos y demasiado justos ante sus propios ojos para entenderlo. Pero sí tomaron conocimiento del hecho de que Jesús se estaba asociando amistosamente con “tan malos personajes”.

V.11-13) Con toda probabilidad fue cuando el banquete había terminado y los invitados se estaban retirando que los fariseos, siempre propensos a deseos de encontrar faltas en Jesús (12:2, 24; 15:1; 19:3; etc.), pero carentes del valor para criticarlo directamente, descargaron su amargura sobre los discípulos que habían elegido a tal persona como su maestro. El objeto verdadero y final de su disgusto era, por cierto, Jesús mismo. Las palabras, “¿Por qué es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores…” están llenas de punzante reprobación, como si dijeran: “¡Qué vergüenza que hayáis aceptado un hombre tal como vuestro maestro!” ¿cómo era posible que Jesús se reclinara a la mesa en compañía de personas de tan baja reputación? Lo que los fariseos no logran entender, debido a sus corazones legalistas (Donde el legalismo no resuelve el problema legal del hombre frente a Dios, sino lo que hará Jesús, eso sí lo resolverá) y poco compasivos, es que hay ocasiones y oportunidades cuando tal comunión es enteramente correcta y justificada. Jesús, por medio de esta estrecha asociación, está cubriendo una necesidad, como él mismo ahora lo declara en el verso 12 : Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos”, dándoles así una respuesta irrebatible, y ajustada al propósito de su compartir con ellos. Cuando él está con gente de baja reputación no lo hace como compañero de juerga, o camarada en la maldad, “cada oveja con su pareja”, sino como médico, uno que, sin contaminarse en ningún sentido con las enfermedades de sus pacientes, debe acercarse mucho a ellos para poder sanarlos. [ Importante reflexión : El que no reconoce o asume su enfermedad terminal (La perdición), no podrá reconocer la necesidad de un diagnóstico, remedio y tratamiento de un médico (Que lo puede salvar) ]. Sólo los enfermos necesitan a un sanador. Amén!

Jesús está condenando la actitud de los fariseos y justificando la suya sobre la base del propio razonamiento de ellos, revelando aquí también que ellos habían abandonado su profesión para lo que estaban puestos. Por esto en el verso 13 termina diciéndoles :  “Id, pues, y aprended lo que significa: misericordia quiero, y no sacrificio”, llevándo a los oyentes nuevamente a lo que el A.T dijo el profeta Oseas, respecto del pecado de Israel (Oseas 6:6-7; 7:10). La manifestación de “bondad” con respecto a Dios y al hombre era lo deseado por Él, y no solamente la presentación de holocaustos. Cuando sin un cambio genuino de corazón y conducta todavía se traían sacrificios, esto equivalía a un ritualismo muerto, abominable al Señor (8:13, 14). La “religión” sin bondad o misericordia no tiene valor. Jesús dice a los fariseos que vayan y aprendan esa lección, esto es, que reflexionen en ella y la sigan de corazón. Que mediten y se apliquen personalmente la lección enseñada también en Amós 5:21-24; Miqueas 6:8 y luego confirmado en Mat. 23:23-26.

Jesús añade: Porque no vine a llamar a justos sino a pecadores. Sellando con esto su misión para Israel y para los gentiles, la razón de su venida a este mundo perdido, a rescatar lo que se había perdido. (Luc.19.10; Mar.10:45b)

Referencias : Llamado 1°Rey.19:19-21 y misericordia Sal.147:3; Jer.33:6; Rom.7:19-24.

CONCLUSION

Es solamente por la gracia y el poder de Dios que los pecadores pueden aceptar la invitación y con ella la salvación que les es ofrecida, esto es claro en todos los evangelios y en las epístolas del N.T. Aquí vimos como Dios llama y el porque de su encarnación y misión, para cumplir el propósito glorioso de esta hermosa expresión, misericordia quiero y no sacrificio. El pasaje deja en claro que no se extiende la invitación a la salvación, plena y gratuita, a quienes se consideran dignos en sí mismos sino más bien a los que tienen una desesperada necesidad de ella. Jesús vino a salvar a los pecadores, los perdidos, los extraviados, los miserables, los cargados, los hambrientos y sedientos. Esto está en línea con toda la revelación especial, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Es un mensaje lleno de consuelo y “vigente” en toda época.

Si Dios te llama es para esto, Mateo lo siguió inmediatamente sabiendo que era para ser portador de la misericordia de Dios en todo su mensaje. Amén!

APOYO ESTUDIO: IB MITEI

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