LA VIDA ES Y ESTA EN JESUS

LA VIDA ES Y ESTA EN JESUS

Lección: Mateo 9:18-26 Texto: Juan 11:25

INTRODUCCION

Muchos ya habían oído el mensaje de Jesús, también estaban viendo lo práctico de sus palabras, la cantidad de milagros de sanidad, liberación, sobrenaturalmente actuando, hacen que todo tipo de personas buscaran la oportunidad de acercarse a Él para poder pedir algún favor por el sufrimiento que los aquejan. En este pasaje de doble milagro, tanto un jefe de la sinagoga, un anciano encargado del orden de las reuniones y una mujer desechada por la sociedad judía aparezcan en acción. Ambos con necesidad extrema y soluciones humanamente imposibles. Tanto Marcos como Lucas describen la intersección de este dúo con más versículos útiles (Mar.5:21-43; Luc.8:40-56), que nos dan mucha claridad.

DESARROLLO

V.18-19) El alto respeto del Jefe de la sinagoga (llamado Jairo en los otros evangelios) es demostrado con la actitud que muestra al acercarse a Jesús, “vino y se arrodilló delante de él”, con una intensa angustia porque había tenido la noticia que su hija había fallecido, la frase “pero ven”, y de su fe “pon la mano sobre ella, y vivirá”, es la base para saber quien estaba frente al Mesías, un hombre que había creído en Él. Al instante Jesús comenzó a seguirle, y también sus discípulos. La traducción, “Jesús se levantó y lo siguió”, indica que ante el pedido del principal, Jesús se puso inmediatamente en acción. Tal expresión (“al instante”) describe una acción abrupta, sin ninguna demora Jesús apresuró sus pasos para seguirlo hasta su casa. Lo mismo hicieron los discípulos de Cristo. Jesús permitió solamente a Pedro, Jacobo y Juan que estuviesen con él mientras realizaba su asombroso milagro (Mar.5:37). Reflexión : Aquí se ve el amor, disposición y la observancia de la fe que Jesús responde, Él no nos da una cita para después si el problema tiene que ver con la vida y la muerte. Dos casos, primero alguien de importancia religiosa sin esconderse se acerca al Maestro y descubrir su realidad en una petición.

V.20-22) Inmediatamente, una mujer que había sufrido de hemorragias durante doce años, habiéndose acercado por detrás, tocó la borla de su manto; porque se decía en sí misma: Si sólo toco su manto me pondré sana. Jesús sufrió interrupciones repetidas veces durante su ministerio terrenal; mientras hablaba a una multitud (Mar. 2:1), mientras conversaba con sus discípulos (Mat. 16:21; 26:31; Luc. 12:12ss), mientras viajaba (Mat. 20:29), mientras dormía (Mat. 8:24, 25), y mientras oraba (Mar. 1:35). El hecho de que ninguna de estos imprevistos lo puso en aprietos, de modo que por el momento se viera perdido en cuanto a lo que debía hacer o decir, muestra que aquí estamos tratando con el Hijo del hombre que también es ¡el Hijo de Dios! Lo que nosotros llamaríamos una “interrupción”, para él es un trampolín o punto de lanzamiento para pronunciar un gran dicho o, para la realización de un hecho maravilloso que revela su poder, sabiduría y amor. Lo que para nosotros hubiera sido una exigencia penosa, para él es una oportunidad perfecta.

Ahora el segundo caso de un personaje que se le acerca, vemos a una mujer sin importancia religioso (incluso rechazada por su condición), que se escondida de todos y del Maestro, sin decir nada expone sólo por fe su realidad y en su corazón su petición. (Una dupla de milagros paradójicos desde el punto de vista con los necesitados). Esta mujer enferma durante 12 años, hacía imposible que ella se sintiera fuerte y saludable. Seguro en este mismo momento en particular ella nuevamente estaba siendo afectada por una de sus hemorragias. Marcos informa que esta mujer había sufrido “mucho de muchos médicos, había gastado cuanto tenía, y no había mejorado, antes le iba peor”. El Dr. Lucas, nos informa que “no podía ser sanada” por médico alguno. Los doctores no la sanaron porque, humanamente hablando, su enfermedad era incurable. En ese estado continuo y siendo judía, ella era ceremonialmente inmunda y en forma similar afectaba a cualquiera que ella tocara (Lev. 15:19).

Así que no nos sorprende que ella tenga miedo de descubrirse. Ella no va a entrar en contacto físico con Jesús mismo. Solamente tocará una de las borlas de lana de su manto, que todo israelita debía usar en las esquinas de su túnica exterior cuadrada (Núm. 15:38; Due.22:12) para recordarle la ley de Dios (Los tzitzit, que representaban los mandamientos, unidos o tejidos en su unión con hilos azules, que representan el cielo). Naturalmente, la forma más fácil y expedita de ponerse en contacto físico con una túnica sin ser notada era venir desde atrás y tocar la borla que se balanceaba libre en la parte posterior de la túnica. El que la usaba, así pensaba esta mujer, ni siquiera notaría lo que estaba ocurriendo. Así lo pensó y lo ejecutó, ella se acercó por detrás y tocó el borde de su manto.

La grandeza de su fe consistía en esto, que creía que el poder de Cristo Jesús (Creía que era el Mesías) para sanar era tan maravilloso que el mero toque a la túnica podría resultar en una medicina inmediata e instantánea. Que esta fe no era perfecta se ve por el hecho de que ella pensara que ese toque era necesario y que Jesús jamás se daría cuenta. Pero él sí lo notó, la elogió por su fe, la alentó y la sanó, gloria a Jesús, nuestro sanador. v.22) por eso Jesús ahora se vuelve y se dirige a ella. Afectuosamente él la llama “hija”, y le dice “ten ánimo” agregando: “Tu fe te ha sanado”, quizás podemos captar un propósito triple:

a. recompensarla por su convicción de que él la sanaría completa e instantáneamente;

b. enfatizar que era su respuesta personal a la fe personal en él lo que la curó, quitando por lo tanto, todo vestigio, por pequeño que fuera, de superstición, como si su túnica como tal hubiera contribuido en alguna forma a la curación; y

c. abrir el camino para su completa restauración a la vida social y religiosa en la comunión con su gente.

En un solo momento se detuvo completamente la hemorragia. La salud y el vigor estaban surgiendo a través de cada parte de su cuerpo. Marcos y Lucas informan que, al inducirla a dar un testimonio público, Jesús también hizo provisión para su alma. Ella ahora podía dar testimonio que Jesús era el Mesías.

V.23-26) Inmediatamente después de esta bendita interrupción, Jesús sigue hasta la casa de Jairo. Las acostumbradas ceremonias del duelo que entonces prevalecían estaban en plena marcha, ya que al llegar vio a los flautistas y la gente armando ruido y les dijo; Retiraos … Mateo y Marcos describen el ruidoso, clamoroso y desordenado grupo de personas que están en la casa del jefe. Debido a que, según la costumbre, el entierro se realizaba muy pronto después de la muerte, ésta era la única oportunidad de la gente, y todos, especialmente los llorones profesionales (Jer.9:17, 18), procuraban aprovechar bien el poco tiempo, ya que el padre era un hombre muy importante. Así que habían lamentos y gemidos en su tono más estridente. Las flautas eran muy populares debido a que eran fáciles de hacer, y podían ser construidas de una variedad de materiales: cañas, junquillos, huesos, y sus toques eran acompañados con tañidos de manos. Jesús, comprendiendo 1°) que gran parte de este ostentoso despliegue de dolor era falto de sinceridad y por lo tanto impropio, y 2°) que en este caso particular la muerte no iba a tener la última palabra, ordenó a los bulliciosos que salieran de la habitación donde yacía la niña sin vida. Agregó: porque la niña no está muerta, sino dormida. Los que le oyeron decir esto lo tomaron literalmente, como si Jesús hubiera querido decir que cuerpo y alma no se habían separado realmente. Aun en el día de hoy hay expositores que dan lugar a la posibilidad de que la hija del jefe estaba solamente en estado de coma. Pero Juan 11:11-14 presenta un paralelo sorprendente. Cuando Jesús dijo a los discípulos, “Nuestro amigo Lázaro duerme”, los discípulos interpretaron el dicho literalmente. Debieran haber prestado más atención a lo que el Señor había dicho momentos antes, “esta enfermedad no es para muerte …”, esto es, “la muerte no será el resultado final de esta enfermedad”. Una y otra vez el Nuevo Testamento expone como un error la tendencia a interpretar literalmente cada palabra de Cristo (Jn. 2:20, 21; 3:3, 4; 4:14, 15, 32, 33; 6:51, 52; 7:34, 35). Así también aquí en el v.24 lo que Jesús dice no se debe tomar literalmente, sino que significa que la muerte no tendría la última palabra. Pero ellos se reían y burlaban en la cara. La referencia es probablemente a repetidos estallidos de risas que tenían el propósito de humillarlo. Vemos aquí el extraño cambio de ánimo de los que estaban supuestamente llorando. v.25. Jesús ha entrado en la habitación en que yace el cuerpo, los ruidosos han sido expulsados y el Señor mismo con la niña muerta junto a los padres, la toma de la mano y ella se levantó inmediatamente. Pedro, Jacobo y Juan fueron testigos de esta resurrección (Gr.Anástasis). El asombroso acontecimiento es relatado en un lenguaje sencillo. Mateo relata este y otros dos episodios iguales (Mat.28:6 : Del mismo Jesús) y de los que fueron resucitados en conexión con su muerte y resurrección (Mat.27:52-53). El jefe había pedido a Jesús que pusiera la mano sobre la niña (v. 18). El Señor hace algo mejor aún: con autoridad, poder y ternura toma a la niña por la mano. Según Marcos, al hacer esto dijo: “Talita, cumi” (Niñita, levántate”, Luc.8:54). Inmediatamente su espíritu vuelve al cuerpo y ella a la vida. Reflexión : ¿Quién más puede hacer esto?

v.26. La noticia de esto se difundió por toda esa región. Es claro que con el relato de este milagro Mateo ha llegado a un clímax, dando testimonio de la manifestación del poder de Cristo en su máxima. No es sorprendente que a pesar del encargo de Jesús a los padres, la noticia se haya esparcido por toda la región o país.

CONCLUSION

Dentro de la variedad de milagros ya descritos, donde la base del evangelio, es el perdón de los pecados (por los cuales también llegan esas enfermedades y la muerte), hemos visto que el objetivo de Jesús es la inversión del proceso en que todos nos encontramos, esto es, muertos en delitos y pecados. Demuestra en forma práctica que Él tiene en su mano la vida, tanto para este cuerpo mortal como para vencer la segunda muerte del alma, Él es la vida venidera y eterna (Juan 6:40). Este “volver a la vida” un cuerpo muerto, descrito por Mateo nos llevará a esa comprensión perfecta de que la muerte es el enemigo final de Dios (1°Cor.15:26 y 54) y que sólo Él podía vencerla por nosotros. Mientras llega ese momento para nosotros, Él también nos puede sanar de enfermedades que los médicos no pueden curar (como la mujer), y así lo ha hecho con muchos de nosotros, para testimonio a los que aún no creen. Amén!

APOYO ESTUDIO: IB MITEI

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