SIN MIEDO

SIN MIEDO

Lección: Mateo 10:26-33 Texto: Isaías 8:13

INTRODUCCION

El miedo es una emoción que consiste principalmente en una respuesta biológica, cognitiva y conductual. Esta ocurre cuando nos vemos en peligro frente a una amenaza inminente, en cosa de milisegundos nuestro sistema biológico nos prepara para enfrentar la situación, ya sea enfrentándonos a ella, huyendo, congelándonos, etc. El componente cognitivo nos lleva a pensar y nos hace imaginarnos el peor escenario posible, para así generar una respuesta que sea la más conveniente, según los recursos personales y/o ambientales con los que contemos en ese momento. El miedo puede llegar a ser extremo, al punto que no vemos como responder, no nos deja pensar razonablemente y hace que no tomemos las mejores decisiones. Sin embargo, esta respuesta es necesaria para el ser humano, nos permite cuidarnos, sobrevivir o evitar diferentes escenarios peligrosos. Sin esta emoción correríamos muchos riesgos que fácilmente nos llevarían a la muerte. Como ya se vio en la clase anterior, Jesús no oculta nada de lo que pudiera llegar a sufrir alguno, por la causa de Él. Aparte de la esperanza gloriosa de la vida eterna, hoy nos enseñará como poder reaccionar frente al miedo que la persecución puede generar en los suyos, como manejarlo y a quien realmente temer. Será un claro y perfecto enfoque humano y psicológico que nos derive en una correcta dirección espiritual.

DESARROLLO

V.26-27)Así que no les temáis” (LBLA), “no le tengan miedo a nadie” (BLS), “Así que, no les teman” (NT Peshitta-ES), “Así que no les tengan miedo” (NVI), son los textos comparativos de esas traducciones, en la primera parte del verso 26, que es el consejo e indicación a lo precedente, donde Jesús, les dijo que si eso hacen con el padre de familia, cuanto más harían con los de su casa (discípulos y hoy, los verdaderos cristianos del Siglo XXI). Que a esas personas que los persigan a todo nivel, no había que tenerles miedo; porque nada hay encubierto que no será descubierto, ni oculto que no se hará saber. Un día será revelado lo que ahora está oculto: quiénes son estos enemigos, qué han hecho, a quiénes han perseguido, cómo serán castigados, etc. También será revelado quiénes son los justos, lo que han hecho, a quiénes han honrado, cuan preciosos son ante los ojos de Dios, cómo serán recompensados, etc. (Ecl.12:14; Mat.12:36; 13:43; 16:27; Luc. 8:17; 12:2; Juan5:29; Rom. 2:6; Col. 3:3, 4; Apo.2:6, 23; 20:12, 13). El hecho de que en ese gran día los seguidores de Cristo resplandecerán en toda su gloria es una buena razón para que ahora ellos ni siquiera empiecen a sentir miedo.

Por eso, el v.27) dice “Lo que os digo en la oscuridad, decidlo en pleno día; lo que se os susurra al oído, proclamadlo desde las azoteas”. Que prediquen abiertamente, francamente, con valor. Había algunos asuntos básicos e importantes que ya se les habían dado a conocer a los discípulos, por ejemplo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos está cerca”. Estas cosas ellos deben proclamar ahora (v. 7). No había peligro que en este primer viaje ellos hablaran de cosas que aún no les habían sido susurrados al oído. Aunque, como sabemos a la luz de la revelación posterior, ya se había insinuado vagamente la muerte de Cristo en la cruz (9:15), esto no se entendía en el tiempo en que las palabras fueron pronunciadas. Más adelante iba a darse predicciones más claras (v. 38). Sin embargo, aun entonces, aunque Jesús hablaba “abiertamente”, ocurría con frecuencia que lo que había dicho no había sido captado por ellos (Mat. 16:22; Mar. 8:32; Luc. 9:45; 18:34), como si hubiera sido susurrado muy despacio al oído y otras que aún no podía decirles: como la resurrección y la venida del Espíritu Santo (Juan 16:12-13). Incluso aquí podemos ver que la revelación de Dios es paulatina y no completa en un momento, así como desde el huerto del Edén hasta hoy lo ha sido, no llegando aún a su total comprensión escatológica (aún cuando Él está en medio de nosotros).

V.28) Este verso siempre ha tenido una controversia en su interpretación, pero el asunto es más claro ahora. En ninguna parte de la Biblia sale que el hombre está compuesto por tres partes, como en algún momento escuchamos (Enseñanza proveniente de los filósofos griegos Platón y Sócrates, que decían que el hombre al morir liberaba su alma y que en ese instante se percibía un estado de felicidad, llegando a ser la muerte algo hermoso. Totalmente contrario a lo que vivió Jesús en el huerto de Getsemaní, antes de morir, donde su alma estaba angustiada hasta lo sumo, hasta que resucitó). Haremos un reducido estudio en base al lenguaje original hebreo donde alma es “Nephesh” y nos enfocaremos en los versos desde génesis hasta Apocalipsis, donde la Escritura nos dice que no “TENEMOS” un alma (como una tercera componente aprisionada dentro de este cuerpo), sino que “SOMOS” un alma, compuesta de las dos partes : Cuerpo y Espíritu (Gén.2:7), al morir el hombre se separan (Ecl.12:7). Por lo que alma que pecare esa morirá (Eze.18:4, 20, Apo.2:11, 20:6, 14; 21:8), llegando a la conclusión que el alma no es inmortal como muchos proclaman y comprendiendo entonces que la segunda muerte es la del alma. Sólo Dios es inmortal (1°Tim.6:16) ya que Adán eso lo perdió en el huerto; pudiendo esta (la inmortalidad del alma=cuerpo+espíritu) ser recuperada sólo por medio del Evangelio de Jesús, quien sacó a la luz la vida y la inmortalidad. (2°Tim.1:10). Por eso en la resurrección (anástasis=inversión del proceso, subida) es necesario que el cuerpo resucite y que el espíritu del creyente, traído por Jesús, en su venida, vuelvan a unificarse, otorgando la inmortalidad del alma salvada. (1°Tes.4:14). En otro momento podremos ampliar esta correcta interpretación bíblica y el trato del ser creado por Dios, en forma perfecta.

Por eso en este verso Jesús enseña que no debemos temer a los que matan el cuerpo (con el cual estamos de paso en esta tierra, corrompido, cuerpo de pecado, corruptible, carnal), como si el cuerpo fuera más importante que el alma integral. Prosigue: “más bien temed a quien puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno”. Casi no es necesario añadir que “quien” se refiere a Dios. Al omitir el nombre mismo de Dios se pone más énfasis sobre el carácter y la actividad de Dios, esto es, sobre lo que él es y lo que él puede hacer. La palabra “destruir” se usa aquí no en el sentido de aniquilación, sino en el de infligir un castigo eterno a una persona, de separación total de la inmortalidad, de la vida eterna y por ende una inexistencia final (25:46; Mar. 9:47, 48; 2° Tes. 1:9). En cuanto a la palabra “infierno”, que en el original de este pasaje es Gehenna (También se usa en Mat.5:22, 29, 30; 18:9; 23:15, 33; Mar. 9:43-47; Luc. 12:5; Stg.3:6), generalmente se refiere a la habitación de los malos, después del día del juicio. Cuando la misma habitación se llama Hades, la referencia es al tiempo antes del juicio, aunque Hades tiene también otros significados en las Escrituras. Con este breve estudio, toma mayor sentido todo el evangelio, la vida de Jesús, el sufrimiento, su muerte y resurrección, trazando lo que será para nosotros ahora. Por eso, los primeros mártires cristianos no tuvieron miedo cuando fueron perseguidos y destruidos sus cuerpos, ya que sabían que en la resurrección esto se revertiría. El Espíritu de Dios a través de su Palabra nos de una gran confianza en lo que el Señor Jesús esta diciendo. Él nos guardará en todo momento. Amén!

V.29-33) A las dos razones ya dadas para no temer al proclamar el evangelio, ahora se añade una tercera, que en sustancia equivale a esto: “Vuestros enemigos no pueden deshacer ni la voluntad del Padre ni su amoroso cuidado”: 29-31. ¿No se venden dos gorriones por un centavo? Sin embargo, ni uno de ellos caerá en tierra sin (la voluntad de) vuestro Padre. Y en cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que, no temáis. Valemos mucho más que muchos gorriones. En aquel tiempo cazaban gorriones y otras aves pequeñas, las mataban, desplumaban, asaban y comían. Se las consideraban un manjar delicado, como ocurre aún en algunos países. Por lo tanto, no es sorprendente que hubiesen llegado a ser un artículo comercial y se vendían y compraban. El precio en el tiempo en que Jesús estaba hablando era “dos por un as (o: assarion)”, (v.5:26), moneda romana de cobre que valía sólo un dieciseisavo de un denario. Podríamos llamarlo un centavo; por eso “dos por un centavo”. Por dos centavos se daba uno más; por eso, “cinco por dos centavos” (Luc. 12:6). Pero aunque estos gorriones eran tan baratos, relativamente hablando, tan insignificantes en comparación con artículos más costosos, Jesús asegura a sus discípulos, “Ni un solo gorrión caerá en tierra sin vuestro Padre”, esto literalmente; lo que probablemente significa, “sin el consentimiento o la voluntad de vuestro Padre”. Nótese que su creador es “vuestro Padre”. Con énfasis Jesús declara que no solamente el cuerpo y el alma de los discípulos son asuntos importantes para su Padre celestial, sino que aun hasta los cabellos mismos de sus cabezas están todos contados, y esto en el sentido de que él sabe cuántos son y que presta atención a cada uno de ellos. Esto es tremendamente revelador, de quién es nuestro Dios. Cada uno de estos cabellos es de algún valor para él, puesto que es el cabello de uno de sus hijos. Así que sin su cuidado y amor soberanos nada puede ocurrir ni siquiera a uno de estos cabellos. Aquí la providencia general de Dios con respecto a todas sus criaturas y la providencia especial de la que todos los hombres son objeto dejan lugar a la muy especial vigilancia que ejerce en favor de quienes, no sólo en virtud de su creación, sino también por la redención son suyos. ¿No le son mucho más preciosos que cualquier cantidad de gorriones? Amor del Padre hacia quienes él ha escogido como suyos, algo muy especial. Para apreciar la profundidad y ternura del v.31 habría que leer en nuestro hogar, otras palabras de aliento igualmente hermosas, encontradas en Sal. 91:14-16; 116:15; Isa.49:16; Ose.11; Mat.11:25, 26; Luc.12:32; Jn.13:1; 14:3; 17:24; Rom. 8:28; 1° Jn.4:19; y Apo.3:21.

Ahora la cuarta y última razón para la orden de que los discípulos deben proclamar el evangelio del reino sin trepidación: “Por lo tanto, quienquiera que me confiese ante los hombres, yo también le confesaré ante mi Padre que está en los cielos. Pero, cualquiera que me niegue ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos”. Los doce estaban siendo enviados a proclamar el mensaje del Rey. Sin embargo, este mensaje no debe ser fríamente objetivo, ni solamente una recitación de palabras memorizadas. Los corazones de los discípulos debían estar en su mensaje, es decir, deben profesar su fe en Cristo. Sal. 66:16. Profesar - o “confesar” - a Cristo significa reconocerle como Señor de la vida de uno y hacerlo abiertamente (“delante de los hombres”), aun a los oídos de quienes se le oponían. Negarle significa repudiarlo, negarse a reconocerlo como de uno propio, desconocerlo. En la segunda frase de cada miembro de esta hermosa ilustración o paralelismo antitético, es decir, en los versos 32b, 33b, Jesús promete confesar delante de su Padre en los cielos a quienes le han confesado, y negar delante de él a quienes lo han negado. Cuando Jesús confiesa a una persona, la reclama como suya y aboga en su favor. Esta actividad intercesora que realiza como Mediador había comenzado ya durante su ministerio terrenal. En 1° Jn.2:1, se enseña que él lo está continuando ahora y jamás deja su obra en favor de ellos y hoy nosotros, Él “vive siempre para interceder por ellos”, es la consoladora verdad expresada en Heb.7:25.

Por el contrario, como ya vimos en Mat.7:21-23; también veremos en Mat.25:41-43, 45 se enseña que ante el Padre en los cielos negará, desconocerá y repudiará a quienes han persistido en su negación de él sin haberse arrepentido nunca de su mala conducta. Para los que durante el día de la gracia se han arrepentido de sus pecados hay perdón y restauración (Luc. 22:62; Jn.21:15-17).

CONCLUSION

Los discípulos ya tenían una historia maravillosa que contar, acompañada por obras de poder y de compasión. Pero había que reservar más, realmente mucho más, para después, cuando estos hombres estuviesen mejor capacitados. Entonces ellos deberán proclamar en la forma más pública que les sea posible (Mat.28:18-20) lo que les había sido susurrado al oído previamente. No deben tener miedo, porque la veracidad del relato del amor de Dios en Cristo iba a ser plenamente defendido, al igual que sus mensajeros. Sería confirmada en la vida de los pecadores transformados en santos, como nos ocurrió a nosotros en este Siglo XX que pasó, donde muchos de nosotros nos convertimos. Pero, ¿Qué pasa hoy en este Siglo XXI ? ¿ Tenemos miedo que nos pase algo con las leyes impuestas o que vendrán ?. Esta conclusión para nuestros tiempos es una gran reflexión, más que una certeza, donde solo el remanente tendrá y ejecutará. Toda esta lección será validada especialmente en el gran día del juicio, cuando quede completamente expuesta toda perversa oposición. Dios nos ayude a todos. Amén!.

APOYO ESTUDIO: IB MITEI

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