Lección: Mateo 10:34-39 Texto: Mateo 24:10
INTRODUCCION
Todos sabemos que las operaciones
matemáticas que incrementan algo son la suma y la multiplicación, y que la
resta y división disminuyen. Aquí estamos frente a una paradoja bíblica ya que Jesús
no calza aparentemente con lo humanamente definido, ya que así como Dios
multiplica por cero (Isa:40:29), también hay una división que no disminuye, si
no aumenta, en este caso, la cantidad de salvados. La proclamación del
evangelio desde siempre ha producido en el ser humano, una división, pues algunos
confesarán a Jesús y otros lo rechazarán, provocando Cristo una división que
ahora consistentemente registran sus palabras. Estudiemos de mejor manera en
que consiste esta enseñanza.
DESARROLLO
V.34-36) La Biblia completa es una
paradoja, somos salvos y pecadores, justificados por la fe en Jesús para santificarnos,
temor y confianza, reposo y actividad, fe y obras, ley y evangelio, seguridad y
peligro de caer, son algunos puntos donde la vemos. No hay contradicción en ninguna
de ellas, solo debemos mirar en toda la escritura y veremos que esta figura
literaria se plasma contundentemente. Solo cuando nos vamos a los extremos en una
de ellas, es cuando podemos errar. En los versículos, suena increíble lo que Jesús
esta diciendo, pero es un dicho paradójico (mashal), ya que en lo común y
corriente de nuestro pensamiento, esto sería imposible de procesar u oír (Usted
puede pensar, para esto no vino Jesús! , imposible que haya venido para causar
división). Ya que la Escritura habla que Él sería el príncipe de paz (Isa.9:6).
Una reacción natural a esta sorprendente declaración sería: “¿Cómo puede
ser verdad lo que dice? ¿No es Cristo el Príncipe de Paz ? ¿No bendice él a
quienes hacen la paz (Mat. 5:9)? Si no vino a traer paz, ¿cómo pueden ser
verdad los siguientes pasajes: Sal.72:3,7;Luc.1:79; 2:14; 7:50; 8:48; Jn.14:27;
16:33; 20:19, 21; Rom. 5:1; 10:15; 14:17; Efe. 2:14; Col. 1:20; Heb.6:20-7:2?
¿No proclaman todos ellos en forma enfática que Jesús es el portador de Paz?”
Cuando dice : “no
penséis que he venido a traer paz si no espada” está haciendo que los
oyentes se detengan bruscamente a pensar esto. No está contradiciendo todos los
textos observados en la profecía, no, para nada. Para un verdadero estudioso de
la Biblia, lo que Jesús hace aquí es decir lo que produjo su venida al mundo,
lo que sigue provocando entre los no creyentes y los salvados (verdaderos creyentes)
hoy, incluyendo, como ya vimos a los mismos familiares y parientes consanguíneos
(Texto central de la escuela ¿Quiénes los entregarán? del 19 de Enero). Es
decir, finalmente está dando el propósito real para lo cual vino, para separar
el trigo de la cizaña. Profundicemos más: Si no hubiera sido ese su propósito
inmediato, ¿no se hubieran perdido todos los hombres (Isa.53:6; Rom. 3:9-18)?
¿No se habrían precipitado todos hacia su condenación? Además, aun en la vida
de quienes finalmente son salvos, ¿no es verdad que a través de muchas
tribulaciones deben entrar en el reino de Dios (Hch.14:22)? ¿No es la vida del
creyente una vida de tempestad y tensión? Ciertamente, al final todo es paz,
pero el mismo Pablo que exclama “Doy gracias a Dios por medio de Jesucristo
nuestro Señor” también se lamenta diciendo “Miserable hombre de mí” (Rom. 7:24-25).
Todo esto aquí en la tierra. Esto será, lo que los mismos discípulos vivirán en
pocos meses y años después, los seguidores de Cristo deben esperar “la
espada”. Aquí se usa la palabra para simbolizar exactamente lo opuesto a la
paz, y por eso, la “división” (Luc.12:51)
que trae como resultado la persecución. La entrada de Cristo en este mundo lo
divide en dos, lo parte, lo corta en dos y al hacerlo así, “pone” o “vuelve” a
una persona contra la otra. Si el evangelio es violento cuando nacemos de nuevo,
y nos provoca una división en nuestro interior (carne y espíritu), también
esto impacta a nuestros parientes más cercanos, por eso agrega lo que
podría suceder por causa de la fe en algunos. Lo amplía Lucas en los versos siguientes
52 y 53 del capítulo 12. Debido a la
relación que estos diversos miembros asumen hacia Cristo hay una fricción
intensa entre ellos. Aquí en Mateo la mejor interpretación parecería ser que
debido a su fe en Cristo la madre enfrenta la oposición de su hija soltera y de
la nuera (Miq.7:6); lo mismo ocurre entre el padre creyente y su hijo. Si
seguimos avanzando, según el entendimiento de los mismos creyentes, entre las
mismas iglesias, Su doctrina produce división (Diferentes interpretaciones de
su mensaje han producido religiones, denominaciones e iglesias divididas, que
se odian hasta la muerte). Los enemigos de un hombre serían los miembros de su
propia casa. Entre las ilustraciones bíblicas de la fe que en un sentido divide
familias están las siguientes, donde el primer miembro del par es el que se
opone a la fe. Es él quien es el verdadero enemigo personal y por lo tanto es
responsable de la división: Caín contra su hermano Abel (Gén.4:8; 1° Jn.3:12); Maaca se puso contra su
hijo Asa (1° Rey.15:13); y Nabal se
opuso a su esposa Abigail (1°Sam.25:2-3,
10-11, 23-31). En los últimos dos casos la historia enfatiza la reacción de la
fe más que la acción de la incredulidad. (Sal.27:10
y 1°Cor.7:12-16).
REFLEXION
PRACTICA DE LO QUE NO ES : Es importante saber que hay sectas que provocan
esto inmediatamente (humanamente y hasta diabólicamente), cuando la persona
confiesa su fe en su doctrina, los hacen alejarse de sus familiares con odio,
esto no es lo que está diciendo Jesús, ya que al contrario, el amor de Dios que
es derramado en las nuevas criaturas hará que con sus actos (predicación sin
palabras), puedan impactar en sus parientes y así ellos quieran llegar o buscar
del Señor, viendo la obra que Jesús hizo en su pariente. Esto nos da pie al estudio
de los siguientes versículos, en base
a la elección tomada por cada uno (“en Cristo Jesús”).
V.37-39) Si la elección es entre un padre o Cristo, hay
que rechazar el deseo del padre, no importa cuán ardiente sea; si entre un hijo
o Cristo, hay que desechar el deseo del hijo, no importa cuán vehemente sea.
Hay que hacer esto debido al amor predominante por Cristo (Hch.5:29).
Los que rechazan esta suprema lealtad a Jesús no son “dignos” de él, es
decir, no merecen pertenecerle y ser honrados por él. La disposición de
sacrificarse por Cristo y su causa debe ser total. Por lo tanto, las palabras
“El que ama a padre o a madre … a hijo o a hija más que a mí, no es digno de
mí” son seguidas inmediatamente por el v. 38. y el que no toma
su cruz y me sigue no es digno de mí. Esta figura se deriva de la costumbre
de aquel tiempo según la cual el hombre sentenciado a morir crucificado era
obligado a cargar su propia cruz hasta el lugar de ejecución (Jn.19:17).
Así el llevar una cruz tras Jesús se convirtió en un símbolo de la disposición
a sufrir el dolor, la vergüenza y la persecución por y en su causa. En esta
conexión hay que enfatizar que no se está usando correctamente la expresión
bíblica “llevar la cruz”, cuando se hace referencia en forma muy general
a cualquier tipo de aflicción que el creyente sufra en su vida terrenal personal
(enfermedades, problemas provocados por el pecado o mala administración),
tampoco debemos comparar lo que para él significó llevar la cruz, que no es cuantificable
con la nuestra. No se compara su crucifixión vicaria y el valor infinito de su
sacrificio con algo que nosotros pasemos. A la luz de la plena revelación
bíblica el llevar la cruz, aplicado al creyente, puede tener solamente un
sentido, de llevarla en forma sumisa y aun con gozo cuando somos o seamos vituperados
por la causa de Cristo. (Hch. 5:41; Heb. 13:13). Esto es verdad con referencia a aquellos que, venga lo que venga, le
siguen donde él los guíe, confían en su sangre redentora, reflejan su mente y
carácter (Jn.13:15; 2° Cor.8:7, 9; Efe.4:32–5:2;Fil.2:5; 1° Ped.2:21), y le
proclaman.
Luego termina consolidando esta decisión por encima de cualquier oposición
interna personal (orgullo, soberbia, arrogancia personal en la vida y los planes
propios individualistas), superada ya la de los parientes cercanos y aún la que
provocan los miembros de la iglesia, sabiendo que Cristo es suficiente para
este hombre o mujer que decide perderlo todo, para ganarlo a Él. Perder para
ganar, del cual Jesús es el mejor ejemplo.
v.39 El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por
mi causa, la hallará. ¿Qué significa “su vida” en tal conexión? Con toda
probabilidad, por la influencia de la expresión hebrea signifique sencillamente
“a sí mismo”. Esto es claro por pasajes en que las dos palabras “vida” y
“sí mismo” se usan en forma intercambiable: “El Hijo del hombre vino a
dar su vida en rescate por muchos” (Mat. 20:28; Mar.10:45; Isa.53:12 y Jn.10:11). Ahora compárese
con “… que se dio a sí mismo en rescate por todos” (1° Tim. 2:6). Es Lucas en Luc. 9:23-24, que se encuentra más cerca
al pensamiento de Jesús. En consecuencia, y también a la luz de pasajes
paralelos, las palabras de Cristo podrían parafrasearse como sigue: “La
persona que, cuando se le plantea una disyuntiva entre mí y lo que ella
considera sus intereses personales, elige éstos, pensando que al hacerlo así va
a “encontrarse” a sí mismo, esto es, va a obtener una mejor posición para la
vida plena, se verá amargamente desengañada. Perderá en vez de ganar. Su
felicidad y utilidad se disminuirán y se marchitarán en vez de crecer. Al final
perecerá eternamente. Por otra parte, aquel que, confrontado con la elección,
se da a sí mismo, esto es, se niega a sí mismo por lealtad a mí, estando
dispuesto aun a pagar el sacrificio supremo si fuera necesario, logrará
completa realización de la personalidad propia. Tendrá vida y la tendrá más
abundantemente hasta que al fin participará conmigo la gloria de mi segunda
venida y del cielo nuevo y la tierra nueva”. Vea también Mat.16:26; Mar.8:34-38;
Luc. 17:32-33; y Jn.12:25-26.
CONCLUSION
Dios ama la familia y el hogar, por lo
que si alguno es salvado por Él, los demás podrían tener esta misma oportunidad
(Hch.16:31). El siempre llega a salvar lo que se había perdido (Luc.19:10), y
ahora que lo hizo, somos nosotros los que podemos tomar la mejor decisión de
nuestra vida e ir creciendo en la madurez del evangelio, para comprender el
comienzo, trayecto y finalidad de quienes entrarán al reino de los cielos. La
justificación, santificación y glorificación son reales para los que siguen en
esta gracia abundante hasta el final y perseveran en la fe de Jesús. No importa
la persecución, la muerte o cualquier cosa que podamos pasar aquí en esta
tierra por su causa. Es tiempo de decidir bien y si esto provoca una división de
Dios para nuestra salvación, estamos en el proceso correcto, ya que es lo que viene para la verdadera iglesia en estos tiempos, "no debemos tropezar", como dice el texto
central. Amén.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI