HAY RECOMPENSA

HAY RECOMPENSA

Lección: Mateo 10:40-42 Texto: Hebreos 6:10

INTRODUCCION

Después de dar todo un capítulo completo para las instrucciones integrales que Jesús imparte a sus discípulos, incluyendo lo práctico a diario en su ministerio, las emocionales y de cómo deben enfrentar, y resolver las problemáticas, termina con estas maravillosas palabras que son un gran incentivo positivo, no como en el Sermón del Monte (Mat.7:27) donde termina con una parábola.

DESARROLLO

V.40) Tal es la promesa para quienes, a pesar de saber muy bien que serán menospreciados y quizás hasta perseguidos por sus prójimos, etc., reciben gustosos y siguen recibiendo de la misma forma a los discípulos y su mensaje. Se les dice que cuando aceptan a estos hombres en su verdadera calidad, como representantes autorizados de Cristo, están aceptando a Cristo mismo. No sólo esto, sino que a su vez, como Cristo mismo fue enviado por su Padre (Mat.15:24; 21:37; Mar. 9:37; 12:6; Luc.4:18; 10:16; Jn.3:17, 34; 5:23, 24, 40; 9:4, 7; 10:36; 1°Jn.4:9), es decir, del corazón amante del mismísimo Padre quien había autorizado a su Hijo para que comisionara a estos discípulos (Mat. 28:18-20; Jn.17:18; 20:21), ellos, los que los reciben, están recibiendo al Padre mismo en sus corazones, vidas y hogares. ¿Es siquiera posible imaginar una bendición mayor o más rica que ésta para un creyente?

[Comentario Plenitud : El principio judío de que el representante de una persona debe ser considerado como la persona misma, es un argumento de peso. Recibir a una persona, a un profeta, a un justo, o a un individuo común, es lo mismo que recibir a Jesús y a Aquel (el Padre) que lo envió.]

V.41) La promesa anterior se fortalece en este verso. El original dice literalmente: “El que recibe a un profeta en (el) nombre de un profeta”. Pero, ya que en nuestro idioma esta traducción no es muy clara y puesto que sabemos que en la Escritura el “nombre” indica la persona misma, y describe lo que es en su relación con sus circunstancias, vecinos, etc., estamos de acuerdo con muchos otros traductores al dar esta versión del pasaje: “El que recibe a un profeta por ser profeta …” El sentido sería éste : El que recibe a un profeta - no necesariamente uno de los Doce, sino quienquiera que tenga el derecho de proclamar la verdad de Dios - y hace esto no simplemente por consideraciones de cordialidad o urbanidad, sino muy definidamente porque considera que su mensajero es de un verdadero profeta y, por lo tanto, al recibirlo desea recibir a quien lo envía, recibirá la misma recompensa que si él mismo fuera el profeta.

Para que no haya malos entendidos, como si la recompensa de gracia y gloria fuera concedida solamente a quienes reciben a mensajeros especialmente comisionados, Jesús añade: y el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo. Aquí nuevamente el original “porque es” tiene “en el nombre de”. La explicación es similar, se promete la recompensa porque en la persona que llama a la puerta el dueño de la casa reconoce “a una persona justa”, esto es, a uno que practica la verdadera religión, el evangelio de Jesucristo. El hombre que dedica la vida a la realización de la tarea urgentemente necesaria y eminentemente noble de proporcionar alojamiento, cooperación y aliento a los hijos de Dios que viajan recibe la promesa de tener la misma recompensa de aquellos a quienes ha amparado.

V.42) En forma hermosa Jesús llega al clímax de este discurso diciendo: “Y quienquiera que dé a uno de estos pequeños siquiera un vaso de agua fría porque es un discípulo, os declaro solemnemente que no perderá su recompensa”. Con una expresión de cariño Jesús habla de “uno de estos pequeños”, uno que reconoce su dependencia de él y pone su confianza en él. Para el mundo este discípulo puede ser un nadie, insignificante en fama y fortuna. Sin embargo, todo lo que se da a tal discípulo Jesús lo considera como si lo hubiera sido dado a él mismo. El don puede ser algo de tan poco costo como un vaso de agua fría. Lo que importa no es el don como tal, sino más bien el motivo (Mat.25:35, 37, 40; Heb.6:10). Si se lo da al pequeño “porque es discípulo” no faltará la recompensa. Entendiendo que nadie merece ni buscar recompensa, porque no merecemos nada, pero esto será un premio de la dádiva gratuita de Dios mismo.

La calidad del don y del acto de dar reciben un énfasis especial. Según lo que parece ser el mejor texto, se describe el acto de amor como dar “un vaso de agua fría sólo (así literalmente), lo que quiere decir “aun tanto como un vaso de agua fría”. En cuando a “Os declaro solemnemente”, véase sobre 5:18. Entonces Jesús está diciendo: “Os declaro solemnemente que para tal don la recompensa no faltará”. En realidad, “él ciertamente no perderá su recompensa”. ¿Qué recompensa? Piénsese en la paz de la mente ahora (Mat. 10:13), en el reconocimiento público de Cristo mismo en su venida (Mat.25:34) y después, por siempre todas las bendiciones que se otorgan solamente por gracia, según las obras (Mat.16:27).

Referencias importantes :

Pro.24:14; Fil.4:17; 1°Tes.4:8; Juan 5:23; 2°Tim.1:16-18; 3°Juan 1:5-8; Lucas 17:2

CONCLUSION

Sin extendernos más en estos tres versículos relacionados, sólo podemos llegar a una gran conclusión : Lo que desea el Padre , como Jesús dijo en Juan 17:21 es que seamos uno en ellos. Después desde el verso 22 al 26 (Juan 17) nos podemos gozar, en que esta oración sacerdotal del huerto de Getsemaní es una realidad. Lo que hacemos a uno de los suyos se lo hacemos a Dios mismo y de Él mismo recibiremos la misma bendición y la vida eterna, ni más ni menos. Que tremenda y profunda verdad que nuestra mente aún no alcanza a comprender con las palabras finales de este capítulo 10. No merecemos nada, pero Él nos da todo, más encima recompensa por gracia. Muchas gracias Señor Jesucristo por hacernos parte, Amén! Gloria a Dios para siempre.

APOYO ESTUDIO: IB MITEI

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