Lección: Mateo 11:25-30 Texto: Salmos 116:7
INTRODUCCION
En total contraste a los versos de la lección anterior, el evangelista Mateo
hace retrospección y alude a otro momento en que el Señor Jesucristo responde a
una situación con los setenta que fueron enviados por Él a las ciudades donde
después pasaría. Del juicio (La Ley de Dios aplicada = Elohim) pasa a la
misericordia (La gracia de Dios = Hashem) aún disponible, de la
maldición a la bendición, de la terrible denuncia a las ciudades a la
maravillosa y tierna invitación. Hoy esta maravillosa propuesta está vigente por
Él en el evangelio, donde actúa tanto la misericordia (gracia) como la Ley
divina, para provocar la redención del hombre perdido (salvación), nunca sólo
la ley o solo la gracia (eso no es aceptado por la teología o pensamiento
bíblico de los Judíos que hoy saben que Jesús es el Mesías, toda la Biblia nos
muestra que estos dos atributos de Dios actúan para provocar la salvación). Desarrollemos
entonces esta amorosa invitación.
DESARROLLO
V.25-27) “En aquel tiempo” alude a un momento
incierto, pero comparando con Lucas, es acertado interpretar que es cuando Él
respondió, no a una pregunta sino a una situación que sus discípulos habían experimentado
al enviarlos de dos en dos a pregonar el evangelio (Leamos Lucas 10:1,
17,18, 21 y 22). Lo que los enviados dijeron estaba lejos de ser tan importante como lo
que el Señor dijo en su respuesta. Es a esta reacción de Jesús que los
evangelistas, cada uno a su propia manera, llaman la atención, donde Cristo
desemboca en una tierna invitación. En estos tres primeros versos da gracias y prepara
la consolidación en los tres siguientes.
Las expresiones de los discípulos no sólo incluían expulsión de demonios
(Luc.10:17), sino también seguramente conversión de almas (Mar.6:12-13), por lo que Jesús da esa expresión a su gratitud “Te
alabo Padre…” dando gracias y enseñará que nadie puede conocerlo a Él sin
que el Padre se le revele. Que importante es esto, ya que Dios está bloqueado,
es inaccesible, inescrutable para el hombre natural. Él ahora viene envuelto en
el evangelio como la fórmula perfecta y eterna para que el Padre se revele
Amén! (Juan 6:44 :
Haciendo alusión al evangelio, al medio que el Padre proveyó antes de la fundación
del mundo 1°Ped.1:20 para
revelarse, donde Jesús es la exégesis de Él como lo dice en Juan 1:18).
Ninguno
puede venir a menos que le haya sido revelado el sendero por el cual debe
transitar (v.25, 26). Tampoco tendría mucho sentido, sin que Aquel que invita
sepa lo que los invitados necesitan y a menos que tenga lo necesario para satisfacer
sus necesidades (v. 27). Así que, con un sentido de serena confianza en su
Padre, una actitud mental y de corazón igualmente informada en otra ocasión (Jn.11:41), el Mediador entre Dios y los hombres, él mismo (1°Tim.2:5), probablemente levantando los ojos al cielo (Jn.17:1), dice: “Te
alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de
los sabios y entendidos y las revelaste a los pequeños.” En una expresión de igualdad con Dios, su
Padre (Jn. 5:18), dando una interpretación correcta (Jn. 10:30, 38), Jesús aquí revela en forma apropiada a su Padre, en un
sentido único, trinitario y también mesiánico (o mediador), es al mismo tiempo,
aunque en un sentido diferente el Padre de todos los que son sus hijos por
adopción, de todos los verdaderos creyentes, designados aquí con la afectuosa
palabra “pequeños”. Debemos tener cuidado en el énfasis que le podemos
dar a estos versos, ya que sería errado interpretar que el Padre sólo se revela
a algunos y no a otros como algunas doctrinas lo muestran. Más que entender que
Jesús está ocultando al Padre, es al contrario, así le plació a Dios darse a
conocer, por medio del Hijo (Isa.43:10-12). Esto está escrito así : Veamos Deu.29:29;
Job.11:7-8; Dan.4:35; Rom.9:20. Lo cual nos lleva a complementar que si Él se revela y ahora nos
encontramos con algunos que quieren ser sabios en su propia opinión (Pro.26:5; Isa.5:21; Rom.11:25, 12:16), su perfecta Justicia mostrada en la
misericordiosa gracia no les será revelada, sino sólo a los “pequeñitos”, que
son los que asumen su condición y creen en el Hijo para salvación, pasando a
depender totalmente de Él en todo, por medio del evangelio de Dios en Jesucristo.
Cuando dice “a quien el Hijo lo quiera revelar” esta diciendo que la salvación proviene
de Dios completamente y no del hombre. Que fórmula más perfecta, de un Dios perfecto,
para manifestar su Justicia a todos los hombres necesitados realmente (Los
Bienaventurados de Mateo 5), que han creído “estas cosas” concernientes
al reino de Dios, el evangelio (Luc. 9:6) de arrepentimiento, por lo tanto, de
salvación (Mar. 6:12), que los sabios y entendidos no pueden aceptar.
V.28-30) Por eso ahora viene esa tierna
invitación, que todos conocemos, que sabemos de memoria, que está en nuestros panes
de vida en la mesa, que muchas veces hemos dicho al predicar el evangelio a
toda criatura en la calle o personalmente : “Venid a mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os haré descansar” ,
después de señalar el camino que lleva a la salvación, la humilde confianza en Dios, o si uno
lo prefiere, en Cristo, dice “venid a mi” para los que tienen hambre y
sed (Jn.6:35), ¿ quienes ? “todos” los que lo necesiten, “creyendo”
en Él, amplía la invitación a los cansados y cargados, exhortándolos a venir a
Jesús. Si vemos Mateo 23:4, claro
que las cargas eran pesadas religiosamente, impuestas por los escribas y fariseos
en reglamentos puestos sobre los hombros, como si una persona pudiera ser salva
solamente cuando en su vida la obediencia a todas estas tradiciones sobrepasa a
sus actos de desobediencia. Cuando en la mente y el corazón de alguien se
arraiga la creencia de que así, y solamente de este modo, el hombre debe
ganarse el camino a la vida eterna, el resultado, en el mejor de los casos, era
y es una penosa incertidumbre; que puede llegar a un terror que esclaviza, una ansiedad
que corroe, una desesperación sin un rayo de esperanza (Rom. 8:15). Por eso esta invitación se aplica a todo aquel quien, por cualquier
razón, trata de obtener total o parcialmente la salvación por sus propios
esfuerzos. Él es nuestro reposo y descanso, incluso ahora que por fe somos salvos,
aún estando en esta tierra, esperando lo que hemos de ser. Es ahora que Él nos
puede dar paz en nuestra mente y corazón (Salm.125:1; Rom.5:1), cambiando el “yugo”
de los reglamentos mal entendidos, impuestos por los hombres. En la literatura
judía un “yugo” representa la suma total de las obligaciones que en conformidad
con la enseñanza de los rabinos, una persona debe asumir. Esta definición
explica expresiones como “yugo de la tora”, “yugo de los mandamientos”, “yugo
del reino de los cielos”, etc. Ya ha sido demostrado en el Sermón del monte, la
mala interpretación, la alteración y los añadidos a la Ley de Dios, el yugo que
los maestros de Israel ponían sobre los hombros del pueblo era el de un
legalismo totalmente falto de fundamento. Por eso los invita nuevamente a “llevad
mi yugo” sobre ellos, esto es : “Aceptar y seguir sus enseñanzas, que una
persona se salva por medio de su sencilla confianza en Él (mí)”. La razón de
esto es porque Jesús es manso y humilde de corazón … Al explicar la palabra
“manso” según aparece en Mat.5:5 nos enseña que la persona mansa es quien
“encuentra refugio en el Señor, entrega su camino enteramente a él, dejándolo
todo en manos de aquel que le ama y cuida”. Esta persona es pacífica y
pacificadora. Por lo tanto, no es extraño que el Nuevo Testamento siriaco
(Peshitta) diga: “Venid a mí … y os haré descansar … porque estoy lleno de
descanso … y hallaréis descanso para vosotros”. Esto, podría bien haber sido lo
que Jesús, hablando arameo, muy parecido al siriaco, dijo ese día a la multitud
remordida por la conciencia. El sinónimo de “manso” es “humilde”, en oposición
a “soberbio” (1°Ped. 5:5). “Hallaréis” es “tendrás” descanso
para vuestra alma, ya que sólo Cristo puede hacerlo. Concluye diciendo “Porque
mi yugo es benigno (fácil), y mi carga es ligera”, haciendo alusión a un yugo
que literalmente se coloca como un marco de madera sobre los hombros de una
persona con el objeto de hacer más liviana una carga al distribuirse en igual
proporción de peso a ambos lados del cuerpo, con lo necesario para que la carga
no cause irritación en los hombros porque era más liviana y ya no pesada (Como
los asiáticos usan al llevar sus cargas). Lo que está diciendo en realidad es
que la sencilla confianza en él y la obediencia a sus mandamientos nacida de
nuestra gratitud por la salvación ya impartida por él, es placentera, trae paz
y gozo. La persona que vive este tipo de vida ya no es esclavo, a llegado a ser
libre. Sirve al Señor espontánea, ansiosa y entusiastamente. Hace lo que él (el
“nuevo hombre” en él) quiere hacer, Rom.7:22. Al contrario del esfuerzo de querer
salvarse por sí mismo, lo cual produce miseria y desesperación. Por lo tanto,
dice el Señor, “Venid a mí”. Sólo en Jesús podemos encontrar lo bueno para
el alma. El es un salvador completo. Amén!
CONCLUSION
APOYO ESTUDIO: IB MITEI