INTERPRETACION PARABOLA DEL SEMBRADOR

INTERPRETACION PARABOLA DEL SEMBRADOR

Lección: Mateo 13:18-23 Texto: Esdras 7:10

INTRODUCCION

Hace dos clases entramos al estudio de las parábolas, donde la primera fue la del sembrador. Dimos nuestra interpretación práctica frente a nuestro entendimiento, sólo con el fin de poder aportar a lo que en ese momento estaban escuchando los discípulos y oyentes. Si los elementos primarios y secundarios quedaron claros, quizás nuestra aplicación fue superficial y no completamente clara. Si quedó algo incompleto, que seguro es así, hoy, al igual que los discípulos, que tenían confianza con su Señor, será Él mismo quien se la interprete para profundizar y dar seguridad plena a sus palabras, ya que el Maestro es la Luz completa de todo.

DESARROLLO

V.18-19) El Rey del universo se muestra aquí como un humilde sembrador, donde la semilla, según la explicación de Cristo que se encuentra en Luc.8:11 es la misma “palabra (o mensaje) de Dios”.  Ya tenemos al sembrador que es el “Hijo del hombre”, y por una extensión legítima de la figura (Mat.10:40; Mar.4:14), es todo aquel ministro, misionero, evangelista, pastor o cualquier creyente, que fielmente proclama el mensaje del Hijo del hombre, La semilla es el mensaje. La comparación de una “palabra” o “mensaje” de Dios, o de cualquier palabra o mensaje, con una semilla que se siembra se ha convertido en una expresión corriente en la literatura de muchos pueblos. El “terreno” o “suelo” sobre el que se cae la semilla es claramente el corazón del hombre, dicho en el verso 19ª: “lo que fue sembrado en su corazón”. En cada uno de los casos relatados en la parábola, ese “terreno” o “suelo” = “corazón”, es diferente.

v. 19) JUNTO AL CAMINO = Aquí es el corazón que no responde, insensible, endurecido, el corazón de la persona que por el rechazo persistente del llamado a andar en la luz se ha hecho duro por costumbre aun para oír el mensaje cuando está siendo proclamado. Bajo la influencia del diablo todo lo que este hombre oye inmediatamente lo echa de sí como si para él no tuviera nada de importancia, también como si fuera para otro. Quizás no le guste el predicador, o le moleste que se le recuerde alguna debilidad particular en él, por lo que no se molesta en reflexionar o meditar en el significado del mensaje. Por lo tanto, no lo capta, no lo entiende. El maligno arrebata lo que fue sembrado en el corazón de este hombre.

Seguro Jesús estaba colocando este terreno, por los fariseos y escribas, más otras personas que también se negaban a meditar en las palabras del Maestro. Algunos, quizás, encontraban inconveniente recibir de todo corazón el mensaje diciendo: quizás la próxima vez, pero no ahora (Hch.24:25; 26:28).

v.20-21) PEDREGALES = Y el que fue sembrado en suelo pedregoso es quien al oír el mensaje inmediatamente lo acepta con gozo. Sin embargo, no tiene raíz en sí y es de corta duración. Cuando surge la aflicción o la persecución por causa del mensaje, inmediatamente tropieza y cae. Es la persona que recibe la semilla en la delgada capa de tierra que hay sobre la el terreno de roca. La pequeña semilla que jamás logró arraigar firmemente salió rápidamente y luego el sol la marchitó y quemó, esto es que, inmediatamente, impulsivamente, con alegría, es como si saltara para recibir el mensaje, está emocionado y entusiasmado, y aun podría estar lo suficientemente afectado como para derramar lágrimas. Una vez que el encanto ha disminuido, parece haberlo olvidado todo y vuelve a su anterior vida pecaminosa. En cuanto a apostasías después de un período más extenso de aparente lealtad, nótese el caso de Judas Iscariote (26:14-16) y de Demas (2° Tim. 4:10). Aquí podemos reflexionar en forma práctica, si usted recuerda algún hermano(a) que lo pudo haber sucedido esto.

v.22) ESPINOS = Y el que fue sembrado entre espinos es quien oye el mensaje, pero las preocupaciones de este mundo y el atractivo engañoso de las riquezas ahogan el mensaje, y se hace infructuoso. Este versículo describe el caso del hombre cuyo corazón se asemeja al suelo infestado con raíces y estolones de espinas. Tal suelo sucio es una amenaza seria para el crecimiento de cualquier planta deseable. En forma similar, un corazón lleno de preocupaciones con respecto al mundo prosaico y oscurecido por sueños de riquezas, frustra toda influencia para bien que de otro modo podría haber recibido por la entrada del mensaje del reino. Ese corazón está preocupado, no tiene lugar para la meditación calmada y seria en la Palabra del Señor. Si de todos modos hiciera un intento de entrar en un estudio y reflexión en forma seria, lo vería inmediatamente sofocado. La ansiedad constante acerca de los negocios que tiene llenan la mente y el corazón de oscuros presentimientos. Cuando esta persona es pobre, se engaña a sí misma pensando que si sólo fuera rica sería feliz. Cuando es rica se engaña a sí misma imaginando que sólo si fuera más rica estaría satisfecha, como si las riquezas materiales pudieran garantizar el contentamiento en cualquier circunstancia.

El hombre en cuestión no puede ser bendecido ricamente ni puede él ser fructífero. El sembrador no tiene el problema, tampoco hay nada de malo en la semilla. Sin embargo, todo está mal en el hombre. Debería pedir al Señor que lo libre de los cuidados absorbentes y de los sueños mundanales engañosos, para que el mensaje del reino pueda comenzar a tener vía libre en su corazón y en su vida. Entonces la mente, rescatada de la ansiedad roedora y las fantasías engañosas, podrá reflexionar significativamente en pasajes tan preciosos como Pro. 30:7-9; Isa.26:3; Mat.6:19-34; 19:23, 24; Luc.12:6, 7, 13-34; 1° Tim. 6:6-10; y Heb.13:5, 6.

v.23) BUENA TIERRA = Finalmente, está el caso del corazón bien preparado (Esdras 7:10), el tipo de corazón simbolizado por el buen suelo: Aquí la semilla da fruto y rinde, en un caso cien veces, en otro sesenta y en otro treinta. En este tipo de persona el mensaje del reino cae en un tipo de suelo que, negativamente hablando, no es duro, ni superficial, ni está ocupado con anterioridad; positivamente hablando, es receptivo y fértil.

Este tipo de persona oye porque quiere oír. Reflexiona en lo que oye, porque tiene fe en quien habla. Así alcanza una medida de verdadero entendimiento. Pone el mensaje en práctica y lleva fruto: conversión, fe, amor, gozo, paz, paciencia, etc. La importancia de la fructificación espiritual como marca del verdadero creyente se enfatiza aun en el Antiguo Testamento (Sal. 1:1-3; 92:14; 104:13). Esta línea de pensamiento se continúa en los Evangelios (Mat. 3:10; 7:17-20; 12:33-35; Luc. 3:8; Jn.15) y en el resto del Nuevo Testamento (Hch.2:38; 16:31; Rom.7:4; Gál.5:22; Efe. 5:9; Fil. 4:17; Col.1:6; Heb.12:11; 13:15; Stg.3:17-18).

Hay, sin embargo, una diferencia en el grado de fertilidad. No todos se arrepienten con la misma intensidad, ni son igualmente confiados, valientes, leales, mansos, etc., por eso también no todos son igualmente productivos en la conducción de otras vidas a Cristo. En el caso de un creyente, el mensaje, da cien veces, en otro sesenta y en otro treinta. Sin embargo, en cada caso la semilla ha caído en buena tierra, y da fruto para la gloria de Dios.

CONCLUSION

La palabra de Dios es entregada desde el principio y según el corazón que la recibe podemos resumir que hay corazones que no responden a ella (v.19), otros son corazones impulsivos (v.20-21), también afanados (v.22) y sólo algunos tienen un buen corazón, que responde, preparado y que da fruto (v.23). El Salvador nos ha dado la respuesta en su propia interpretación infalible. La semilla es la Palabra de Dios, o la palabra del reino; el suelo, los corazones recién descritos: de modo que, reducida a una ley general, la enseñanza de la parábola es que el resultado de oír el evangelio siempre y en todo lugar depende de la condición del corazón de aquellos a quienes es dirigido. El carácter del oyente determina el efecto de la palabra sobre él. Amén.

APOYO ESTUDIO: IB MITEI

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