Lección: Mateo 15:1-9 Texto: Romanos 2:28-29
INTRODUCCION
Imagínese usted con tal
trayectoria de poder, milagros por amor y perfección en cada sermón o expresión
de Jesús, lo que seguía provocando entre los religiosos de ese tiempo. Siempre iba
dejando al descubierto lo que era falso y certificando lo verdadero, confirmando
cada vez su propósito al venir a esta tierra. Que hermoso es seguir conociendo
al Mesías, que pese a los detractores sigue adelante, ya que cumplirá lo que
dijo Juan en 1:11 “A lo suyo vino…”, Él jamás fallará.
DESARROLLO
v.1-2) Es evidente que la oposición a Jesús
está creciendo en intensidad, ya los Escriba y Fariseos viajan desde Jerusalén,
quizás invitados por algún amigo de ellos de ese lugar, con el único propósito
de frenar el avance del Señor. Por esto vemos que ya no es algo casual, sino
algo organizado. Estos enemigos de Jesús han notado el hecho de que los
discípulos de Jesús no siguen “la tradición de los ancianos”, es decir, en el
caso presente, las regulaciones impuestas por antiguos rabinos y entregadas a
la actual generación acerca de purificaciones ceremoniales de las manos antes y
durante las comidas. Esta “tradición de los ancianos” se consideraba tan
obligatoria como la mismísima ley de Dios, puesto que, según los escribas y sus
seguidores, mostraba lo que significaba realmente la ley divina, esto es, cómo
debía ser aplicada en la vida cotidiana.
El problema era, sin embargo, que en muchos casos (no en
todos, de otro modo Jesús no habría dicho las palabras relatadas en 23:2-3), estos
juicios tanto iban mucho más allá de lo exigido por la ley de Dios, o dejaban
completamente de hacer justicia a las verdaderas exigencias de esa ley (Recuerde
Mat. 5:20-48; 12:1-8). En este verso 2, vemos algo que se exigía más allá de la
ley, era una “tradición” de ellos. Ya que en el A.T. es verdad que una santidad
implicaba no solamente la renovación interior, sino que debía expresarse
también exteriormente (Lev.19:2, 1°Tes.4:3;
2°Tim.2:21), y esto no solamente en una conducta ética, sino
también en un sentido ritual, de modo que, por ejemplo:
a. el pueblo debía lavar sus ropas cuando el Señor
estaba por descender al Sinaí (Exo.19:10);
b. los sacerdotes antes de realizar las diversas
funciones sagradas debían bañarse (Lev.16:26,28; Núm.19:7,8,19);
c. También es cierto que Aarón y sus “hijos”
recibieron la orden de lavarse las manos antes de cumplir sus deberes en el
tabernáculo (Exo.30:17-21), y que bajo ciertas condiciones específicas la ley
exigía que el pueblo en general se lavara las manos (Lev.15:11; Deu.21:6). Pero
la ley de Dios en ninguna parte prescribe el lavamiento de manos para toda
persona y en relación con cada comida. Esta era estrictamente una
“tradición de los ancianos” sin apoyo alguno en las ordenanzas divinas. Pero ellos
magnificaron y pusieron gran énfasis a este asunto. (Mar.7:3-4).
Resumiendo, diremos que estas aplicaciones surgen por parte
de algunos fariseos y escribas, que después del tiempo del cautiverio, queriendo
reconstruir su comunión con Dios (ya que sabían que su pecado los hacía estar
cautivos en otras naciones), promulgaban estas reglas, aparentemente basadas en
la ley, con el fin de hacerlo mejor para Dios y encontrar su favor. Estos eran
profesionales en eso, se complacían agregando reglas y lo hicieron su afición. A
los más famosos rabinos o maestros entre ellos se les otorgaron los más altos
honores. Lo que ellos decían pasaba de generación en generación. En las
escuelas que estaban vinculadas con las sinagogas los escribas no solamente
enseñaban a los niños a leer usando como texto las Escrituras hebreas, sino que
tanto en las salas de clases de la sinagoga como en las salas del templo
enseñaban a los “discípulos” mayores o “aprendices” la interpretación que los
famosos rabinos del pasado le habían dado.
IMPORTANTE CONOCIMIENTO QUE NOS ACLARA EL TEMA :
El método de enseñanza que más se usaba era el de la “repetición”. La materia
que se enseñaba era repetida por el maestro al alumno, y luego por el alumno al
maestro. A medida que crecían en número las regulaciones y opiniones, así
también la cantidad de material que había que memorizar se agigantaba de año en
año y década tras década, hasta que se hizo tan enorme que el Rabí Jehuda,
más o menos el año 200 d. C. puso por escrito esta “tradición de los
ancianos” en lo que se llama Mishnah o Mishna, palabra formada de un verbo
que significa repetir. Había habido varios intentos previos de hacerlo,
pero la obra de Jehuda inmediatamente fue reconocida como la más completa y
exitosa. Así que la Mishna abarca todo el contenido de lo que se consideraba
una tradición judaica importante en la forma que había adquirido hasta el año
200 d. C. A los rabinos de Palestina de los primeros dos siglos d. C. cuyos
puntos de vista sobre la tradición oral hebrea se registran en la Mishna y
en otras obras se les llama tannaim (del arameo tenā, repetir, enseñar).
La Mishna está formada por : 1. por las decisiones de los sabios sobre muchísimos casos particulares, y 2. por las aclaraciones de los textos básicos del Pentateuco.
Todos estos materiales están arreglados en seis
Ordenes = Semillas, Fiestas establecidas, Mujeres, Perjuicios
(o Heridas), Cosas santas (o Consagraciones), y Lavamientos (o
Purificaciones). A su vez, cada orden se divide en varios tratados
subsidiarios, y éstos a su vez, en capítulos y éstos en párrafos. Así, por
ejemplo, uno de los tratados del orden “Lavamientos” tiene algo que
decir acerca del lavamiento de las manos.
Sin embargo, pronto se descubrió que a su
vez la Mishna también necesitaba ser aclarada y ampliada. Entonces se
produjeron los Comentarios, al principio orales y luego escritos, sobre
la Mishna. La adición a la Mishna se llama la Gemara, sustantivo derivado de un verbo que significa completar.
La escuela rabínica de Jerusalén, combinando la Mishna con su Gemara, produjo
el Talmud de Jerusalén o
Palestino. La palabra Talmud está relacionada con un verbo que en su forma más
simple significa aprender, y en la forma modificada (Piʾel), que aquí
nos interesa, enseñar. La escuela rabínica centrada en Babilonia produjo
el Talmud babilónico, mucho más grande (cuatro veces más extenso) y
generalmente considerado como de mayor autoridad. Cuando se menciona el
“Talmud” sin modificativos, generalmente la referencia es al Talmud babilónico.
Dejaremos hasta aquí este vital apoyo, ya que más adelante y hasta hoy todo esto
ha tenido más variaciones e inclusiones (En otro momento podemos ESTUDIAR LO
QUE EXISTE HOY). Sólo diremos que no es tan claro si son aplicables al tiempo en
que Jesús caminaba en estas tierras. Consideraremos para nuestro estudio lo
siguiente :
A) La crítica de los fariseos y
escribas, nada tenía que ver con la higiene. Estos hombres no quieren decir que
Jesús estaba permitiendo que sus discípulos comieran con las manos físicamente
“sucias”. La cuestión en disputa tenía que ver con la pureza ceremonial,
no con la suciedad. Nada tenía que ver con microbios o bacterias, acerca de lo
cual ni los discípulos ni sus críticos sabían nada.
B) La traducción “se lavan” en el v.
2 y “sin lavarse” en el v. 20, aunque es favorecida por muchos, probablemente
no sea la mejor. “Según el rito judaico las manos no se lavaban en una jofaina,
sino que con las manos en alto se echaban agua desde arriba”. “Lo que los
fariseos querían no era el lavamiento común de las manos, sino el lavacro, o
para expresarlo más exactamente, la purificación ritual de las manos en
todo caso, aun cuando estuvieran limpias.
C) La expresión “cuando comen pan”,
con referencia a la comida principal, significa sencillamente “cuando
participan de una comida”.
Basados en la “tradición de los ancianos”
aún no escrita pero que posteriormente se escribió, estos fariseos y escribas
eran de la opinión de que todo contacto con un gentil, por ejemplo, el rozar a
alguno en la calle o en el mercado, o el tocar casualmente un objeto que le
pertenecía, era un impedimento para el culto en la sinagoga o en el templo. Eso
explica su crítica. Estos hombres estaban muy preocupados de esa tradición, mucho
más que de la Palabra de Dios.
v.3-6) Jesús les contesta magistralmente,
diciéndoles que ellos estaban quebrantando algo infinitamente más
importante: la santa ley de Dios, la cual ponían por debajo de su tradición.
Para esto usa el quinto mandamiento, enseñando que “honrar padre y madre
significa más que obedecerles”, especialmente si esta obediencia se interpreta
en un sentido puramente externo. Es la actitud interior del hijo hacia sus
padres lo que aparece en primer plano en el requisito. Toda obediencia egoísta
o de mala gana, o la obediencia por miedo quedan completamente excluidas. El
honrar implica amar, tener en alta estima, mostrar un espíritu de respeto y
consideración. Esta honra debe ser dada a los dos padres, porque en lo que respecta
al hijo ellos son iguales en autoridad. En Exo.21:17;
Lev.20:9 se pronuncia la pena de
muerte contra los que maldicen padre o madre (Vea después también Exo.21:15; Deu.21:10-21
y Pro.30:1-7).
Los fariseos
y escribas según los versos 5 y 6, estaban diciendo a los hijos que había una
forma de eludir la pesada carga de tener que honrar a sus padres dándoles
sostenimiento. Si un padre o una madre, al darse cuenta que un hijo tenía algo
que ellos necesitaban, se lo pedía, todo lo que necesitaba hacer el hijo era
decir: “Es un dôron (dádiva)” o “corbán” (una ofrenda), Mar. 7:11. De cualquier forma, sea que use la palabra griega dôron o la
hebrea corbán, realmente está diciendo “ha sido consagrado a Dios”, y
haciendo esta afirmación o exclamación, en conformidad con la enseñanza farisea
basada en la tradición, el hijo se estaba liberando de la obligación de honrar
a sus padres (aquí “padre” también representa a la madre) ayudándoles en su
necesidad particular. Entonces enseñando que los hijos honran a sus padres con las
cosas materiales, externas, sólo vemos de parte de estos hombres un artificio
perverso destinado a privar a los padres de la honra que les corresponde. La
actitud de Jesús hacia la santa ley de Dios era exactamente lo opuesto a la de
ellos, eran imitadores solamente.
Ahora bien, cuando la gente se ha
corrompido al punto de enseñar a la generación más joven el modo de evadir los
requerimientos de un mandamiento muy importante del Decálogo, y lo hacen
mientras pretenden ser muy piadosos y devotos, merecen ser llamados hipócritas.
V. 7-9) Isaías lo había profetizado. Además de
lo que ya se ha dicho sobre este pasaje nótese lo siguiente:
Primero, Mateo no puede haber
querido decir que al escribir Isa. 29:13 el profeta haya estado pensando en los fariseos y
escribas. Quiso decir que lo que el profeta escribió acerca del pueblo de su
propio tiempo todavía estaba muy vigente, porque entonces y ahora los que
recibían las palabras de condenación estaban honrando a Dios con sus labios,
mientras el corazón estaba lejos de él. En otras palabras, la historia se
estaba repitiendo. Reflexión práctica : ¿ Y hoy ? ¿ Cómo estamos
honrando a Dios ? Segundo, la descripción dada es exacta: Los fariseos y
escribas estaban constantemente honrando a Dios con sus labios, exteriormente,
como es claro en muchos pasajes, mientras interiormente eran corrompidos, y sus
corazones estaban muy lejos de Aquel a quien estaban alabando con sus labios.
¿No demostró Jesús este hecho mismo en el contexto precedente, en que se
describe la forma en que estos enemigos enseñaban a los generaciones más
jóvenes la forma de evadir los requerimientos del mandamiento acerca de los
deberes hacia los padres?.
Tercero, la designación “hipócritas”
era apropiada, porque estos pretendían ser lo que no eran: pretendían ser muy
piadosos pero en realidad eran muy perversos. Cuarto, la adoración de
ellos era “vana”, esto es fútil, que no honraba a Dios ni los beneficiaba a
ellos o a los demás hombres en manera alguna. Finalmente, cuando el corazón se
encuentra alejado de Dios, la Palabra de Dios se cambia en favor de los
“preceptos de hombres”, las “tradiciones” puramente humanas, es decir, solo la
religiosidad del hombre que intenta ayudar a Dios en su Palabra. Pasan a ser
legalistas y como hemos aprendido, esto no resuelve el problema legal del
pecador.
CONCLUSION
Poner el puro legalismo en lugar de la
verdadera piedad, la conformidad externa de las tradiciones en lugar de la
actitud del corazón con la mente de Cristo, y una torturante escrupulosidad en
lugar de la gozosa obediencia a la Palabra de Dios, es lo que maquilla una
careta de apariencia, que no sirve de nada frente al Señor. La distancia que
hay entre lo que nuestros labios dicen y lo que realmente hacemos desde el corazón,
guiados verdaderamente por el Espíritu de Dios nos separa. Debemos ser
consecuentes y saber que en Cristo estamos completos, que Su Espíritu Santo nos
lleva a una verdadera adoración no religiosa, sino en espíritu y en verdad. Las
tradiciones de las iglesias hoy también han opacado la verdad divina, han
contaminado lo ceremonial de Dios, agregando cosas que jamás el Señor pide para
la salvación del perdido. Rectifiquemos y hagamos lo que Él dijo. Amén!
APOYO ESTUDIO: IB MITEI