Lección: Mateo 15:10-20 Texto: Mateo 23:26
INTRODUCCION
Ya nos hemos dado cuenta que
los religiosos (de todo tiempo), si se alejan de Dios, centrando su adoración
en preceptos propios, que llegan a ser sólo tradiciones de hombre, no sólo afectan
a los demás, si no principalmente a ellos mismos. Ahora veremos la verdadera
contaminación a la que se llega con la precedente realidad religiosa, enfocando
Jesús lo esencial que debemos guardar al ser hijos de Dios, que vamos hacia la eternidad.
Amén.
DESARROLLO
v.10-11) Habiendo reprendido a los fariseos y
escribas, apartándose de ellos, Jesús se vuelve hacia la multitud y les dice que
se acerquen, ya que va a decirles algo de gran importancia, algo que concierne
a la esencia misma de la religión y la ética, para que no se permitan ser
desviados. Para enfatizar el significado de lo que está por decir, Cristo
antepone a lo que va a decir la introducción solemne: “Oíd y entended”.
Quiere que ellos lo escuchen atentamente y mediten bien, a fin de que comprendan
adecuadamente. Oír (con el espíritu) y entender (con la mente de Cristo).
Lo que Jesús está diciendo en una forma tan sencilla, clara e
indiscutible, tiene que ver con la arrogante pregunta de los fariseos y
escribas (v. 2) acerca del lavamiento ritual de las manos en conexión con las
comidas. Según los hombres venidos de Jerusalén para sorprender en falta a
Jesús, las manos no lavadas contaminaban el alimento y por tanto también al que
lo comió. A menos que fuera ceremonialmente limpio, todo lo que entraba en la
boca del hombre desde afuera contaminaba al hombre. Jesús muestra que la
verdad es exactamente lo opuesto: no lo que entra sino ¡lo que sale de
la boca contamina al hombre! En otras palabras la contaminación viene del
corazón (V.18, 19; Mar.7:19-23). Ese “almacén” interior, en
conformidad con la norma establecida en Mat.12:35, emplea la boca como su
instrumento para la expresión externa de todo tipo de pensamientos y
sentimientos que son verdaderamente contaminantes.
Lo que Jesús
está haciendo aquí es poner el énfasis donde corresponde, no sobre lo que es
físico sino sobre lo que es espiritual y permanente, como siempre lo hace. Y
claro, cómo no saber que la “palabra” que sale de nuestra boca es lo que pesa
Dios (Sal.10:7; 12:2; 52:2-4; Jer.9:3-6;
Stg.3:8; 2°Ped.2:18).
La advertencia implícita de Cristo contra el incalculablemente y abominable
mal de la contaminación de la boca y del corazón es ciertamente muy necesaria,
incluso para nuestros tiempos, donde no sólo existe oralmente, si no computacionalmente
en las redes sociales y todo lo que es el internet.
v.12-14) Aparecen nuevamente sus discípulos
diciéndoles que sus palabras habían ofendido a los fariseos y escribas (Lo que
había dicho del verso 3 al 9), ya que las recientes palabras fueron breves y
sólo las dirigió a la gente, no a los detractores. Seguro que ante los oídos de
los discípulos los fariseos dieron libre curso a su disgusto en algún momento
anterior. Ahora podríamos preguntarnos: ¿Se habrían asustado los discípulos?
¿Estaban agitados con una medida de susto por los hombres a quienes muchos
consideraban como líderes venerables? ¿Tenían miedo de las posibles
consecuencias de la reprimenda que el Maestro les había administrado? Sea como
fuere, lo que los líderes religiosos dijeron les había impresionado
profundamente a los discípulos, quedaron muy indignados, y esto quizás no
solamente debido al hecho ya señalado, que habían sido estigmatizados
públicamente como transgresores o hipócritas, sino también por una razón
diferente: Si la palabra de Dios tenía una posición infinitamente más alta que
la tradición de los ancianos, y si ese juicio sobre los valores comparativos se
arraigaba entre la gente, estos líderes sabían que en tal caso ellos podrían
bien quedarse en casa. ¿No era exactamente esta tradición la que habían
constituido en su afición, su especialidad? Así que se ofendieron y se
sintieron repelidos, al punto que debido al corazón corrompido que tenían
comenzaron a pensar y a dar a conocer los malvados sentimientos que tenían
contra Jesús y los discípulos querían que su maestro tome conocimiento. En el
verso 13 y 14 su respuesta es magistral. Vuelva a aparecer la figura de una
plantación o cultivo, ya que pueblos de Dios puede ser considerado como un
huerto bien regado (Isa.58:11), la viña de Jehová (Isa.5:7), labranza de Dios (1°Cor.3:9), donde siempre la Escritura dice que
para que este sea prosperado, debe ser Dios que lo plante. Para que los seres
humanos cumplan su tarea para la gloria de Dios y para entrar en el cielo, por
lo menos tienen que haber sido arraigados tan firmemente que han llegado a ser
“una sola planta con” Cristo, que “crecen juntos” en la semejanza de su muerte
y posteriormente en la de su resurrección. Jesús habla de los cultivos que su
“Padre celestial” no ha plantado (Mat.11:25-27; Jn.5:17-18), los cuales nos
recuerdan la cizaña que el diablo plantó (Mat. 13:25, 39) los cuales están destinados
a ser desarraigados y echados en el fuego (Luc.17:6;
Jn.15:5; Judas 12). Eso
es lo que va a ocurrir en el tiempo del juicio final. Estos hombres pertenecen
a este grupo. Los que ponen su confianza en ellos van a ser desarraigados junto
con ellos, por eso Jesús les dice “Dejadlos ir” o “déjenlos”. Este mandamiento
uno también podría traducirlo: “No haced caso de ellos”, “No les presten atención”,
“no los sigan”, ya que al hacerlo irán al desastre eterno. Estos líderes son
“Ciegos”, y esta ceguera es autoproducida, resultado de la dureza del corazón,
espiritual (Jn.3:19). Es auto engañadora, porque estos presuntos guías imaginan
que ellos, y solamente ellos, pueden ver (Jn.9:40, 41). ¡Qué triste es la
suerte de la persona que sigue a tal líder! El líder es ciego y también lo es
el seguidor. ¿No caerán ambos en el hoyo? ¿Estaba Jesús pensando en el hoyo
como símbolo del infierno? No podemos decir otra cosa que bien podría ser así.
v.15-20) La palabra “parábola” se usa Pedro,
quien habló por los 12, aquí es en el sentido de dicho proverbial, mashal,
el aforismo (proverbio, refrán) del v.11. Jesús le responde que pese al tiempo
que llevan junto a Él, íntimamente , ¿aún no han entendido ? ¿No han captado su
enseñanza ?, lo cual sería inexcusable, similar a lo que les dijo en Jn.14:9 diciendo
que tanto tiempo estaban con él y no le conocían. Con la respuesta de Jesús ¿No
entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la
letrina? Ni siquiera
la ciencia más moderna puede encontrar una falta en la declaración de Cristo en
cuanto a lo que ocurre a lo que entra por la boca, ya sea en forma bien
directa, como en el caso de los consumos que el cuerpo no asimila, esto es, que
no entran en la formación de nuevas células, o indirectamente, como ocurre con
los alimentos que se asimilan, en vista del hecho que el anabolismo siempre va
seguido del catabolismo, al final la eliminación es lo que ocurre con todo lo
que entra por la boca del hombre. Nada de esto en forma alguna contamina el
corazón y por lo tanto a la persona. Por otra parte, las palabras que proceden
de los labios tienen su fuente en el corazón, siendo éste el núcleo y centro
del ser humano, el manantial de sus pensamientos, palabras y hechos (Pro.4:23). Todas estas cosas proceden “de dentro” (Mar. 7:21). Las palabras que son malas, “contaminan al hombre”, punto que termina
de reforzar en el v.19. Porque del corazón salen las malas intenciones (Gén.6:5), los homicidios, los adulterios, los pecados sexuales, los robos, los
falsos testimonios, las injurias. En cuanto a estas “intenciones” o “deliberaciones”,
la palabra usada en el original es de donde deriva nuestra palabra diálogo.
Cabe destacar que casi en cada pasaje en que se usa esta palabra la actividad
descrita es de una naturaleza claramente pecaminosa (Luc.2:35; 5:22; 6:8; 9:46-47; Rom.1:21; 1°Cor. 3:20). Aquí en el verso 19 se llaman malas
o malos; por eso “malas deliberaciones” o “malas intenciones”,
asumiendo en sí el pecado que se describe. Por lo tanto, las malas
intenciones se revelan en malas palabras y hechos. Mateo nombra varios
de estos pensamientos, ordenándolos más o menos según la secuencia en la
segunda tabla de los Diez Mandamientos. De ningún modo se pretende que todos
los puntos mencionados estén necesariamente asociados con palabras habladas,
pero todos salen de dentro, del corazón. La acción viene siempre de dentro
hacia afuera. La manera en que los fariseos estaban enseñando a la generación
más joven a evadir la responsabilidad hacia los padres (v.3-9) proporciona una
excelente ilustración de una mala intención relacionada con el quinto
mandamiento y si nos damos cuenta, sólo considerando lo de afuera, nunca lo de
dentro. El resto de la lista se explica por sí mismo. En Marcos es dos veces
más larga (Mar.7:21-22). El punto importante es el mismo en ambos Evangelios,
relatado en forma más completa por Mateo en las palabras del v.20), donde termina
diciendo que estas son las cosas que contaminan al hombre, pero comer sin
lavarse las manos no contamina al hombre. Esto es una respuesta directa a la
acusación hecha por los enemigos (v.1-2). Por lo tanto, que ellos presten
atención a las cosas que realmente importan en vez de sumergirse en
trivialidades ritualistas. ¡Que se dejen de anular la palabra de Dios por causa
de su tradición!. Nunca la limpieza es de afuera hacia adentro, sino que desde
dentro hacia afuera. Gloria a Jesús por su gran respuesta (Jer.4:14).
REFLEXION
PRACTICA : Analicemos si en alguna medida nosotros hemos puesto
mandamientos dentro de la iglesia para ayudar a Dios en Su Obra redentora, que
Él no mandó. Alguna tradición nos puede estar dejando ciegos espirituales. Si
fuera así, debemos por esta lección oír y entender a Jesús.
CONCLUSION
Jesús se ha dirigido a los fariseos y escribas (v. 3-9), a la gente en
general (v.10-11), y a sus discípulos (v.12-14), para dejar más que claro que cuando
la tradición reemplaza la verdad, es el corazón que realmente esta en juego, y
por ende la verdad de Dios en nuestras vidas, con los resultados que ello implica.
Con esta enseñanza Jesús rompe los paradigmas en su tiempo. El hombre tiende a
esto, incluso desde el Siglo de la Reforma en adelante ciertas formas (dogmas
religiosos definidos por los hombres) pudieran estar influyendo y afectando hoy
en medio de muchas denominaciones que salieron de ese período de la historia eclesiástica.
Lo anterior incluye a los pentecostales y metodistas que a veces pudieran
imponer una forma externa por sobre la transformación verdadera del carácter
del cristiano. No se sienta mal si Dios hoy nos está enseñanza nuevamente, ya
que esto nos devuelve a la verdad del evangelio, a no contaminarnos y finalmente
a Su presencia muy pronto, cuando Él regrese. Amén.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI