Lección: Mateo 16:13-20 Texto: Isaías 43:10
INTRODUCCION
Mientras los religiosos de la época leudan la masa, los
griegos están escuchando y asimilando el mensaje de Cristo, sus discípulos
deben impregnarse en su espíritu, con profundidad quien es este hombre que les
enseña, muestra con poder y los prepara
para su gran misión. Han pasado los siglos y esta gran interrogante aún existe
para muchos, sin embargo para un remanente pequeño, no hay ninguna duda. Veamos
lo que pasa a continuación con esta gran pregunta salida de los mismos labios
del Mesías.
DESARROLLO
v.13-15) En las clases
anteriores hemos visto como Jesús les enseña a sus seguidores a estar en guarda
contra las falsas doctrinas de los fariseos y saduceos (Mat.16:1-12). Ahora,
que el Maestro estaba más tiempo a solas con sus discípulos, esta enseñanza debía
profundizarse aún más, ya que el objetivo principal del adversario vencido de
Dios es anular Su Nombre, Su persona, ocultar quien es Jesús, el Ungido, el Mesías
de esta humanidad, y confundir a su pueblo, con el espíritu del anticristo
(Anti=En reemplazo de, en sustitución de & Cristo = Ungido), cambiando lo perfecto,
por lo falso, lo que es por lo que no es. La gran victoria de Yeshúa es que
esto no se podrá lograr jamás, ya que es imposible, Él es Dios.
Ahora les va a enseñar acerca de sí mismo. Que, como Rey
está en completo control de toda situación, como lo muestra de principio a fin;
como Profeta, está por mostrar que él es verdaderamente el Mesías
largamente esperado, y que como tal, para cumplir las profecías debe sufrir,
ser muerto y resucitar, verdades que antes había comunicado a los discípulos
sólo de un modo velado (Mat.10:38; 12:40), pero que ahora les iba a ser
revelado claramente. Ahora era el tiempo oportuno, porque como Sumo
sacerdote el Hijo del hombre pronto se estaría presentando como una
ofrenda “en rescate por muchos” (Mat.20:28; Mar. 10:45). Para lograr una buena
atmósfera de quietud, serenidad e intimidad, el Señor decide ir con sus
discípulos “al distrito de Cesarea de Filipo, que es donde les hace esta gran pregunta
: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?. Sólo
recordaremos que la expresión “el Hijo del Hombre” fue estudiada en Mateo 8:20
y que tiene su origen en Daniel 7:13, y sólo debe ser asignada al Mesías, no a
cualquier otro hombre. Los discípulos sabían que “Hijo del hombre” era la
designación que se daba a sí mismo su Maestro, lo cual explica por qué Mar. 8:27 y Luc. 9:18 dan a la pregunta la
forma “¿Quién dice la gente que soy yo?” Jesús ya sabía que
en el momento apropiado, esto es, después de la respuesta de los discípulos,
haría esta pregunta mucho más importante, la que se encuentra en el v. 15. Lo
que hasta ahora había permanecido velado, de aquí en adelante debería salir a
la luz, no tanto como un anuncio al público en general, sino de modo que los
discípulos puedan saber quién es realmente este Jesús y qué es lo que le va a
ocurrir. Entonces, cuando realmente ocurran los dramáticos acontecimientos,
estos hombres no quedarán completamente confundidos como ocurriría si no se les
hubiera informado previamente al respecto (Jn.14:29; 16:1, 4, 33). En el
v.14 ellos dijeron: Algunos (dicen) Juan
el Bautista; algunos Elías, y otros Jeremías o uno de los
profetas. Ellos, por gracia, omiten que algunos identificaban a Jesús con
Beelzebul (10:25). Esta omisión podría también ser explicada por el hecho de
que Jesús no estaba preguntándoles lo que los envidiosos escribas y fariseos
pensaban de él, sino qué nombre la gente en general le daba. La
respuesta fue que algunos eran de la opinión de que Jesús era Juan el
Bautista resucitado (Mat.14:2). Otros sostenían que era Elías.
Ahora, aunque Juan había venido en el espíritu y poder de Elías (Luc.1:17) e
iba a ser llamado “Elías” nada menos que por Jesús mismo, como lo indica en Mateo
17:12, sin embargo, no era literalmente Elías, y era el precursor literal, el
Elías personal a quien muchos judíos esperaban y confundieron con Jesús, en
parte como resultado de una mala interpretación de Mal.4:5. Estos primeros dos
grupos parecen haber considerado a Jesús como un precursor del Mesías.
Hay otros que identificaban
a Jesús con Jeremías, quizás como otro precursor. ¿Imaginaban ellos que
Jeremías había vuelto en la persona de Jesús con el fin de devolver el
tabernáculo, el arca, y el altar del incienso, que, según una leyenda relatada
en 2° Macabeos 2:4-8 (Libro Apócrifo), ese profeta había escondido en una
cueva? Finalmente, había quienes consideraban a Jesús no como el Mesías ni
siquiera su precursor, sino sencillamente como uno de los profetas que había
“resucitado” (Luc.9:19). Esta introducción era para llegar a esta gran e
importante pregunta : “Pero vosotros”, preguntó, ¿quién
decís que soy yo? . Aún cuando ellos en Mateo 14:33 ya habían expresado
“Tú eres verdaderamente el Hijo de Dios”. ¿Había sido ésta solamente una
reacción momentánea a un milagro poderoso, el dar expresión a una convicción
que había desaparecido con igual rapidez? ¿O se había alojado permanentemente
en sus corazones y mentes la verdad de que Jesús era verdaderamente el Mesías,
el Hijo mismo de Dios? En el original se pone gran énfasis en “Pero vosotros”.
Este pronombre personal, segunda persona plural, está al principio mismo de la
oración. Primero aparece como una palabra aislada con significación propia, y
luego se incluye como un elemento en el verbo. En la traducción se ha hecho un
intento de retener este tremendo énfasis. La salvación es un asunto muy
personal. Toda la gente alrededor nuestro puede tener las más variadas
opiniones acerca de Jesús, pero ¿qué pensamos nosotros de él? Eso es lo
importante. Reflexión práctica : Esta puede ser la pregunta para hoy,
comentando en medio de la clase que usted tiene.
v.16-20) Hay que tener presente que esta pregunta
había sido dirigida a todos estos hombres, no solamente a uno de ellos; por
eso, “vosotros” y no “tú”. Entonces cuando ahora responde uno de los Doce,
lo hace como portavoz de todo el grupo, la respuesta que da Jesús por lo tanto
debe ser considerada también como no exenta de significación para todo el
grupo. En el verso 16) Simón Pedro respondió y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios vivo. La personalidad de Pedro y su posición de
liderazgo ya han sido comentadas anteriormente. En este pasaje podemos notar lo
siguiente :
a) Probablemente para añadir solemnidad y
claridad al relato del suceso se usa aquí el nombre completo de este
discípulo: “Simón Pedro”. Este nombre es el usual en el Evangelio según Juan,
pero no en los Sinópticos. Aparece también en Luc.5:8, en conexión con otro
contexto de profunda emoción y humilde reverencia.
b) En los Evangelios y en el libro de Hechos, Pedro
frecuentemente representa a los Doce, como es claro no solamente del
contexto presente, sino también, entre otros pasajes como de Mat.15:15,16;19:27-28;
26:35, 40, 41; Luc.8:45;9:32-33; 12:41; 18:28; Jn.6:67-69; Hch.1:15; 2:14,37-38
y 5:29. Sin embargo, su identidad no se pierde. Es Pedro quien habla y a Pedro
se dirigen las palabras de los versículos del 17 al 19.
c) Aun antes de este tiempo Pedro ha hecho conmovedoras
declaraciones acerca de Jesús (Luc.5:8; Jn.6:68-69), pero la presente declaración de fe es la
más completa de todas ellas.
d) En cuanto a precisión, en esta concisa
declaración, de sólo quince palabras, el original usa el artículo definido no
menos de cuatro veces. (ἀποκριθεὶς δὲ
Σίμων Πέτρος εἶπε· σὺ εἶ ὁ Χριστὸς ὁ Υἱὸς τοῦ Θεοῦ τοῦ ζῶντος.)
e) Cuando Pedro declara que Jesús es “el
Cristo” él quiere decir el Ungido largamente esperado, Aquel que como
Mediador fue apartado u ordenado por el Padre y ungido con el Espíritu Santo,
para ser el Profeta principal de su pueblo (Deu.18:15, 18; Isa.55:4; Luc.24:19; Hch.3:22; 7:37); único Sumo
sacerdote (Sal.110:4; Rom.8:34; Heb.6:20; 7:24; 9:24); y Rey
eterno (Sal.2:6; Zac.9:9; Mat.21:5; 28:18; Luc. 1:33; Jn.10:28; Efe.1:20-23;
Apo.11:15; 12:10, 11; 17:14; 19:6).
f) La declaración de Pedro que Jesús es “el
Hijo del Dios vivo” no puede significar otra cosa sino que en un sentido
único, en un sentido no aplicable a hombre mortal alguno, Jesús es, era y
siempre será el Hijo de ese Dios que no solamente es El mismo, el único Dios
vivo, en contraste con todos los falsos dioses de los paganos (Isa.40:18-31),
sino también es la única fuente de vida para todo aquel que vive.
En el verso 17) Jesús inmediatamente,
en forma cariñosa, elogia la respuesta a la confesión hecha por Pedro. La
designación “Simón Bar-Jonás”, es, “Simón hijo de Jonás” (o: “de Juan”, Jn.1:42),
esto para la persona aludida era un recordatorio de quién era por naturaleza,
simplemente un humano hijo de un padre humano. Era un hombre que por sí mismo
no podría haber contribuido con nada que fuera importante, sólo un ser humano
entre muchos otros. Este recordatorio va a ser seguido en breve (v. 18) por una
afirmación de lo que por la gracia ha llegado a ser este mismo Simón Bar-Jonás,
ósea, un digno portador del nombre “Cefas” (arameo) o “Pedro” (griego). A este
“Simón Bar-Jonás”, por sobrenombre “Pedro”, Jesús lo declara “bienaventurado”,
dando a esta palabra toda la profundidad de sentido que tiene en las
bienaventuranzas (Mat.5:1-3). Naturalmente, también son bienaventurados todos
los que están de acuerdo con Pedro.
Jesús enfatiza que “carne
y sangre”, no se lo reveló, está diciendo que no fue el puro cálculo,
razonamiento, intuición o tradición meramente humana, estos, nunca podrían
haber producido jamás en el corazón de este discípulo la visión de esta sublime
verdad que acababa de profesar en forma tan gloriosa. Solo “mi Padre que está en los cielos”
es quien había revelado esta verdad a Simón Bar-Jonás y lo había habilitado
para darle una vivaz expresión. A este discípulo y a todos los de una
mentalidad similar, sólo Él (este Padre celestial) la había revelado (Mat.11:25-26);
y esto no necesariamente en forma directa, susurrándole algo al oído, sino
bendiciendo al corazón con los medios de gracia provenientes de las palabras y
obras de Cristo. Al hablar de (o a) aquel que lo envió, Cristo revela no
solamente la relación de parentesco eterno, sino también el calor del amor
existente entre las personas involucradas en la redención, el Padre , el Hijo y
el Espíritu Santo de Dios, al preferir la designación “mi Padre”. En varios
pasajes se relata el uso de esta frase. En un número de casos se usa la
denominación más completa “mi Padre (que está) en los cielos” (Vea Mat.10:32;
12:50; 18:10, 19), o también “mi Padre celestial” (Mat.15:13; 18:35).
A los siguientes versos
18 y 19, se les ha dado una cantidad
de interpretaciones falsas con el fin de ajustar las mentiras de grandes
religiones, en las cuales no ahondaremos (por ser innecesario), sólo iremos a
lo que nos importa, diciendo que : Jesús intencionadamente usa dos palabras
griegas que aunque no son idénticas, tienen un sentido estrechamente
relacionado. Lo que dijo fue: “Tú eres petros, y sobre esta petra
edificaré mi iglesia”, lo que significa: “tú eres una roca, y sobre el risco
(o: farallón) de el Cristo, ‘el Hijo del Dios vivo’ que te fue revelado y a
quien has confesado, edificaré mi iglesia”. Si Jesús hubiera querido dar la
idea de que iba a edificar su iglesia sobre Pedro, habría dicho: “y sobre ti
edificaré mi iglesia”. Cuando se alega que el Señor pronunció estas palabras en
arameo y que en ese idioma las dos palabras petros y petra eran equivalentes,
la respuesta es que no sabemos suficiente acerca del arameo para hacer esta
afirmación. Tenemos el texto griego inspirado y por ese debemos guiarnos. (ἀποκριθεὶς δὲ Σίμων Πέτρος εἶπε· σὺ εἶ
ὁ Χριστὸς ὁ Υἱὸς τοῦ Θεοῦ τοῦ ζῶντος.)
Si analizamos en arameo, podemos
comentar lo siguiente. El sentido sería “Tú eres Pedro, es decir, Roca, y sobre
esta roca, esto es, sobre ti, Pedro, edificaré mi iglesia”. Hablando arameo,
probablemente dijo: “Y yo te digo, tú eres Kefa’ y sobre esta kefa’ edificaré
mi iglesia”. Entonces, Jesús le está prometiendo a Pedro que va a edificar su
iglesia ¡sobre él! Analicemos esta interpretación en la forma siguiente. El
Cristo promete edificar su iglesia:
A) No sobre
Cefas como era por naturaleza, sino en él considerado como un producto de la
gracia. Por naturaleza este hombre era, en un sentido, débil, muy inestable,
como se ha indicado anteriormente. Por gracia llegó a ser el testigo más
valiente, entusiasta y efectivo de la verdad que el Padre le había revelado con
respecto a Jesucristo, el Hijo del Dios vivo. Fue en ese sentido que Jesús usó
a Pedro para edificar, reunir y fortalecer, su iglesia.
B) No sobre
Cefas considerado completamente solo, sino sobre Cefas como “primero entre
iguales” (Mat 10:2), sobre “Pedro tomando su posición con los once” (Hch.2:14).
La autoridad que se confía a Pedro en 16:19, en 18:18 se da a los Doce. En
realidad, no se debe pasar por alto la congregación local en el ejercicio de
esta autoridad (Mat.18:17).
Jesús
no quería decir que Pedro ahora podía comenzar a “señorear” sobre los demás
discípulos. Los demás no lo entendieron así, y Jesús definitivamente rechazó
tal interpretación (Mat.20:25-28; Luc.22:24-30). Si Pedro mismo hubiera
concebido su autoridad o la de otros como la de un dictador, ¿cómo podría haber
escrito 1°Ped.5:3?
C) No sobre
Cefas como fundamento básico. En el sentido primario o básico de la expresión
hay sólo un fundamento, y ese fundamento no es Pedro, sino Cristo mismo (1°Cor. 3:11). Pero en un sentido secundario es
completamente legítimo hablar de los apóstoles, inclusive a Pedro, como
fundamento de la iglesia, porque estos hombres estaban siempre señalando hacia
Jesucristo como el único y suficiente Salvador. En ese sentido secundario las
Escrituras mismas se refieren a los apóstoles como el fundamento de la iglesia
(Efe. 2:20; Apo.21:14).
En esta conexión hay que
poner el énfasis también en el hecho de que en el pasaje que ahora consideramos
Jesús habla de sí mismo, no de Pedro, como el edificador y propietario de la
iglesia. Dice: “(Yo) edificaré mi iglesia”. La figura de un edificio para
representar la iglesia se encuentra también en pasajes tales como 1°Cor. 3:9; Efe.2:21-22; 1°Ped.2:4-5. Poco a poco el
edificio crece. Aumenta en fuerza, belleza y utilidad, y sus miembros son
considerados “piedras vivas”. Al edificar su iglesia Jesús hace uso de Pedro y
de los demás apóstoles. En efecto, usa a todos los miembros vivos de la iglesia
para lograr este propósito.
La expresión “mi iglesia” se
refiere, por supuesto, a la iglesia universal, aquí en forma especial a todo
“el cuerpo de Cristo” o “la suma total de todos los creyentes” en su
manifestación neotestamentaria, dondequiera que esté verdaderamente representada
sobre la tierra. Es un gran consuelo que Cristo considere esta iglesia como
“suya”. ¿No vino del cielo con el fin de comprar esta iglesia “con su propia
sangre” (Hch.20:28)? La historia de la iglesia primitiva que se relata en los
primeros doce capítulos del libro de Hechos demuestra abundantemente que la
profecía de Cristo acerca de Pedro se cumplió, confirmando la interpretación
dada.
Y sobre esta
iglesia (“la de Cristo, la cual tiene esta revelación del Padre, de quien es Jesús”),
ni las puertas del Hades” es decir “infierno”, podrán derrotarla. El Señor da
una seguridad que se capta inmediatamente. Usando “Puertas del infierno”, por
metonimia (figura literaria que) representa a Satanás y a sus legiones como si
se precipitasen por las puertas del infierno con el fin de atacar y destruir a la
iglesia. Lo que tenemos aquí es una promesa de la victoria, que se repite
frecuentemente, sobre las fuerzas del mal. REFLEXION PRACTICA : ¿Entonces
porque hoy la iglesia se siente como derrotada? Comenten.
Del verso 19 interpretaremos
que “las llaves del reino” son las que abren o cierran la entrada a los cielos
de Dios. Este es el evangelio de Jesucristo (No es que Pedro tenga un manojo de
llaves, por favor, o que está parado en la puerta y él da o no la entrada). Por
medio de la predicación del evangelio se abren las puertas a algunos (Hch.2:38-39;
3:16-20; 4:12; 10:34-43), y a otras se les cierran (Hch.3:23). “Y todo lo que
ates en la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra
será desatado en el cielo” palabras todavía dirigidas a Pedro. No puede haber
equivocación que Pedro se presenta como ejerciendo en la tierra el poder de las
llaves del reino, note “todo lo que” y no “a quienquiera que”, muestra que el
pasaje se refiere a cosas, en este caso creencias y acciones, no directamente a
personas. Atar y desatar son expresiones rabínicas que significan prohibir y
permitir. Naturalmente, si una persona continuaba haciendo y creyendo lo que
estaba prohibido, negándose a arrepentirse, sería disciplinado; a la inversa,
si se arrepentía de este mal camino, sería perdonado: la “exclusión” sería
levantada. De aquí que el pasaje tiene también implicaciones con respecto a la
correcta conducta o falta de buena conducta de los miembros de la iglesia, como
lo indica una comparación con Jn.20:23. Se da la seguridad de que todo lo que
Pedro, como representante de los Doce, o los Doce, finalmente todo lo que la
iglesia (Mat.18:18) ate en la tierra será y quedará definitivamente atado en el
cielo; e igualmente, todo lo que Pedro (etc.) desate en la tierra será y
quedará definitivamente desatado en los cielos. Casi no es necesario agregar
que esta autoridad sobre la fe y la moral, y consecuentemente también sobre la
membresía solamente puede ser ejercida cuando se hace en completa armonía con
las enseñanzas de Jesús, o para expresarlo en forma diferente, con la Palabra
de Dios, en el hombre sobre el cual se ha revelado esta gloriosa verdad. Amén.
CONCLUSION
No todas las personas que oyen el mensaje de salvación creerán en Jesús
como su Mesías. Pero Dios sabe quien lo hará y en quién Él se revelará, porque
detecta lo más profundo del espíritu del hombre, en su condición de necesidad (Bienaventurados).
El evangelio es el medio por el cual Él lo hace, así el Padre los atrae a
Jesús. La más grande y gloriosa revelación que un hombre puede tener es la que Pedro
recibió frente a esa gran pregunta y la declaró. Por lo tanto, no es tan importante
lo que dicen otros de la persona de Jesús hoy, ni mañana, sino lo que cada uno
de nosotros pensamos y creemos de quien es Él para nosotros, en forma personal.
La iglesia de Cristo hoy debe mantener esta fe y posición frente a todo lo que se
levanta contra Dios, Su Palabra (Ley) y la misma iglesia. Concluimos por lo
tanto que Cristo edificará su congregación sobre la revelación Divina del Padre
que él proclamó por el evangelio con quienes abracen y reciban el amor de la
verdad para ser salvos, estos (nosotros) serán parte de la congregación de
Jesús y las puertas o el poder de la
muerte no podrán derrotar, vencer o prevalecer contra ella. Amén y amén.
APOYO ESTUDIO: IB MITEI